¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Combates desiguales, valores desiguales

La maquinaria de guerra israelí se ha puesto en marcha, con una contundencia solo superada por la discriminatoria cobertura informativa. Cualquier vistazo casual a la prensa española dará como resultado la misma y casi unánime mueca facial de repulsa. No conozco a nadie que mire edificios destruídos, hombres y mujeres heridos de gravedad, cadáveres en tránsito y otras tétricas imágenes sin que la preocupación pueble su rostro. Hasta cierto punto hay cierta normalidad en esto. Al fin y al cabo, la humanidad y la conciencia de la mayoría de nuestros conciudadanos debería enorgullecernos ¿O no?.

La repulsa a los ataques de Israel en Gaza lleva consigo un mismo mantra en la conciencia popular, "No a Israel", en lugar del ambiguo "Sí a Palestina". Llamar anti-israelí al pro-palestino medio no es ningún juego de palabras ni una manipulación sionista de los términos. Una consideración sobre algunos esquivos matices pueden clarificar esta tésis. Lo cierto es que, cuando el pueblo palestino más sufrió en sus carnes la tiranía de su propia gente, los defensores de esta causa omnipresente en nuestro país callaron cobardemente, o, rizando el rizo, acusaron a Israel de azuzar las carnicerías que ellos mismos cometieron. El desprecio incondicional a Israel es la constante de muchos mal llamados pro-palestinos .

Mucho énfasis se ha puesto en la desigualdad de los combates, el "remasterizado" mantra de "tanques contra piedras". Hamás, para muchos, sigue siendo un grupo de milicianos que luchan por su tierra, Palestina, con lo poco que tienen. Efectivamente, ahora que les es más difícil antentar con suicidas en Israel, los cohetes caseros Kassam son los encargados de cobrarse victimas civiles en el lado israelí (o en el suyo, lo importante es cargarse a alguien). ¿Nadie se ha preguntado por qué esto ha sido una constante durante la "falsa" tregua?. Reflexionemos solo por un momento si una palmadita en la espalda es lo más aceptable para una banda de criminales que se hacen llamar patriotas (quizás suene familiar esta definición en España, siempre que nos saquemos la cera de los oídos) .Por supuesto, doy por hecho que todos sabemos que Hamás busca imponer la ley islámica en el territorio que comprende el actual Israel y Palestina, justificando por ello los ataques a civiles inocentes judíos y no judíos. Tampoco hace falta decir que Hamás sabe muy bien lo que quiere, tiene unos objetivos tan dogmáticos como cristalinos. A veces desearía que esta claridad fuera la misma en el lado democrático. En el caso de Israel, o mejor dicho, el de su gobierno, se han planteado objetivos específicos muy diferentes según los cambios de gabinete. “Por culpa” de esa democracia, su arco legislativo, sostén principal del gobierno en una república parlamentarista, muestra facciones laicas, religiosas, conservadoras, progresistas, étnicas, sin olvidarnos del malogrado Partido de los Pensionistas claro. Si hay un objetivo común omnipresente en todos los gobiernos israelíes es el de la seguridad. Ningún gobierno salido de las urnas permitiría que sus ciudadanos sean asesinados impunemente ni que su espacio territorial sea violado por enemigos que quieren ni más ni menos que la destrucción del Estado. Desde el orígen, y mucho antes, la seguridad en Israel ha sido una obsesión, cierto. Una obsesión solo equiparable a los deseos de destrucción de sus vecinos (y de sus no tan vecinos) a lo largo de la historia. Cuando esa seguridad falla el dilema es claro: "¿el cordero de Auswitchz o el león de Judá?". Una historia plagada de "corderismo" en el pueblo judío hace evidente que la segunda opción sea más tarde que temprano, la más aceptable. Ninguna decisión ha estado exenta de polémica, de debate, de discusión, de sana y a la vez testaruda deliberación en el único pedazo de occidente con algo de honor en Oriente Medio.

Poco o nada parece valer para la prensa española las bofetadas que Israel ha recibido en estos últimos años. Cualquier movimiento de tanques y soldados harán las delicias de periodistas y similares que no dudarán en contar el mismo cuento de siempre. Al fin y al cabo, una historia es más comestible cuando tenemos claro quienes son los buenos y quienes son los malos.

“Guerra desigual” puebla los titulares de periodistas que ponen a trabajar sin descanso a una neurona mientras dan vacaciones a la otra. Lo obvio se queda en las profundidades y no se atisba que la llamada guerra desigual, la diferencia de recursos militares y económicos de las partes es tan real como la diferencia entre sus valores. Las barbaridades con las que los poderes teocráticos educan a palestinos infantes y adultos en Gaza son completamente lamentables y condenables, pero permisibles por la ocupación. Los fraudes informativos son justificados por la ocupación israelí. La muerte de su propia gente a manos de sus líderes corruptos y/o fanáticos es entendible debido a ...sí exacto, la ocupación israelí. La única respuesta a la cultura del odio que envenena palestina es, para muchos de nuestros conciudadanos, la palabra "ocupación". Al final, todo gira en torno a Israel. Quizá sea por que, con toda seguridad, la única razón de existir de un pueblo que nunca se identificó como tal hasta después de 1948 sea precisamente...Israel.

Como de costumbre, muchos de nuestros conciudadanos bienpensantes se llenan la boca con las palabras paz y solidaridad, acusando y denunciando dictaduras, mientras consentimos e irónicamente nos solidarizamos con la que manda diariamente cohetes contra el único país democrático de Oriente Medio. Nuestro partido más votado, del que forma parte el actual gobierno, escupe en su propia responsabilidad y contribuye a echar más leña al fuego hablando estúpidamente de una supuesta “impunidad” de Israel. Quizás la joven secretaria de organización del PSOE, Leire Pajín rectificase sus imprudentes comentarios si pasase una temporada en Sderot y otros tantos territorios del sur de Israel sometidos a la lluvia continua de explosivos.

En definitiva, parece más razonable pensar que la hipótesis A, el odio a Israel, es el principal motor de este tipo de actitudes, mientras que la postura B, el ser propalestino, es un subproducto de la postura A, y será cierta en la medida en que concuerde con esta. Esta teoría del odio se puede extrapolar al empantanado terreno de Oriente Medio y solo así nos daremos cuenta del flaco favor que hacemos tanto a una parte como a la otra con tan equívocos apoyos. Realmente no importa cuanta ayuda humanitaria trague la franja de Gaza, o cuanto gritemos “No a Israel”. ¿Cuándo serán educados los palestinos sin el odio a Israel? ¿Cuándo se les explicará que una Gran Palestina musulmana sin Israel es hoy en día una utopía fascista?¿Cuándo comprenderán que están siendo manipulados por teocracias sin escrúpulos? ¿Cuándo se levantarán y, como todos los pueblos con orgullo, demostrarán que lo son? Todos son interrogantes que nos hemos dejado en el tintero de nuestra ética.

Deseo de todo corazón que algún día todos aprendamos la importancia de los matices antes de abrir nuestros labios, a veces más torpes que de costumbre.

Porque hay una diferencia entre el fanatismo y el pragmatismo, entre educar a un niño para vivir y educarlo para morir, entre dar tu vida por una causa, y que tu causa sea dar la vida. Algún día aprenderemos...


Tails

lunes, 29 de diciembre de 2008

Misiles judíos

Todos los misiles que lanza el ejército israelí son judíos:

«El proceso para conseguirlo es largo y difícil. Tras largas consultas a varios rabinos para preguntarles como debíamos conseguir que los misiles siguieran el kashrut los rabinos decidieron que los misiles debían cumplir los requisitos como cualquier judío. Ser hijo de madre judía, la circuncisión, la inmersión en la mikve, presentación en la sinagoga, Bar Mitzva o Bat Mitzva (no vamos a enviar a la guerra a misiles menores de edad)…

Realizar estos ritos con los misiles a punto de nacer sería sencillo, pero ¿qué hacer con los que ya estaban en el mundo? Bueno, los hijos de padre judío podrían realizar la conversión y así ser miembros de pleno derecho dentro del pueblo judío. ¿Y qué hacer con los drusos? El judaísmo no es una religión proselitista. Los rabinos dieron vueltas buscando una solución día y noche, pero nada acababa de satisfacerles del todo.

Mientras los rabinos cavilaban se empezó el ritual para convertir los viejos misiles formalmente al judaísmo sus madres y padres emocionados acudieron al evento. Como el padre no podía levantar a sus hijos, se optó por una ceremonia en la que simplemente y de viva voz iba diciendo el nombre de cada uno de sus hijos. Estaba tan emocionado que no dejaba de bipear y llegó a soltar alguna pantalla azul producto de la profunda emoción que sentía.

La inmersión en la mikve se solucionó rápidamente, una tras otra las misiles recibían la inmersión mientras las berajot eran recitadas. La encargada del baño acabó agotada y necesito varios baños de aceite para volver a estar en condiciones.

Más tarde, mientras el mohel realizaba la circuncisión las madres soltaban lágrimas de aceite, mientras el padre soltaba chispas de alegría. Todo fue muy emotivo. Los misiles reaccionaron muy bien a la pequeña operación y sólo tuvieron que estar en el hangar cuarenta días sin hacer ejercicios bruscos para evitar efectos secundarios más dolorosos que traumáticos. Todo se arregló con el reparto de toneladas diarias de hielo para evitar males mayores.

El examen ante el beit din fue intenso y alguno de los misiles estuvieron a punto de no aprobarlo, pero como iluminados por la luz de… »

¡BASTA! Mi sarcasmo no da para más.

Después de escuchar en la televisión —por enésima vez—, acerca de la existencia de los “misiles judíos” me vino a la cabeza un surrealista ritual —no es bueno imaginar rituales cuando uno está engripado—, de conversión al judaísmo de todos los misiles israelíes.

Esa costumbre de la prensa española que se afana en mezclar religión y política de una forma deleznable hace que uno se pregunte si el mismo periodista que ayer llamó a los misiles lanzados por los F-16 “misiles judíos” llamará a los kassam lanzados por Hamas, la Yihad Islámica y demás grupos palestinos —aunque sólo sea en la intimidad—, “cohetes musulmanes”.

Sospecho que no. Será la práctica de años la que habla por mi… Será que me estoy volviendo un cínico.

El Derecho de Israel

YA se ha producido la tan temida como previsible catástrofe. Después de la ruptura unilateral de la tregua por parte de Hamás y sus continuos ataques con cohetes y morteros contra el territorio meridional israelí, tras una larga serie de advertencias a las autoridades de la Franja de Gaza para que pusieran fin a los ataques terroristas, el presidente israelí, Simon Peres pidió hace días encarecidamente a la población de Gaza que impidiera a los terroristas provocar la situación que lo hiciera inevitable. Al final, Israel ha tenido que responder. Y lo ha hecho con contundencia. Ha destruido prácticamente todos los edificios de la policía y las milicias de Hamás, depósitos y túneles por los que se introducen en Gaza las armas. Por supuesto que ha habido víctimas civiles. Porque muchos de los arsenales están en sótanos de casas de miembros y líderes de Hamás. Porque todo el terrorismo islamista se arropa en civiles, cuyas muertes para ellos son una bandera. Pero quien vea el mapa de las operaciones realizadas sabe que el esfuerzo de las fuerzas israelíes por evitar víctimas civiles palestinas es tan denodado como el habitual de los terroristas de Hamás por matar al mayor número de civiles israelíes. Sólo la ignorancia, la mala fe y la militancia antiisraelí de los medios de comunicación -en nuestro país ya grotescos- pueden inducir a hablar, como se ha hecho, de «ataques masivos». Quien conozca un poco Gaza, una de las regiones más superpobladas del mundo, sabe que un ataque «masivo» habría provocado muchos miles de víctimas. Y no 280, en su mayoría hombres adultos y en gran parte uniformados.

Pero esto da igual no sólo a los medios de comunicación, también a las organizaciones políticas o humanitarias y a tantos políticos de derechas e izquierdas, a los que tan fácil les resulta condenar un bombardeo ante la opinión pública. Eso siempre confiere «caché» humanitario. Han callado durante todo el tiempo en el que Hamás ha generado una situación que hiciera inevitable la tragedia. Hace tres años Israel se retiró de Gaza como acto de buena voluntad para intentar dar un impulso a unas negociaciones sobre los dos estados, el Israel y el palestino, cuya existencia hoy es aceptada por una abrumadora mayoría de los ciudadanos israelíes. En la otra parte no sucede lo mismo. Cada vez son más los palestinos que siguen las consignas de Hamás y Teherán, rechazan la solución de dos Estados y llaman a la destrucción de la «entidad sionista». Hay muchos responsables de que así sea. Y no todos están en la región. Están ante todo los terroristas de Hamás que con la ayuda de Irán y Siria y la inapreciable colaboración de la corrupción del aparato de Al Fatah de la Autoridad Palestina, consiguieron ganar unas elecciones, liquidar a sus oponentes y establecer un Estado terrorista en la frontera sur de Israel.

Mientras desde Israel, pese a la confusión y las convulsiones políticas internas, se hacían esfuerzos por proseguir las negociaciones con la Autoridad Palestina en el poder en Cisjordania, Hamás y su patrón iraní Ahmadineyad han ido ganando terreno, comprensión internacional, amigos y armas. No sólo en Rusia, China o Pakistán, también en Europa por supuesto. ¡Qué confusión de valores por nuestros lares! Pocos hechos tan significativos como que en el Reino Unido, donde más activamente se ha hecho campaña para aislar al Estado de Israel, un canal de televisión decidiera estas navidades emitir un saludo de Nochebuena del presidente iraní, el adalid de la destrucción del Estado judío, el látigo de infieles, el carcelero de mujeres intelectuales, el verdugo de homosexuales, miembro de la Alianza de Civilizaciones con el turco Erdogán y el español Zapatero, nuestro hombre de la Kafiya. «Comprensión hacia Hamás», «no aislar a los islamistas», «no radicalizarlos». Este sempiterno pregón de nuestro ministro Moratinos parece ya omnipresente en el discurso vacuo e insensato de gran parte de la clase política europea. Y lo es porque previamente ha sido asumido por los medios de comunicación y gran parte de la opinión pública. Pese a toda la cultura de apaciguamiento, negociación de principios y relativismo general que se nos inocula a diario, nadie en España se atrevería a decir que las pistolas de ETA son inocuas porque tienen menos capacidad de fuego que las armas de la Guardia Civil. Es la artera forma de analizar la realidad comparando elementos no comparables. Es la que lleva a tanto intelectual y vocero en nuestros medios a decir que los misiles artesanales de Hamás son poco más que una broma pesada y que no justifican nunca una acción contundente del agredido para acabar con ellos. Es la que lleva a tanto idiota a pensar que las armas son malas independientemente de quienes las tenga.

El hecho cierto es que el terrorismo ha tenido un éxito parcial aquí en España, como saben quienes lo denunciamos, quienes lo niegan y quienes directamente se han beneficiado de ello. Aquí el éxito del terrorismo ha supuesto privilegios para sus simpatizantes y amigos secretos o la debilidad de la idea nacional en beneficio de otros nacionalistas. En Israel la amenaza es directamente existencial y pone en peligro su propia existencia como Estado. La creación de un Estado terrorista en Gaza en los últimos tres años y su creciente capacidad de paralizar el sur israelí pone en cuestión la propia viabilidad del Estado de Israel. A ojos de los israelíes pero ante todo a ojos de los cientos de millones de islamistas, árabes o no, que han convertido la destrucción de Israel en el centro de su existencia. Israel no puede vivir con gran parte de su población enterrada en refugios día sí, día también, porque Hamás o Ahmadineyad quiera. Acabaría toda Israel igual y ese gran estado no se erigió en su día para ser un gran Lager bajo tierra con los SS islamistas desfilando encapuchados sobre sus campos.

Mucho se hablará ahora durante y después de esta campaña militar -que todos deseamos corta, pero puede ser muy larga y dolorosa para todos- sobre el papel en su desencadenamiento del punto de inflexión en la historia de Estados Unidos que supone la llegada de Barack Obama a la presidencia. Creo que nadie debiera sobrevalorarlo. También creo desencaminados los intentos de explicar la operación militar israelí como parte de la dinámica electoral interna de Israel. Nada había más lejos de los deseos de la ciudadanía israelí que entrar ahora en este conflicto. Porque conocen la guerra. Y todos saben que estos muertos del fin de semana no son los primeros ni los últimos. Y que muchos no serán terroristas sino también niños y niñas tanto palestinos como israelíes y muchos soldados israelíes como la campaña prosiga por tierra. Lo que sí debería estar claro es que los defensores de esta operación militar de Israel somos los que sufrimos por todas las muertes, también por las ahora habidas en todos los bandos. Y enfrente hay un enemigo que se alegra de las muertes, también de las propias. Y las busca en Israel, en las Torres Gemelas, en Londres o Atocha, en la India o en Afganistán. Forman parte de una cultura de la muerte que es enemiga de nuestra sociedad tanto como del Estado de Israel. Y que si Israel fallara en su autodefensa, por supuesto que desaparecería como Estado democrático pero todas las demás sociedades abiertas perderíamos nuestro bastión más firme en la defensa de la ciudadela de la libertad. Una ciudadela que tiene muchas murallas minadas o tambaleantes en Occidente por el miedo a luchar, la falta de voluntad de ganar, por su confusión de valores y su incapacidad para el sacrificio. O porque, ilusos, creen que tratamos con un enemigo como nosotros. Esperemos que esta tragedia tenga un receso al menos. Pero la guerra será larga y la lista de víctimas también. La única nota de optimismo que tengo para concluir esta reflexión está en mi profunda convicción de que Israel, con la sabiduría de miles de años de supervivencia y la memoria de quienes aun son testimonio vivo de la última vez que -ante la pasividad de todos- se quiso exterminar a su pueblo, nos dará una nueva lección a la civilización. A la única civilización existente. Israel sabrá defender, cueste lo que cueste, pese a quien pese, llore quien llore, su sagrado derecho a la existencia en libertad y dignidad.

por Hermann Tertsch para ABC