Kfar Giladi no era más que una granja comunal al norte de Israel hasta esta mañana cuando alrededor de 100 katyushas caían de improviso en el lugar, matando a 10 personas en el acto e hiriendo a otras nueve. De esas 9, 2 morirían más tarde por las heridas sufridas en un hospital.
Cuentan los testigos que una lluvia de Katyushas les llegó del cielo cuando estaban reunidos en un camión a la puerta del kibbutz a punto de partir y de repente cayeron varios fulminados y chorreando sangre. La lluvia duró unos 15 minutos. También relatan que los sanitarios tuvieron que esquivar los katyushas que impactaban mientras intentaban salvar a los heridos e intentar trasladarlos al menos a un lugar más seguro.
Los muertos de Kfar Giladi eran reservistas, la zona cercana a la frontera con Líbano es demasiado peligrosa para que la población civil se mantenga sufriendo los intensos ataques de Heezboulah de las últimas tres semanas. Que sean reservistas no lo hace menos doloroso, si no puede que más. Los reservistas de Israel son soldados forzosos que tienen que proteger a su país, cuando preferirían sin duda hacer otras cosas. Porque ellos, no lo olvidemos, no son soldados profesionales.
La edad media de un reservista es de 30 años. Están casados, tienen padres, madres, hermanos, hijos, abuelos, tíos, primos, sobrinos… Una vez cada tres años tienen que cumplir un servicio militar de un mes. También tienen que estar dispuestos a acudir ante la llamada de su país, y lo hacen. Sabiendo lo que se están jugando.
domingo, 6 de agosto de 2006
Kfar Giladi. Un nombre para el recuerdo.
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