¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

¿Cuánta responsabilidad tiene la prensa Occidental, de lo que pasa en Oriente Medio?

Hace unos años, leí un reportaje de un periodista, que se atrevía a lanzar un mea culpa preguntándose si el modo de informar que tiene la prensa Occidental, no era la que creaba las noticias y en gran parte el conflicto.

Lamento profundamente no tener acceso al artículo, del que recuerdo varios detalles, pero por desgracia no a su autor.

El autor comentaba como una tarde, había observado como un grupo de adolescentes palestinos, al darse cuenta de que había un grupo de periodistas cerca de un puesto de control israelí, intentaban provocar un conflicto, para salir en la foto de portada o en las páginas interiores de un periódico occidental. Se percató como los adolescentes tenían en cuenta siempre, donde se encontraban las cámaras y que se volvieron cada vez más violentos y audaces al saber, que habían captado la atención de los periodistas.

Aquello acabó como cualquiera puede imaginar, los adolescentes no pensaban dejar de lanzar piedras mientras hubiera periodistas dispuestos a sacarles fotos o grabarles en vídeo, así que al final los adolescentes fueron detenidos.

En un epilogo épico, el veterano periodista, explicaba como un joven oficial israelí de poco más de veinte años, les echaba el rapapolvo por envalentonar a un grupo de adolescentes palestinos que iban a acabar en prisión por culpa de los periodistas y su deseo de “retratar la verdad”.

El periodista, un corresponsal veterano, entonaba un mea culpa y aceptaba su responsabilidad, al provocar, incitar y jalear a un grupo de adolescentes para que atacaran un puesto de control israelí. Sospechaba, más que razonablemente, que sin la presencia de las cámaras los jóvenes palestinos esa noche habrían dormido en sus casas.

Hace unos meses, un video mostraba como un israelí intentaba evitar que su coche, en el que iba su hijo, acabara apedreado por unos adolescentes palestinos, acababa “atropellando” a un adolescente que se lanzó directamente contra el coche.

Aquel video tuvo su polémica por varias razones. El conductor israelí resultó ser un político de la derecha israelí. Ser político de derechas e israelí, te convierte directamente en un asesino de masas, y da igual si iba con su hijo en el coche (detalle que muchos medios omitieron), el coche que los “simpáticos adolescentes” intentaban apedrear.

Unas horas más tarde de la aparición del video, algunos medios de comunicación israelíes, denunciaron que la prensa extranjera había sido “llamada al lugar” y que se había representado la noticia para ellos.

Varios detalles del video, hicieron que no se difundiera demasiado. Había niños tirando piedras contra un coche en marcha que bajaba una cuesta bastante empinada.

Por muy mal que a uno le caigan los israelíes, cualquiera que conduzca un coche sabe lo difícil que es conducir cuesta abajo, y puede imaginar la dificultad de que te estén tirando piedras.

La sospechosa presencia de los medios extranjeros, y los niños lanzándose contra el coche, en vez de intentar esquivarlo, hicieron dudar a convencidos pro-palestinos de la intención de los creadores de ese vídeo.

Aunque no hay de que preocuparse, hasta con sospechosos vídeos de niños tirando piedras en cuestas empinadas contra coches que bajan la cuesta, siempre habrá quien defienda el “sanguinario espíritu israelí”, que hace que un malvado conductor “atropelle” a un pobre adolescente palestino, que lo único que hizo para ser atropellado fue lanzarse contra el coche, tras perseguirlo y lanzarle piedras.

Recuerdo, soy viejo y tengo bastante buena memoria, una foto que puede que tenga veinte años, puede que fuera de la primera intifada, en la que se puede ver a un chico palestino preparándose para tirar una piedra contra un tanque israelí. Y como fondo, un montón de periodistas extranjeros tomando la foto.

Después de veinte años, las cosas no han cambiado tanto. Pallywood sigue funcionando, y la prensa occidental sigue creando noticias y conflictos sin venir a cuento, sin tener en cuenta que la prensa no debe crear noticias, debe contarlas y con objetividad.

Lo de la objetividad me recuerda otro de esos momentos gloriosos de la prensa (en este caso española). Durante la segunda intifada y una de las operaciones lanzadas por el ejército israelí para acabar con los grupos terroristas, un grupo de periodistas extranjero entró en zona de guerra, y se cruzaron con un comando israelí, que buscaba francotiradores, que les ordenó que se fueran.

El relato lloroso de los corresponsales era tan quejumbroso, que estuve a punto de llamar compungido a la cadena para la que trabajaban y ofrecerme a pagarles una tila, tratamiento psicológico por el shock sufrido o un par de ansiolíticos.

La parte más quejumbrosa e impactante del vídeo era como explicaban el miedo que habían pasado, al sentir como los soldados israelíes les apuntaban con sus armas. Momento en el que yo me quedé mirando atentamente la televisión y me pregunté secretamente: “¿Este corresponsal, de verdad, ha hecho la mili?”. Y me preguntaba, entonces, como me pregunto ahora. ¿Cómo se puede apuntar a alguien con un arma, si apoyas el antebrazo en él, y la mira apunta directamente al suelo? Quizás estaban preocupados por sus zapatos, serían de marca…

Uno puede entender el miedo que entra, al entrar en una zona de combate, cuando te dicen que hay francotiradores en la zona, sobre todo al pensar que te puede pillar un fuego cruzado y no lo cuentas. Pero todo tiene su límite.

Aún así, me sorprende la capacidad de fabulación de los periodistas, porque antes al menos no se grababan a sí mismos haciendo el gilipollas, (en muchos casos) y no dejaban constancia en vídeo de sus hazañas.

Acabé pensando tanto entonces, como ahora, que los periodistas creen que si los palestinos no les crean una historia, o el video no acompaña a su descripción, ¡no importa! Tampoco importa, si mienten sobre el material que no emiten. Pueden inventar, porque siempre habrá alguien dispuesto a creerles. Porque para eso sacaron la carrera de periodismo. Para hacer literatura, que la realidad está sobrevalorada.