¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

domingo, 25 de mayo de 2008

El decálogo del perfecto boicoteador de Israel

Ci miembros del sindicato de enseñanza superior y universitaria se preguntan sin duda como elaborar un material apropiado favorable al boicot y que desencadene los ya de por sí calientes debates sobre las listas de contacto de los militantes .

- Como llegar a ser el perfecto sindicalista boicoteador de Israel, por supuesto, en 10 sencillos pasos.

01.- Insistir, por supuesto, sobre el hecho de que el sindicato está obligado materialmente a boicotear a Israel. Aclarar que boicotear a cualquier otro país conduciría a ignorar los graves y complejos problemas geopolíticos y podría dirigir un mensaje erróneo a unos y a otros.

02.- Inundar la lista de contactos del Sindicato de Enseñanza Superior y Universitaria de descripciones detalladas, y a veces incluso hasta exactas, de los crímenes israelíes, pero guardar un silencio total sobre los crímenes de mucha mayor magnitud cometidos por cualquier otro.

03.- Poner atención en no reconocer jamás que, desde su creación, Israel ha sido objeto de ataques asesinos perpetrados por gentes que, muy a menudo, expresan públicamente sus intenciones genocidas respecto a los judíos. Explicar que estas gentes harán prueba de un respeto ejemplar y exquisito hacía los judíos cuando estén bajo su autoridad.

04.- Ridiculizar toda mención de los atentados suicidas apuntando especialmente a establecimientos de enseñanza superior y universitaria, o los tiros de cohetes o misiles sobre escuelas israelíes, porque todo eso no tiene ningún interés para un sindicato de enseñantes.

05.- Preguntar sin cesar por qué no puede haber un Estado secular binacional en lugar del estado judío. No se os ocurra preguntar jamás por qué Pakistan no quiere formar un Estado secular binacional con la India, ni por qué la República de Irlanda tampoco quiere formarlo con el Reino Unido, ni por qué no se hace presión sobre Polonia para que lo haga con Alemania (En todo caso, no sugerir esta cuestión en presencia de pakistanis, irlandeses o polacos).

06.- Rellenad vuestro discurso de tantas figuras de estilo antisemita clásico como os sea posible, en particular haciendo mención de grupos poderosos y bien financiados que traman complots y amenazan la paz mundial, y de gente que se queja continuamente y con mala fe de antisemitismo. Sin embargo, estar atentos a no hacer alusión más que a los sionistas.

07.- Afirmad frecuentemente que no se permite a nadie hablar de estas cosas. Si alguno no esta de acuerdo con vosotros, quejaos (preferentemente en la prensa nacional) de que se os amordaza.

08.- No olvidar mencionar a los nazis para describir la linea de conducta y las acciones de los israelíes. Si los oponentes al boicot también hacen alusión a los nazis, decidles entonces que ellos explotan el Holocausto.

09.- Insistir sobre el hecho de que tenéis una larga y honorable trayectoria en la lucha contra el racismo. Para ratificar esta afirmación evocad diversas manifestaciones "musicales" a las que
hayáis asistido. En ese momento, mencionar negligentemente, como de pasada, algunos nombres judíos.

10.- Persistir a la hora de aplicar los puntos del 1 al 9, incluso si eso transforma vuestra lista de contactos en una fosa pestilente. No tengáis ninguna inquietud por lo que puedan opinar vuestros colegas judíos, e incluso regocijaros, porque con un poco de suerte vuestros actos les empujarán un poco más a abandonar el sindicato, lo que volverá más factible la aprobación del proyecto de boicot. E incluso si dicho proyecto perjudica al sindicato, ¿a quién le importa?.

Un sindicato poderoso y prospero, en el cual los judíos pueden sentirse tan cómodos como los no judíos, no es de ningún interés para ti.ertos

Eve Garrard

Peleando constantemente en la misma guerra

En el marco de un largo ensayo publicado en la revista "The Atlantic", el escritor Jeffrey Goldberg menciona un encuentro que tuvo con un imam de Gaza llamado Ibrahim Mudeiris, y que acababa de realizar un sermón en el cual describía a los judíos como "hijos de monos y de cerdos".

Mudeiris resumía el impasse actual entre Israel y el Hamas que controla Gaza diciendo: "Lo que hagan los judíos no importa. Nosotros no les dejaremos en paz".

Proseguía describiendo sucintamente la futilidad que ha supuesto que generaciones de israelíes hayan buscado un acuerdo de paz con los palestinos: "Ellos pueden ser amables con nosotros o matarnos, eso no importa. Si se firma un alto el fuego con los judíos se deberá solamente para que podamos preparar la batalla final".

¿Qué pueden hacer los israelíes confrontados a una intransigencia semejante?

Las largas e inquietantes cavilaciones de Goldberg sobre esta cuestión no procuran una respuesta fácil, pero la pregunta que encabeza su artículo, "¿Israel está acabado?", provoca un sentimiento fuertemente opuesto al regocijo, sobre todo en un artículo publicado durante el 60 aniversario del nacimiento de Israel.

El Primer Ministro Ehud Olmert atraviesa el artículo de Goldberg retratado como un personaje a la defensiva, irascible, claramente incómodo a la hora de afrontar las duras críticas que le dirige el novelista David Grossman (el guía y personaje principal del artículo), quién perdió a un hijo durante la desastrosa Segunda Guerra del Líbano del primer ministro. Es tan difícil objetar que él "no es el más profundo pensador de Israel".

Pero hay que conceder cierta simpatía a Olmert cuando expresa su impaciencia con Goldberg, al concentrarse éste obsesivamente sobre "los fallos en la ejecución del programa sionista". Haciendo mención de los numerosos logros de Israel, Olmert solicita al entrevistador algo de perspectiva histórica.

Y para eso, nada mejor para los lectores que dirigirse a la nueva fuente de referencia sobre los comienzos del estado, el libro de Benny Morris "1948: Una historia de la Primera Guerra israelo-árabe". Los que lo lean llegarán a la conclusión inevitable de que no hay nada de novedoso en el dilema de Olmert.

Morris es el más conocido, y seguramente el mejor de los denominados "nuevos historiadores", surgidos en los años 80 para cuestionar la visión romántica del sionismo que hasta entonces había prevalecido en la narración de la historia judía.

La explotación diligente por nuestro autor de los archivos del estado ha dado lugar a un trabajo que ha llegado a escandalizar a muchos israelíes. Pero ninguna historia nacional es univoca.

Ciertos judíos se expresan como si el derecho de Israel a la existencia estuviera en cuestión excepto cuando todos los israelíes hubieran tenido, y se hubieran comportado, y se mantuviera actualmente, de forma irreprochable, aunque esa sea una exigencia y una noción absurda en sí misma, reflejo de la herencia de deslegitimación antisemita sufrida por los judíos.

Asimismo, algunos lectores de "1948" se escandalizarán por el hecho de que Morris reconozca la existencia de algunas atrocidades cometidas por los israelíes en el transcurso de la sangrienta Guerra de la Independencia.

A otros les incomodará su presentación del hecho de que, en ciertos lugares del conflicto, los israelíes estaban en posición de superioridad respecto a los árabes, aunque las centenas de millares de judíos del país fueran largamente sobrepasadas en número por las decenas de millones de árabes y musulmanes de la región que se les habían opuesto.

Pero la conclusión general de la narración es innegable. La guerra era inevitable, no porque los sionistas eran imperfectos o querían un estado judío mayor que la provincia truncada ofertada en los diferentes planes de partición, sino porque los árabes nunca encararon ni una sola vez hacer la paz con los judíos bajo ninguna condición.

"La guerra de 1948, desde el punto de vista de los árabes, era tanto una guerra de religión, sobre todo, como una guerra nacionalista por un territorio", afirma Morris. "En otros términos, el territorio era sagrado, su violación por los infieles (los judíos) era un elemento suficiente como para lanzar una guerra santa, y su conquista, o su reconquista, una necesidad ordenada por Dios... Las pruebas abundan claramente de que muchos, si no la mayor parte del mundo árabe, consideraban esencialmente a esta guerra como una guerra santa".

En oposición a narraciones populares como "Oh, Jerusalem", de Larry Collins y Dominique Lapierre, tan familiares para los lectores, no se puede escapar de lo general a lo particular y a lo personal mediante anécdotas. Sin esos ángulos de interés humano, todo lo que permanece en ese volumen exhaustivo, escrito con gran claridad, son los frutos de la impresionante erudición de Morris.

Morris rehúso antaño servir en el Tsahal a causa de su oposición a la presencia israelí en los territorios, y siempre ha sido vilipendiado por los sectores más derechistas. Pero en el curso de los últimos años, él ha hablado claramente de la necesidad que tiene Israel de prepararse para hacer cesar la amenaza de un ataque nuclear de Irán.

También ha dejado entender en público que, David ben Gourion, el primer Primer Ministro de Israel, habría podido equivocarse no haciendo eso mismo que sus oponentes le achacan y de lo que le acusan: buscar de forma activa expulsar a todos los árabes del país.

No hubo nada de eso en 1948, pero lo que si predominó fue una ausencia de ilusiones respecto a los objetivos bélicos de los árabes, independientemente de las intenciones de los judíos.

Si el número de atrocidades de los árabes contra los judíos fueron poco numerosas (aunque terroríficas), subraya Morris que se debió solamente a que perdieron la mayor parte de las batallas y tuvieron por ello menos oportunidades de cometerlas.

De la tragedia de los refugiados palestinos, aunque no haya ninguna ilusión sobre el deseo de muchos israelíes de tener menos árabes sobre el territorio bajo su control, Morris va derecho al grano de su responsabilidad en su propio sufrimiento.

"El problema de los refugiados fue creado por la guerra misma, esa guerra que desencadenaron y lanzaron los propios árabes", afirma contundente.

Y con su reputación de crítico de Israel, Morris señala también ciertas cosas en su conclusión que incluso el gobierno israelí es reticente a decir y emplear: que hubo dos grupos de refugiados provocados por la guerra, puesto que el número de judíos que fueron obligados a huir de los países árabes es casi el mismo que el de árabes que huyeron de Israel.

60 años después de haber ganado una guerra brutal en la cual existió mucha malignidad por ambos lados, el problema de Israel permanece el mismo. A pesar de la voluntad de Israel de hacer la paz y de compartir la tierra, los árabes rechazan proceder de igual manera, ya sean los judíos agradables o no, como asegura el imam Mudeiris.

"1948 ha obsesionado, y obsesiona aún, al mundo árabe hasta unos niveles muy profundos en su identidad, ego y orgullo. La guerra fue una humillación de la cual ese mundo aún debe curarse", certifica Morris.

A pesar de un proceso de paz y de ciertos tratados, comprende que "el mundo árabe - el hombre de la calle, el intelectual instalado, el soldado en su posición - rehúsa aún reconocer o aceptar lo ocurrido. Representó para ellos una injusticia cósmica".

"La impulsión jihadista" es más que nunca el motor dominante de la vida islámica, y nada de lo que los israelíes puedan hacer o decir cambiará eso. Todo lo que ellos pueden hacer es lo que hicieron en 1948, vencer y sobrevivir, y esperar que se produzca un cambio en el corazón de sus enemigos.

Pero como observa Morris en su párrafo final, el desafío de Irán y de sus aliados terroristas nos deja comprender que, "si 1948 fue un hecho pasajero o está aún grabado de forma permanente en la región, eso está por ver".


Jonathan Tobin Jpost

¿Israel debe permanecer como un estado judío?

¿Es oportuno que Israel sea un estado judío? Tanto como preguntarse si es muy necesario que el papa sea católico. Los defensores de los derechos individuales se plantean sin embargo esta cuestión inspirándose en argumentos ya muy utilizados en ciertos países donde se preconiza poner en sordina la identidad nacional con el fin de que las minorías se sientan más a gusto y así se eviten engendrar terroristas. Este tipo de argumentos se niega a tener en cuenta la aportación benéfica de la comunidad nacional, de sus valores fundamentales y de su identidad, el argamasa que impide a una nación dividirse en pedazos.

En Israel, el alegato a favor de las minorías y los derechos individuales se articula alrededor de dos argumentos. El más evidente, si así se puede decir, hace valer que una ocupación prolongada de Cisjordania condenaría a Israel, ya sea a convertirse en una potencia colonial, ya sea a renunciar a su identidad judía en provecho de un estado binacional. Sólo un regreso a las fronteras (ligeramente modificadas) de 1967 podría frenar los desastres de la ocupación y sus efectos corrosivos sobre el alma de Israel, preservando por otra parte una base demográfica esencial para un estado judío y democrático.

El segundo elemento de la argumentación levanta apuestas más delicadas, que también conciernen a muchas otras naciones: Israel, contenido en sus fronteras de 1967, debería abrirse al multiculturalismo. Es decir, renunciar a sus valores judíos para convertirse en un Estado culturalmente neutro, capaz de asegurar la integración de más de un millón de ciudadanos árabes (cerca de un quinto de la población israelí). Esto permitiría también a los judíos laicos librarse de lo que es percibido como un régimen rabínico opresivo. (Hoy, en Israel, no podemos casarnos, divorciarnos ni ser enterrados sin la participación de una autoridad religiosa, judía y musulmana o de otras religiones)

Estas consideraciones parecen sin embargo descuidar el hecho de que todas las naciones, incluso las más grandes y extensas como los Estados Unidos o la China, tienen cada una por lo menos algo en común: unos valores, una historia, una identidad compartida. Si se convierten en estados neutros, serían desposeídas de la dimensión positiva que nos aportan las comunidades. Esta dimensión no debe ser subestimada: podemos estar dispuestos a morir por la patria, indignarnos personalmente cuando nos denigran injustamente o, sencillamente, sentir orgullo de algunos de nuestros compatriotas triunfen en una competición internacional u obtengan medallas en los Juegos Olímpicos.

Los defensores de los derechos individuales aspiran a que los valores comunes de los israelíes judíos se disuelvan, y que incluso otras naciones no tengan más que vagas nociones de su cultura común: en el Reino Unido, la noción de " Britishness " (" britanidad ") se resumiría en un gusto inmoderado por la cerveza tibia y el cricket. Sin embargo, comprobamos que las naciones privadas de fuertes valores unificadores se exponen a secesiones (como en Canadá o en España) y que tienen grandes problemas a la hora de imponer una política nacional que exige sacrificios por el bien común.

Por otra parte, toda nación digna de ese nombre tiene una cierta orientación cultural. Usted puede reírse burlonamente al oír hablar de Europa como de un continente cristiano, pero el hecho es que el descanso dominical es una regla de la sociedad (y no el shabbat judío o el viernes de los musulmanes), las vacaciones siguen el calendario de las fiestas cristianas y hasta los manuales escolares, así como diversos ritos públicos, conllevan valores cristianos.

Procurando borrar estas culturas nacionales, nos arriesgamos a un empobrecimiento. Es justamente el temor de tal pérdida el que atrae a tantos electores europeos hacia partidos políticos hostiles hacia la inmigración, y el que alimenta sentimientos antipalestinos en Israel. Así pues, la única posición razonable consiste en respetar la diversidad en el seno de la unidad: cada nación definiría cuales son las reglas que deben ser compartidas por todos, y hasta donde cada comunidad es libre de seguir sus propias tradiciones. Así, en el Reino Unido, en lugar de fusionar todos los grupos étnicos, como se sugirió recientemente, sería preferible aceptarlos como tales, para que ellos no amenacen los valores y las instituciones nacionales comunes.

En Israel, esto implicaría no sólo respetar el derecho de los judíos y de los árabes a practicar libremente su religión, sino también el de no practicar ninguna. Y lo que es más, los predicadores del odio y los apóstoles de la violencia no deberían gozar de ninguna complacencia. Habría también que levantar las medidas discriminatorias contra los árabes israelíes y los judíos laicos en materia de subsidios y de privilegios concedidos por el Estado, como es el caso de la atribución de las bolsas de estudios.

La sociología nos enseña que las sociedades son unos organismos complejos, animados de necesidades y de valores diversos entre los cuales no se sabría privilegiar algunos más que en detrimento de otros. No es posible cuidar las susceptibilidades de cada una de las minorías sin correr el peligro de comprometer lo esencial: la comunidad nacional.

Todo esfuerzo que pretendiera asimilar completamente las minorías (con desprecio de su propia cultura) o intentara liquidar el ethos nacional (en detrimento de la cultura común) no servirá más que para exacerbar los conflictos y las tensiones. El interés general querría más bien que alcancemos una dosificación justa entre las aportaciones positivas de la diversidad y los valores fundamentales que todos nosotros deseamos compartir, tantos como somos.



de Amitai Etzioni, publicado en LeMonde

¿Es por las fronteras?

¿Realmente el problema son las fronteras?

Frontera: Parte que forma el límite externo de algo... La línea o área fronteriza que separa las divisiones políticas.

A la administración Bush le gustaría que Israel y los palestinos convinieran una frontera de modo que todo lo demás - Jerusalén, los establecimientos, la “ocupación", los refugiados - lo que sea que pueda añadirse además. Esto presupone que los palestinos ven su conflicto con Israel como principalmente una disputa fronteriza. Eso parecía.

Un mapa del Mandato Británico de 1921 mostraba las fronteras de Palestina ya divididas entre una patria judía al oeste del Jordan (el actual Israel, Cisjordania y Gaza), y otra área al este cerrada al establecimiento judío (la actual Jordania).

La respuesta árabe a dicho mapa fue: "no se trata de las fronteras".

En 1937 la Comisión Peel ofreció otro juego de fronteras. La Transjordania permanecería, por supuesto, en manos árabes, y prácticamente todo lo que estaba al oeste del Jordan también sería árabe. Darían a los judíos la tierra de Tel-Aviv que se extiende hacia el norte, a lo largo de la llanura costera, y partes de Galilea. Los árabes volvieron a contestar: "no se trata de las fronteras".

Un tercer mapa fue propuesto por las Naciones Unidas en 1947, era la Resolución 181 de la Asamblea General, el Plan de Partición, que dividió la Palestina al oeste del Jordan (al este permanecía lo que ahora es Jordania): debía dar a los judíos un indefendible territorio en forma de damero (el tablero de las damas), siendo la parte más grande el entonces totalmente árido Negev. Jerusalén, el epicentro de la vida judía, añorado desde el año 70 de la era actual, sería internacionalizado; un pasillo diminuto uniría las partes truncadas de Israel. Para llegar hasta Galilea los judíos tendrían que cruzar la Palestina árabe.

Los judíos aceptaron el trato. Los árabes dijeron: "no se trata de las fronteras".

El 15 de mayo de 1948 - hace hoy 60 años - los ejércitos egipcios, jordanos, sauditas, sirios y libaneses, junto con los irregulares palestinos, buscaron estrangular el nacimiento de Israel. Su fracaso a la hora de conseguirlo creó las líneas del armisticio de 1949. La Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y Jerusalén este quedaban todos en manos árabes. No había entonces ninguna "ocupación".

Los judíos les dijeron: ¿ahora podemos vivir en la paz? Los árabes contestaron: "no se trata de las fronteras".

Hoy, hace 41 años, las tropas egipcias maniobraron en el Sinaí tras declarar Gamal Abdel Nasser una "guerra total". Los sirios, por su parte, prometieron "la aniquilación". Incluso el rey Hussein calculó que el tiempo era maduro para golpear. Pero en vez de destruir a Israel, los árabes perdieron más territorio. El centro de la civilización judía, Judea y Samaria, estaba ahora en manos de Israel, como el Monte del Templo de Jerusalén.

Incluso entonces los judíos ofrecieron: “Cambiemos tierra por paz”.

En agosto de 1967, los líderes árabes reunidos en Khartoum dieron su respuesta: “Ninguna paz. Ninguna negociación. Ningún reconocimiento”.

Diez años más tarde, con la elección de Menachem Begin, el valeroso Sadat Anwar vino a la Knesset con un mensaje: “Realmente les damos la bienvenida para que puedan vivir entre nosotros en paz y seguridad." Egipto e Israel entonces convinieron una frontera y firmaron un tratado de paz.

Los árabes condenaron al ostracismo a El Cairo y Sadat fue asesinado. La paz nunca realmente floreció, pero si los asimientos fronterizos.

Y llegamos a 1993, Yitzhak Rabin asume un riesgo estratégico sorprendente otorgando partes de la Cisjordania a una Autoridad Palestina recién creada. Hebron, Belén, Ramallah, Nablus, Jenin, Jericó, Tulkarm y Kalkilya todas volvieron bajo la plena jurisdicción palestina. Otros territorios fueron colocados bajo el control civil de la Autoridad Palestina, y esta tomó el control de los centros demográficos árabes en Gaza.

La visión de las matrículas verdes de la Autoridad Palestina se convirtió en un hecho trivial en todas partes de Israel. Los puntos de control fueron minimizados. La comunidad internacional vertió el dinero en las arcas palestinas con destino a esas áreas.

Por fin los palestinos tenían los parámetros de un estado a la vista - un horizonte político. Las partes todavía tenían cuestiones complicadas que abordar, pero la realidad en el terreno había mejorado dramáticamente.

En el 2000, Ehud Barak ofreció en Camp David su visión de un estado palestino viable. La “contrapropuesta” de Yasser Arafat fue la intifada Aksa, una orgía de atentados suicidas a escala nacional y local que, con los disparos en la Cisjordania, se llevaría más de 1.000 vidas de civiles israelíes. Claramente para Arafat la cuestión no eran las fronteras.

Para que los israelíes lleguen ahora a tomar en serio la idea "de un acuerdo sobre las fronteras”, los palestinos tendrían que declarar de una vez para siempre que su disputa con nosotros, realmente, es sobre las fronteras. Y que ellos aceptan el derecho de Israel a existir como un estado judío.

Si ellos lo hacen, el resto será mucho más fácil.

editorial de JPost

La existencia de Israel sobre su tierra siempre contestada por los palestinos

Hace diez años, durante el 50 aniversario de Israel, el proceso de paz iniciado por los acuerdos revolucionarios de Oslo, concluidos entre Israel y la Autoridad Palestina en 1993, establecían la legitimidad nacional de los dos pueblos en su patria compartida sobre la base de un compromiso territorial. Todos entonces tenían la impresión de que ese largo conflicto estaba en fase de resolución.

Desgraciadamente, los diez últimos años han estado marcados por un severo fracaso en numerosos ámbitos. Si los individuos y los pueblos son capaces de resistir las pruebas cuando tienen el sentimiento de que el porvenir será mejor y los conflictos finalmente resueltos, una inesperada regresión puede llevarles a la desesperación, la que nosotros experimentamos hoy. ¿Cómo es posible que conflictos más complejos que el conflicto israelí-árabe, como el apartheid en Africa del Sur, la partición de Alemania, o el derrumbamiento de la Unión Soviética, parecen haber sido resueltos, generalmente sin derramamiento de sangre, mientras que el conflicto del Oriente Medio después de más de un siglo suma víctimas cada día.

Una de las razones es que este conflicto es único en la historia de la humanidad. No hay otro ejemplo de una nación que haya regresado tras 2.000 años de ausencia a un territorio que no ha cesado jamás de considerar su patria. Así pues, nada de sorprendente el que los árabes, sobre todo los palestinos, continúen siendo incapaces de comprender, ni siquiera de forma existencial o moral, lo que les ha sucedido.

El retorno de los judíos a Israel no ha sido fruto del colonialismo, contrariamente a lo que pensaban los árabes. No solamente los judíos no tenían una “madre patria”, sino que en Europa tenían un estatuto de nación extranjera, lo que les provocará expulsiones y eliminaciones. Los judíos no vinieron para explotar los recursos de Palestina, ni para someter a sus residentes a fin de transferir los beneficios económicos obtenidos a otros lugares.

Tampoco vinieron, como los colonos americanos o australianos, para construir una nueva identidad y asimilar a los autóctonos. El sionismo tenía como fin renovar y profundizar una identidad antigua. Desde el principio, la intención no fue de ningún modo perjudicar la identidad de los árabes de origen, o mezclarla con la identidad judía tradicional. Como los árabes no disponían de un modelo histórico del cual aprender como identificar ese fenómeno que les había sobrepasado, trataron de interpretar el sionismo como una forma de colonialismo, y pensaron que el combate de otras naciones contra el colonialismo les daría un modelo de resistencia. Por eso, la legitimidad del derecho a la existencia de Israel permanece una cuestión abierta. Jamás nunca antes la cuestión de la legitimidad había sido tan fundamental en un conflicto entre naciones.

Aunque el reconocimiento de la nacionalidad israelí sea cada vez más extendida, incluso entre las naciones del Oriente Medio, permanece bloqueada por dos nociones, peligrosa y estrechamente ligadas. La primera es la tendencia creciente, en el Oriente Medio y en otras zonas, de pasar del rechazo de la legitimidad de Israel al rechazo de la legitimidad del sionismo. La segunda tendencia, igualmente creciente entre los palestinos, en otros árabes y en numerosos europeos, es preferir une estado israelí-palestino binacional a la solución original de dos estados. El portavoz de Hamas no habla de “israelíes” sino de sionistas imitando al presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad. Se pueden también escuchar discusiones sobre una “desionización” de Israel en las universidades del mundo entero e incluso entre los judíos de izquierda. En el propio Israel también existe gente – ciertamente poco numerosa – que se califica a si misma como “postsionista” o “no-sionista”.

Sin embargo, la única expresión práctica del sionismo hoy en día es la Ley de Retorno, que no es una ley racista sino moral. Cuando las naciones del mundo se declararon a favor de un estado judío independiente, no lo concibieron exclusivamente para los 600.000 judíos que vivían allí en ese momento. Contaban más bien con que Israel ayudaría a resolver el problema judío en todas las partes del mundo, permitiendo a todos los judíos que deseaban abandonar la diáspora poder hacerlo estableciéndose allí.

El concepto de un estado israelo-palestino binacional encarna la peligrosa ilusión de que dos pueblos totalmente diferentes en términos de lengua, religión, cultura e historia, divididos por una profunda fosa económica y unidos a sus respectivos mundos y marcos exteriores – los palestinos al mundo árabe y los israelíes al resto de la comunidad judía mundial – puedan estar asociados en el marco de un solo estado. Se trata además, de dos pueblos que han estado involucrados de una manera intensa en un conflicto insoluble y sangriento durante el último siglo.

Los palestinos como los israelíes, en tanto que naciones distintas, se merecen su propio estado. Es necesaria una nítida frontera entre los dos. En Israel, una minoría árabe-palestina tiene la plena ciudadanía israelí, incluso si aún queda mucho por hacer para asegurarles una plena igualdad social y económica. Es también posible que pudiera existir, ya en el estado palestino, una pequeña minoría judía, formada por aquellos colonos de Cisjordania cuyo apego a la tierra bíblica es tan intenso que incluso aceptarían vivir bajo control palestino – siempre que los palestinos les acuerden la plena ciudadanía palestina.

En el curso de los primeros años del sionismo, el gran erudito judío Gershom Scholem, nacido en Berlin, declaraba que los judíos se embarcaban por medio de ese difícil viaje de regreso en un retorno a la historia. En otros términos, los judíos, que en la diáspora hacían recaer su identidad sobre una memoria mitológica y en el tiempo, regresaban en el presente a sus elementos específicos: un territorio definido por unas fronteras y una comprensión cronológica detallada de su propia historia.

Sesenta años más tarde, el conflicto israelí-árabe nos recuerda que el viaje de retorno a la historia de los judíos no ha terminado aún.

por A.B. Yehoshua

El Golán, el día después de un acuerdo

Supongamos, sólo por seguir con los desarrollos que se anuncian, que Siria va a recibir los Altos del Golán, que es territorio soberano de Israel en todos los sentidos (la legislación israelí se aplica en este país tanto como lo hace en Herzliya, será imposible evacuar a los residentes de allí de la misma forma en que fueron retirados de Gaza, porque los derechos de propiedad en el Golán son idénticos a los de Tel Aviv.) ¿Qué va a hacer Bashar Assad, en tal caso?

Fase 1: Cerca de un millón de sirios se instalarán en el Golán inmediatamente. Los sirios ya están argumentando que alrededor de 100.000 sirios huyeron del Golán en 1967. Si queremos contar con ellos y sus descendientes, tenemos ya a 500.000. ¿Quieren una prueba? A pesar de que los Altos del Golán no están en manos sirias, un decreto presidencial que ya se ha emitido promete que cualquier ciudadano sirio residente que se traslade al Golán recibirá un subsidio del gobierno.

Esto es lo que hicieron los sirios en el Líbano con el fin de tenerlo más controlado. Aunque el ejército sirio se vio obligado a retirarse de allí, los sirios dejaron detrás a 800.000 emigrantes sirios que trabajan en el Líbano y que transfieren parte de sus salarios de regreso a Siria. Y así el estrangulamiento sirio del Líbano se ha mantenido intacto, a pesar de la aparente retirada. En otros lugares del mundo, los sirios se denominarían "colonos." Por supuesto, Israel no tiene derecho a hacer lo mismo. Pero cuando Siria lo hace, aparentemente no hay pegas de nadie.

Fase 2: De este modo, Bashar Assad puede realizar su sueño sin interrupciones: el establecimiento de una "resistencia" contra Israel en los Altos del Golán. Oficialmente se argumentará que no tienen conexión con los ataques terroristas que se dirigen contra la región de Galilea y del norte de Israel, el cielo no lo quiera, pero en la práctica, los oficiales de inteligencia sirios podrán hacer lo que quieran con relación al norte de Israel . De hecho, ya lo hacen en el norte del Líbano.

El gobierno antisirio actual, del lider sunnita Saad al-Hariri, acusó abiertamente a Siria y a sus organismos de inteligencia de no sólo estar detrás de los actos de los grupos clandestinos, sino de crearlos con el fin de sabotear al Líbano. ¿Por qué los sirios no pueden hacer lo mismo en el Golán? ¿Un acuerdo de paz con Israel los detendrá? Su relación con nosotros no es como la que mantienen con el Libano, y con éste país "no sólo están en paz", sino que inclusive mantienen una "relación oficial fraternal y amistosa".

Fase 3: El régimen de la minoría alawita, que comanda la familia Assad, puede ser derrocado como consecuencia de un acuerdo de paz, de hecho podría servir para precipitar su caída (y por esa razón, Bashar Assad no perseguirá una paz verdadera con Israel). Su régimen no tiene ninguna legitimidad en Siria, especialmente cuando se trata de los Hermanos Musulmanes, cuyo poder sigue creciendo. Al-Qaeda ya emitió una sentencia de muerte para Bashar por sus aparentes vínculos con Israel y la crueldad con la que trata a los radicales islámicos.

Una vez que el régimen de Assad sea derrocado, los Altos del Golán se convertirán en la vanguardia radical contra Israel, y no sólo de Siria: de gente procedente de Irán, Afganistán y de otros lugares. El terrorismo, en el norte, se duplicará - desde el Golán y desde el Líbano. La vida en el norte se convertirá en una pesadilla insoportable, pero la situación será irreversible. El Golán pasará de ser una región semi vacía a ser el hogar de un millón de agresivos sirios.

El Sinaí es tan grande que la situación allí siempre es reversible. En el frente jordano no hemos renunciado a nada, y en el frente palestino, siempre podemos reocupar cualquier territorio. Sin embargo, con Siria la situación será diferente: de una semi vacía zona de amortiguación, los Altos del Golán se convertirán en una abarrotada región anti-Israel para las futuras generaciones. Así pues, de un activo estratégico para Israel, el Golán se convertiría en un elemento más de los otros esfuerzos regionales para eliminar a Israel. Nuestras futuras generaciones no perdonarán a nadie que contribuya a eso.

tomado de Safed-Tzfat por Guy Bechor Ynet

"Una cobertura periodística sudanesa", o sea, una más del "corresponsal/militante" Muñoz

Delirante reportaje de los 60 años de Israel por el "periódico de referencia nacional" y por el "corresponsal/militante".

Más de una docena de entrevistados, y dentro de la parte israelí, sólo dos "favorables" a su país. Dos conocidos antisionistas y favorables a un estado binacional, Benvenisti y Leshem, contribuyendo extensamente, y más que nadie, a la celebración. Del resto, algunos que sólo encuentran críticas (o solamente se les publican los reproches), como no, y como excepción que confirma la regla, dos israelíes religiosos, uno ortodoxo y otra viviendo en un asentamiento, y que como argumentación se atienen únicamente a la Biblia. Negocio redondo para el "corresponsal/militante".

Del resto de opiniones favorables a Israel, esas que expresan la gran mayoría de los israelíes entrevistados en la prensa europea auténticamente de referencia, y a unos verdaderos corresponsales, ni rastro. Estropearía el contenido del reportaje. Todo para hacer honor a ese conocido lema periodístico, "qué la realidad no te estropee el mensaje".

De la parte palestina, lo de siempre. Si la sociedad árabe no ha ejercido nunca la autocrítica sobre el atraso y el fracaso de sus sociedades, ¿acaso lo permitiría justamente en estos momentos el "corresponsal/militante"? ¿El islamismo? Culpa de Israel. Todo el mundo sabe que los movimientos salafistas, integristas, fundamentalistas del Islam sólo han existido a partir de 1948. Antes sólo existía el "Islam Moderado", ese del que algunos dicen que existe pero que nadie lo ha visto. Además, sorprende que un "corresponsal/militante" tan afecto a Hamas tenga esa "prevención islamista". ¿O será más bien una nueva justificación de Hamas?

Alain Finkielkraut decía no hace mucho sobre los debates que en Francia se realizaban sobre el conflicto israelo-árabe, que solían estar compuestos de un miembro de la OLP y otro de la izquierda sionista. La derecha y el centro sionista no existían. Ahora mismo, la configuración de los debates ha cambiado al gusto del "corresponsal/militante", la conformación actual es la de un miembro de la OLP (Hamás aún tiene problemas de "respetabilidad" en cierto países, pero todo se andará) y un antisionista israelí.

Llama asimismo la atención la alusión que se realiza varias veces sobre el terrorismo o las violencias judías durante la guerra de 1948, y por contra se observa una rigurosa presentación de la población palestina como resignada y pacífica (únicamente se hace una alusión a la Legión Jordana). El problema de toda esta mamarrachada de reportaje es que todo se desvanece al final, involuntariamente, cuando la refugiada toma la palabra final, ese recurso tan socorrido para colocar el mensaje de rigor, y reconoce: "No quiero echar a nadie al mar pero tampoco quiero que me expulsen al desierto".

¿Pero quién había hablado o comentado hasta entonces de querer echar al mar a los judíos? Aunque, ¿seguro que era a los judíos? La pobre mujer no debe recordar demasiado bien los hechos, no se quería echarlos, sino construir con ellos pacíficamente lo que sería era una "Palestina libre, laica y democrática". Por eso mismo, las masas palestinas gritaban durante la revuelta y cuasi guerra civil de los años 30: "!! Los judíos son nuestros perros !!", el futuro jefe de la resistencia palestina, Ahmed Chukeiry, afirmaba que la invasión palestina y árabe (¿qué? ¿cual? ¿dónde aparece esto?) tenía como objetivo «la eliminación del Estado hebreo» (pacíficamente, claro), la universidad islámica de El Cairo proclamaba "la guerra santa contra el sionismo" (aún más pacíficamente) y el secretario general de la Liga Árabe, Azzam Pacha, anunciando la inminente invasión de los países árabes (hecho "demasiado irrelevante" para reseñarlo), afirmaba: "Será una guerra de exterminio, una terrible matanza, comparable a los estragos de los mongoles y a las Cruzadas".

Vaya farsante de corresponsal. Cierco, este quiere tu puesto.

PD. De remate, la "corresponsal" en Beirut celebra sin disimulo la victoria de Hezbollah.

!! Qué "País", Mikelarena!!

tomado sin disimulos de Safed-Tzfat

Frente a todo ojo censor se alza acusador un dedo (proverbio egipcio)

Navegando encontré por casualidad una cita de la somalí Ayaan Hirsi Ali. Para quien no haya oído hablar de ella fue la autora del guión del cortometraje de Teo Van Gogh (el director de cine asesinado por un fundamentalista islámico justo por realizar ese corto).

A aquellos que hablan del respeto a cualquier religión (es decir al Islam, porque poner a caldo a judíos y cristianos en Europa es modelo de respeto y moderación) les recuerdo que el guión lo escribió una musulmana, no un europeo progresista que no sabía de que estaba hablando. Van Gogh tuvo la osadía de llevar a cabo la obra de Ayaan Hirsi Ali y eso le costó la vida.

Es interesante descubrir que los que en Europa se proclaman paladines de los derechos humanos cierran los ojos cuando se trata del Islam y se mueven en frases tan melosas y poco contundentes como “alianza de civilizaciones”, “entendimiento”, “diferentes culturas”…

Volviendo a Ayaan Hirsi Ali aplaudo sus palabras porque dice de una forma contundente lo que llevo tiempo pensando:

"La izquierda en Occidente tiene una marcada tendencia a culparse a sí misma y a considerar al resto del mundo como víctima —a los musulmanes, por ejemplo—, y las víctimas, a la postre, dan lástima, buenas personas que estrechamos en nuestro pecho (…) son críticos con las mayorías autóctonas en los países occidentales, pero no con las minorías islámicas: la crítica al mundo islámico, a Palestina y a las minorías islámicas se considera islamófoba y xenófoba. Lo que estos relativistas culturales no ven es que, al mantener temerosamente al margen de toda crítica a las culturas no occidentales, encierran al mismo tiempo a los representantes de aquellas culturas en su atraso. Detrás de todo ello están las intenciones más dispares, pero ya sabemos que el camino al infierno está pavimentado de los mejores propósitos. Se trata de racismo en su acepción más pura."

Mejor sin señalar

Amos Oz no es un escritor de mi devoción y tampoco lo es como activista político y eso a pesar de que tengamos muchos puntos en común (aunque a veces me hagan dudar si realmente soy de izquierdas o no, tendré que replantearmelo); eso se debe a que leyendo algunos de sus escritos, hace ya unos años, detecté el mismo fanatismo del que acusaba a la derecha israelí.

Quizás sea yo mismo un radical al pretender entendimiento entre dos posturas tan teóricamente antagónicas, pero en el fondo quiero pensar que ambas partes quieren lo mejor para Israel, lo malo es que la izquierda tenga menos problemas a la hora de plantearse sentarse a dialogar con los fundamentalista de Hamas; y la derecha en negociar con Fatah; que sentarse una frente a la otra para tomarse un café.

Veo con cierta preocupación, o alivio, (será eso de mal de muchos consuelo de tontos) que es algo global. Es suficiente ver hechos tan absolutamente temibles como los últimos cuatro años de la política interior española, con izquierda y derecha llamándose de todo; o la huelga de la izquierda en Francia porque Sarzoky había ganado las elecciones (que ejemplo de democracia… ufff)

El otro día vi en un programa de televisión ("Sé lo que hicisteis") al casi seguro candidato a la presidencia de EEUU por el partido republicano, McCain, en una entrevista con una presentadora lesbiana, Ellen Degeneres, que ha anunciado que pronto se casará con su pareja. Preguntado el candidato sobre su opinión sobre los matrimonios homosexuales dijo que estaba en contra, sin aspavientos, sin buscar ningún tipo de corrección politica. Del mismo modo ella respondió y tras un “cada uno sabe lo que el otro piensa y respeta su opinión” el candidato le deseó la mayor felicidad del mundo, la pequeña venganza de la presentadora fue preguntarle si la llevaría al altar. La respuesta fue una sonora carcajada por parte del republicano. ¿Se podría dar una conversación así en este occidente más oriental?

Volviendo a Amos Oz, gracias a Safed-Tzfat encontré una entrevista que el periódico el país le hizo hace cuatro años en la presentación de Una historia de amor y oscuridad. Safed-Tzfat había resaltado un extracto, la respuesta de una pregunta hecha a mala idea (viniendo de el país no es algo excepcional), yo he preferido rescatar la entrevista casi completa. Sigo sin aguantar demasiado bien las ideas buenistas de Amos Oz para salvar al mundo, no puedo evitarlo.

Pregunta. La historia de su familia se asemeja a la historia vivida por los judíos en los dos últimos siglos.

Respuesta. En esta novela hay una saga histórica que tiene que ver con el pueblo judío en Europa, gente que la amaba y la ayudaba a crecer, y que eran europeos mucho antes que los demás. Eran europeos cuando todos los demás eran patriotas alemanes o españoles. Fueron expulsados de Europa en los años treinta del pasado siglo de forma violenta, lo que fue una gran suerte para ellos. De no haber sido echados entonces habrían sido asesinados en los años cuarenta. Una vez expulsados de Europa no tenían adónde ir. Tuvieron que ir a Jerusalén, crearon Israel como un barco de salvación. Querían que llegara a ser el país más maravilloso del mundo y fue una desilusión. La única manera de mantener vivos los sueños es no llegar nunca a realizarlos. Da igual si estamos construyendo un país, imaginando una fantasía sexual o escribiendo una novela. Israel existe y no es maravilloso ni perfecto.

P. ¿Qué ha tenido que pasar para que pudiera saldar cuentas con su pasado?

R. Tiempo. El momento llegó una vez que hice las paces conmigo mismo, con mis padres y con el mundo en el que me he criado. Ya no siento ira, ya puedo ver a mis antepasados, a mis ancestros, con humor, con pasión, con curiosidad y con ternura. Necesitaba hablar con ellos. No por razones reivindicativas. Necesitaba hablar acerca de mi país y de mi pueblo, pero no de una forma agresiva, sino de forma humana.

P. En su novela transmite el amor que siente por los libros y por la literatura.

R. Yo no me crié en el parque o en los campos, sino en un sótano como si fuese un submarino lleno de libros. El paisaje de mi infancia son cuatro paredes repletas de libros en lenguas que no pude leer. El mundo de los libros para mí fue más real y más sensual que el mundo exterior.

P. Muchos de los hombres y mujeres que terminaron su viaje en Israel se han sentido frustrados.

R. Mi familia no tuvo adónde ir en los años treinta porque cada puerta del mundo se les cerraba en sus narices. La mayoría de mis familiares están muertos, o quemados, en Europa, eso significa que Israel, en términos relativos, era un paraíso. Paraíso e infierno, depende del lugar del que se procede. En 100 años de guerra con los árabes el número de judíos muertos es de 22.000. En un día en el pueblo de mi madre, en Ucrania, los alemanes mataron a 25.000 judíos. Eso no quiere decir que yo acepte la situación actual. Durante los últimos 30 años he luchado a favor de la paz y la comprensión, pero nunca voy a decir que Israel haya sido un error.

P. ¿Qué reprocha a los europeos?

R. Si fuera ciudadano de Europa tendría mucho cuidado en no señalar a nadie con el dedo, ni a los israelíes ni a los árabes. No ayuda al proceso de paz y hace que los de ambos lados sean más intransigentes y más paranoicos. Europa tiene que ser cautelosa con los árabes y los judíos porque ambos han sido víctimas de Europa. Los árabes a través del imperialismo, el colonialismo, la explotación. Los judíos a través de la discriminación, la persecución, la expulsión y, finalmente, de una masacre masiva de una escala sin precedentes. Vale la pena tener en cuenta que el conflicto entre judíos y árabes es, de verdad, un enfrentamiento entre dos víctimas de Europa.

Una paz cínica (No es el momento para una paz verdadera)

Los festejos del 60 aniversario de Israel y la conmemoración de los 60 años de la Nakba palestina son un hito en el cual conviene examinar la situación del proceso de paz entre las partes.


¿Por qué, por ejemplo, por lo menos desde "Oslo" fracasan una y otra vez todos los intentos de conciliación entre los dos pueblos? ¿Es posible que aquel acuerdo fuera un trauma que demostrara a las partes hasta qué punto no están preparadas para la paz? ¿Es suficiente con el hecho de que Estados Unidos quiera la paz entre ambas para perseguirla?


Desde la creación del estado, la izquierda israelí ha impulsado a sus líderes a conseguir acuerdos de paz con los árabes, casi a cualquier precio; impulsó a una "Paz Ahora", una paz en la que los nobles israelíes cederían ante los débiles árabes desde una posición de fuerza, una especie de "paz de los generosos". Según la izquierda, una vez firmada la paz con nuestros vecinos, su contenido será menos importante, ya que de cualquier manera el acuerdo se "enderezaría" a medida que avanzara. La izquierda veía sólo las posibilidades. Solía recordar tiempos pasados en Eretz Israel, en los que el judío vivía junto al árabe sin perturbaciones. También citaba otros momentos y otras regiones históricos del mundo, en las que decenas de años de horror culminaban con una paz verdadera. Se podría hacer la paz con los árabes, insistían en la izquierda, si sólo se hallara un líder audaz.


Del otro lado, la derecha dudó de casi cualquier plan de paz que surgiera. Estaba inmersa exclusivamente en el análisis de las verdaderas intenciones del enemigo; la derecha sólo veía los peligros que emanarían de los acuerdos al firmarse, y no estaba dispuesta a ceder en nada. Durante largos años la derecha ha rechazado todo acuerdo de paz, dado que "no se puede entregar partes de la patria".


Desde "Oslo" la derecha ha rechazado a los árabes como pueblo. La frustración por el no cumplimiento de los acuerdos y por el estallido de la Intifada Aqsa, que se motivó la crítica y la sensación de frustración de parte de la izquierda israelí, llevaron a la derecha a cerrarse a todo proceso posible, y a emitir consignas extremistas del tipo: "Si no hay árabes, no hay atentados".


Desde el fracaso de "Oslo", no se escucha casi a la izquierda, ni tampoco a la derecha. Es posible que tanto unos como otros hayan culminado su papel. El espacio que dejaron fue ocupado por los creyentes en un nuevo tipo de paz: la paz cínica.


Esta paz carece de un apoyo verdadero, ni en el lado israelí, ni en el palestino. Como mucho la elogiarán en los pasillos de la Casa Blanca o en la sede del Cuarteto. La paz cínica se caracteriza por un fuerte odio entre las partes; por una hostilidad que crece cada día; por continuados actos terroristas y sus represalias, por una creciente desconfianza mutua; por una "facturación dual": una militante, frente a la opinión pública propia, y la otra "moderada", frente a la opinión pública mundial.


La paz cínica alcanzó nuestra la conciencia con el "Discurso de la Jihad" de Arafat en Johanesburgo, cuando poco tiempo después de la firma del acuerdo con Israel, la parte palestina llamó a la destrucción de la parte israelí. En el proceso de paz cínica se encuentran altos representantes de los palestinos con sus pares israelíes y concuerdan que el problema de los refugiados palestinos es solucionable, y luego vuelven a sus ciudades y aldeas y llaman a "Jek El Uda" (derecho al retorno también a territorio israelí).


Esa paz cree en el blindaje de las casas, de las escuelas y de los barrios como modo de vida. Incluso ve el refugio blindado como un medio generador de confianza. La paz cínica puede incluso sacrificar a una ciudad entera para que sirva de blanco en un campo de tiro.


Esa paz se centra en el firme deseo de contentar a todo precio al Tío Sam; es una paz de "foto-oportunidad", de palabras huecas, como: "Dos estados para dos pueblos, y que viven el uno junto al otro" (Bush), o: "La Paz de los valientes" (Arafat), o: "Continuaremos con la paz como si no hubiera atentados" (líderes israelíes).


Se trata de un proceso febril y apurado, especialmente por los norteamericanos; un proceso cuyos impulsores están seguros de que las partes están maduras para la paz, pero no es así; es una paz que se empecina en ver a Abu Mazen y a Abu Alá como a unos dignos líderes palestinos, capaces de firmar un acuerdo de paz y también de cumplirlo, aunque sea en contra la opinión de la mayoría de los palestinos.


Esta paz cínica es igual que la "hudna" (alto el fuego) que propone el Hamás, es decir, no más que un paso táctico para preparar mejor las fuerzas del enemigo para un enfrentamiento futuro con Israel.


La pregunta a todas estas afirmaciones es siempre: ¿cuál es la alternativa? La izquierda solía decir: hay que alcanzar la paz, porque ¿hasta cuando se derramará la sangre? Y entonces resultó que una paz de cierto tipo no evitaba necesariamente el derramamiento de sangre. La derecha solía decir: no hay que creer en los árabes porque en el momento que lo hagamos se derramará sangre. Pero hoy se derrama sangre sin que hayamos dado nuestra confianza a la parte palestina.

Moshe Elad Ynet tomado de Safed-Tzfat

sábado, 24 de mayo de 2008

Ataque contra la web judía argentina radiojai

MENSAJE DE RADIO JAI

radiojaiweb@ yahoo.com.ar

Radio Jai; la Radio Judía de Latinoamérica, informa a su audiencia y a la opinión pública que sus sitios de Internet www.radiojai.com.ar y www.jaitv.com.ar han sido atacados por delincuentes informáticos.

Esta nueva agresión, que se suma a las dos anteriores (que tuvieran claras características Antisemitas), tiene por propósito dañar nuestra tarea periodística e impedir que nuestro mensaje y servicio llegue a los miles de usuarios repartidos en el mundo, que diariamente nos tienen como referentes en lo que hace a la vida del pueblo judío y a la realidad de Israel y medio Oriente.

Nos encontramos abocados a la ardua tarea de recomponer lo destruido y pronto poder reestablecer el funcionamiento de nuestros portales.

Esperamos su comprensión, solidaridad y la paciencia indispensable ante esta lamentable situación.

Solicitamos difundir este comunicado.

lunes, 12 de mayo de 2008

"Jolanta" ha muerto


Nadie fuera de Polonia conocía el nombre de Irene Sendler, hasta que en 1999 el trabajo de fin de curso de los alumnos de un colegio de Kansas sobre los héroes de la Shoa les llevó a conocer la historia de una joven enfermera polaca católica que creó una red que salvó la vida de 2500 niños judíos del ghetto de Varsovia al sacarles del ghetto y al ofrecerles un refugio en casas particulares, conventos, etc.

Irene Sendler tuvo en mente el final de la guerra y guardó en botes de conserva, que fue enterrando junto al manzano de su vecino, los nombres de los niños y sus nuevas identidades.

En 1943 Irene Sendler fue detenida y torturada por la GESTAPO, le fracturaron las piernas y los pies por lo que nunca más volvió a andar bien y que acabaron confinándola a una silla de ruedas, pero salvó la vida porque la resistencia polaca pagó para que un soldado la dejara escapar la mañana que se suponía iba a ser fusilada.

Aún así Irene siguió arriesgando su vida, con otra identidad continuó entrando en el ghetto y convenciendo a los padres para que la dejaran intentar salvar a sus hijos.

Terminada la guerra Irene desenterró los botes e intentó reunir a los niños con sus familias diseminadas por Europa.

Años más tarde, un periódico polaco publicó su historia y fotos suyas de la época, y fue cuando Irene Sendler comenzó a recibir llamadas de los niños a los que había logrado salvar y que recordaban su rostro y su nombre en clave “Jolanta”.

El año pasado el gobierno polaco presentó la candidatura de Irene al premio Nobel de la Paz. Irene ya había sido reconocida como Justa entre las Naciones por el Yad VaShem y el parlamento Israelí.

Hoy, 12 de mayo de 2008 la última superviviente de la Sección Infantil del Zegota, el Consejo de Asistencia para los Judíos, ha muerto.

Que B’H conforte a todos los que estamos en duelo de Jerusalem y de Sión.

sábado, 10 de mayo de 2008

El gobierno libanés rectifica medidas anti-Hezbolá.


Hizbulá acaba de anunciar la retirada de sus hombres de las calles de Beirut aceptando así la petición del jefe del Estado Mayor libanés y candidato de consenso a la presidencia del país, el general Michel Sleiman, quien ha asumido la gestión de la crisis al anunciar la revocación de las dos medidas del Gobierno que llevaron al 'Partido de Dios' a lanzarse a las calles el pasado miércoles. Sin embargo, la facción chií advierte que seguirá con su campaña de "desobediencia civil" que mantiene el país colapsado.

Sleiman ha asumido la reinstauración del general Wafic Shuqeir a cargo del aeropuerto internacional de Beirut. Shuqeir, considerado cercano al Hizbolá ('Partido de Dios'), fue cesado en sus funciones por el Ejecutivo hace cinco días, en un consejo de ministros en el que también fue declarada ilegal la red de comunicaciones de Hizbulá que, según su líder, Hasan Nasrala, es un "instrumento vital" para la resistencia contra Israel. En cuanto a esta red, el general ha anunciado que "la investigará" sin poner en riesgo la labor de la resistencia.
El jefe del Ejército, cuya figura es vista por mayoría y oposición como un elemento unificador –no en vano su institución es la única que sigue unida en el nuevo Líbano sectario y se ha mantenido al margen de los combates- también ha pedido a los hombres armados que se retiren de las calles, lo que daría una pausa a los combates.

Ahora son los líderes políticos, en especial Nasrala y los responsables de los partidos de la mayoría cuyas milicias se están enfrentando a los chiíes –el suní Saad Hariri y el druso Walid Jumblatt- los que deben dar un paso hacia la solución ordenando a sus combatientes replegarse y cesar los combates. Hariri y Jumblatt ya han anunciado que se pliegan a las condiciones del general.

El anuncio de Sleiman se produjo poco después de que el primer ministro se pronunciase sobre la crisis con una vehemente alocución en la que culpaba al 'Partido de Dios' de volver sus armas hacia los libaneses.

Cuatro días de enfrentamientos ha necesitado el primer ministro Fouad Siniora para dirigirse finalmente a la nación, en un discurso en el que ha denunciado a Hizbulá por "declarar y lanzar una guerra con el objetivo de cambiar el balance de poder doméstico, regional e internacional". Además, ha advertido que el Partido de Dios "no nos aterrorizará [al Ejecutivo libanés] con sus armas", en una declaración que podría exacerbar el principio de guerra civil que padece el país. a los combates.

En un discurso televisado desde la sede del Gobierno, el Gran Serail, donde se encuentra por completo protegido por el Ejército y cercado a su vez por los milicianos de Hizbulá y las milicias afines que controlan oeste de Beirut, el jefe del Gabinete ha criticado vehementemente a un Hizbulá, "que llama al diálogo y se prepara para la escalada, habla de calma y prepara la guerra".
Siniora ha advertido que "el país no caerá bajo el golpe [de Estado] ni volverá a la hegemonía del terrorismo[...]. Líbano vive los tiempos difíciles, [sufre] un apuñalamiento envenenado mediante el golpe de Hizbulá", y ha anunciado que su Gobierno "no quiere la guerra, como Hizbulá, pero no aceptaremos que civiles inocentes sufran daños, ni que Hizbulá imponga sus deseos sin una discusión previa con las instituciones constitucionales".

El primer ministro ha pedido al jefe del Ejército, el general Michel Sleiman –el candidato mejor visto por todos los partidos para ocupar la Presidencia desde que ésta quedara vacante por la crisis política, en noviembre- que sus fuerzas liberen las calles de combatientes.
"Solicito al comandante en jefe que preserve la paz civil", ha dicho en su intervención, en la que propuso un plan de cinco puntos para tratar de calmar el conflicto, el primero consistente en paralizar temporalmente las dos medidas decretadas por el Gobierno contra Hizbulá –ilegalizar su red de comunicaciones y cesar al responsable de Seguridad del aeropuerto, próximo al Partido de Dios- que generaron la actual confrontación.
Las siguientes medidas consisten en retirar a los hombres armados de las calles, levantar el campamento de la oposición que paraliza el centro de la ciudad desde hace 17 meses y dejar la seguridad en manos del Ejército; elegir a un presidente de consenso y un gobierno de unidad nacional y discutir una nueva ley electoral en el Parlamento.
El primer ministro ha llamado a un minuto de silencio este domingo a mediodía en señal de duelo por los acontecimientos, aunque la situación no cesa de empeorar. Los enfrentamientos se han extendido a las montañas de Alley, uno de los feudos de la comunidad drusa, donde, según Al Yazira, 9 combatientes, siete de ellos de Hizbulá y dos del Partido Socialista Progresista de Walid Jumblatt habrían perecido en los combates.

Hizbulá, por el momento, ha denunciado la "ejecución" de dos militantes y el secuestro de un tercero. En Trípoli, de enorme presencia suní, también se han registrado fuertes tiroteos y se teme que se extiendan los combates.

Mientras, la capital ha vuelto a asistir a enfrentamientos en Tareq al Jedide, cerca de Corniche al Mazra, donde el altercado entre un cortejo funerario por una víctima suní y un comerciante chií ha desembocado en un tiroteo protagonizado por éste último que ha dejado dos muertos y varios heridos, dos de ellos de gravedad.

En total, más de 30 personas han perdido la vida en los enfrentamientos que comenzaron el pasado miércoles pero que se definieron como una guerra civil el jueves, cuando tras un discurso del líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, sus fuerzas tomaron por la fuerza, en apenas 36 horas, todo el Beirut musulmán, que sigue bajo su control.

Al menos un centenar de personas han resultado heridas. El país sigue con su aeropuerto y su puerto marítimo cerrados, y la única vía que lo une con el exterior es la carretera hacia Siria, aunque los cortes de los manifestantes son tan continuos que no resulta segura emplearla para salir. El sector cristiano de la capital libanesa sigue por el momento ajeno.
Mónica G. Prieto
Beirut
Extraído de ELMUNDO.ES

HEZBOLÁ Y EL DESAMOR

Líbano sufre. Occidente asiste mudo a la furia del Partido de Dios, que, cual plaga milenaria revienta el frágil sistema institucional del país de los cedros. Frágil suena a eufemismo, a pobre término de novela barata para describir la configuración política de Líbano, el que pudo haber sido el "otro Israel", el que pudo ser el otro gran milagro de Oriente Medio. La utopía se transformó en la más cristalina evidencia de que el mundo musulmán tiene serias dificultades en las relaciones de pareja y que necesita toda la manta para dormir.

Las etnias maronitas y ortodoxas, de religión cristiana han pasado de ser una de las partes en un ¿estable? matrimonio a ser el cónyuge maltratado y acosado que huye con lógico miedo en el corazón. Si unimos la presión siria al hecho de que cada vez más cristianos quieran realizar sus sueños fuera de Líbano y además lo combinamos con una elevada tasa de nacimientos en la población musulmana no hace falta ser oráculo para ver la triste realidad. Hemos oído muchos avisos de lo que se les venía encima a esta democracia castrada. Si tras varias guerras civiles alguien dudaba y el asesinato del primer ministro Rafik Hariri en 2005 no les acababa de convencer, los sucesos de hoy en día dan algo más que pensar. Lo que nuestra gran "estadista" Maruja Torres definió como el resultado de la"falta de cariño a Hezbolá" no es otra cosa que la violación flagrante de la resolución de la ONU 1701, que por si alguien no lo sabía , aparte de mantener lejos a Israel del pacífico y cohesionado estado libanés pedía que la soberanía se hiciese efectiva en todo el territorio del país: vamos que Hezbolá no podía seguir teniendo un estado dentro del Estado.

Siria se frota las manos ante este Golpe de Estado y el mundo cómplice aguarda acontecimientos. No ha sido tan mala idea para algunos el no llevar acabo el dichoso desarme de Hezbolá. Mirar como el verdugo asesina a su víctima mientras morbosamente se contempla el crimen es algo extrañamente aceptado en nuestra vieja y culta Europa. Nos encanta denunciar las violaciones del derecho internacional salvo con pequeños detalles como la destrucción de estados (independencia de Kosovo) o los crímenes de los enemigos de los sionistas, silenciados por el mecánico murmullo orwelliano del pensamiento único.

De cumplirse los peores pronósticos para los que aún persiguen la libertad en Líbano, la pareja Irán-Siria se convertirá en un trío; una pinza perfecta para hacer frente al enemigo de siempre: Israel, ese "país artificial" que lleva 60 años molestando con su maldita democracia judía. La naturalidad o no de Líbano no es algo sobre lo que polemizaré, pero, artificial o no, lo cierto es que sus ciudadanos tienen demasiadas probabilidades de perder su propia Tikvah , su propia esperanza de ser libres en su tierra.

Mientras el amor-odio deja escapar todo hipotético cariño, mientras la dolorosa violación se consuma, mientras Siria y su pareja de hecho se frotan las manos, mientras Israel mira al cielo en busca de algo más que fuegos de festejo, mientras Líbano sufre, muere y vuelve a sufrir... el mundo se sienta en una banqueta fronteriza para, como viene siendo habitual, mirar sin observar.


Por Tails

martes, 6 de mayo de 2008

El Tigre Semita

Primero se habló de los cuatro tigres asiáticos: Taiwán, Singapur, Corea del Sur y Hong Kong. Eran países que en el curso de una generación saltaron de la miseria al desarrollo. Luego vinieron Nueva Zelanda (el Tigre Anglo), Irlanda (el Tigre Celta) e incluso Chile, al que comienzan a llamar el Tigre Latino y que parece decididamente encaminado a formar parte del Primer Mundo. Lo curioso es que, entre esas historias de éxito, nadie cita la más impresionante de todas: Israel.

Por estas fechas se cumplen sesenta años de la tumultuosa fundación de Israel, en el inhóspito arenal del Medio Oriente. Casi nadie apostaba por la supervivencia de este pequeño Estado surgido en la tensa primavera de 1948, en medio de los primeros combates de la Guerra Fría. Los padres fundadores eran apenas un puñado de soñadores asediados por decenas de millones de árabes dispuestos a aplastarlos. No tenían ejército ni dinero, y provenían, algunos de ellos, del espantoso matadero nazi, donde seis millones de judíos acababan de ser ejecutados en el más siniestro genocidio que registra la historia de la Humanidad. Tenían, eso sí, una desesperada convicción: iban a construir un espacio seguro y decente en el que el atormentado pueblo judío pudiera sobrevivir al brutal antisemitismo esporádicamente practicado por casi todas las otras naciones monoteístas surgidas de Abraham, el padre común de judíos, cristianos y mahometanos.

Israel lo tenía todo en contra: la geografía, los vecinos, el suelo miserable y seco, la escasa y variada población, incluso el idioma, porque el hebreo era una lengua ritual, prácticamente muerta, confinada a la sinagoga y a la lectura de los libros sagrados, y hubo de ser revitalizada mientras la población judía se comunicaba en los idiomas vernáculos de los países de donde provenía. Unos lo hacían en alemán, otros en polaco o en yiddish; los había que sólo dominaban el turco, el árabe o el griego. En cuanto al factor étnico, había una profunda división entre dos comunidades no siempre bien avenidas: los asquenazíes, generalmente de origen germano-polaco, y los sefarditas, originalmente procedentes de España, de donde fueron expulsados en 1492.

No existía, pues, un pueblo judío, sino diversos pueblos judíos forjados en la diáspora; gentes que emigraban desde Yemen, Marruecos, Etiopía y, sobre todo, Rusia. Tampoco poseían un fenotipo dominante que los caracterizara físicamente. Se vinculaban, además, de distintas maneras a la tradición religiosa y cultural del nuevo y desconocido país, ostentando muy diferentes grados de desarrollo intelectual y académico. Variedad que, sin duda, no era el mejor cohesivo para unificar a la vacilante nación que dio sus primeros pasos en medio de una invasión destinada a "echar a los judíos al mar''.

Escudo de Israel.¿Qué han hecho en sesenta años los israelíes con ese mosaico abigarrado y difícil? Han hecho una complejísima democracia parlamentaria, reflejo de la diversidad de una vibrante sociedad que hoy cuenta con más de siete millones de habitantes, los cuales disfrutan de todos los derechos individuales, y en la que las poderosas Fuerzas Armadas están subordinadas a la autoridad de los civiles. Han hecho un gobierno razonablemente eficaz, más honrado que la media, pese a las turbulencias en las que han tenido que vivir. Han hecho un país con una población altamente educada y con el menor índice de violencia social del mundo; una población con un 16% de musulmanes, una minoría, también israelí, difícilmente asimilable, aun cuando constituye el grupo árabe –hombres y mujeres– que más libertades y prosperidad posee de cuantos pueblan la tierra.

Israel tiene un per cápita (PPP) de 29.000 dólares, y, de acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, que mide la calidad de vida, forma parte de los treinta países punteros del mundo, entre Alemania y Grecia, pese a que tiene que dedicar a su defensa nada menos que el 8% de cuanto produce, porque ya se ha desangrado en por lo menos tres costosas guerras... y mañana pudiera comenzar la cuarta. Entre esos treinta países punteros no hay ningún otro de Oriente Medio (ni de América Latina, por cierto).

¿Cómo ha logrado Israel este milagro económico? Esencialmente, cultivando su enorme capital humano y sus virtudes cívicas, a base de inteligencia, rigor, trabajo intenso y respeto a la ley, lo que le ha permitido ser muy eficiente en la agricultura, las comunicaciones, la electrónica, la fabricación de equipos médicos, la aviación y la industria armamentística; hasta en el ámbito espacial: ya hay satélites israelíes girando en torno a la tierra.

No todo, por supuesto, es perfecto en el país, pero para juzgar a Israel siempre hay que preguntarse dónde existe otra sociedad libre y desarrollada que en apenas seis décadas, surgiendo de la nada y contra viento y marea, haya conseguido los logros obtenidos por el pueblo hebreo. Es hora de empezar a hablar del Tigre Semita. Hay que estudiar muy bien lo que allí se ha hecho. Es casi milagroso.

Por Carlos Alberto Montaner

tomado de libertad digital