La ONU ha permitido que Hezbolá meta misiles en casas, escuelas y mezquitas, en medio de ciudades densamente pobladas, y no ha hecho nada. Los observadores de la ONU han contemplado a los terroristas de Hezbolá entrenarse y ser entrenados por la Guardia Revolucionaria iraní en su puerta, y no han hecho nada.
Estas actividades no son el tipo de cosas que se realizan en secreto y durante la noche. La toma del sur del Líbano por parte de Hezbolá tuvo lugar delante de las narices del destacamento de la ONU y con total conocimiento por parte de los observadores de la ONU. Pero estos observadores omitieron informar al Consejo de Seguridad de lo que estaba sucediendo bajo sus narices, y no tomaron ninguna medida para detener la violación de las resoluciones de la ONU que prohíben la presencia de terroristas armados en el sur del Líbano. Era obvio lo que iba a suceder una vez que los terroristas empezasen a lanzar misiles a Israel desde plataformas de lanzamiento escondidas en centros de población. La muerte de civiles libaneses provocada por la fuerza aérea israelí intentando detener el bombardeo de sus ciudades y pueblos es por tanto atribuible directamente a la falta de escrúpulos de la directiva de Kofi Annán y la complicidad abierta y pública de los observadores de la ONU en el rearme del sur del Líbano. Ahora la ONU, y no Israel, tiene la culpa de cualquier baja civil en el Líbano.
La ONU tiene un largo historial de cooperación con los terroristas de Hezbolá en el Líbano. El 7 de octubre del 2000, terroristas de Hezbolá disfrazados con uniformes de la ONU se introdujeron en Israel desde el Monte Dov y atacaron a una patrulla israelí. Secuestraron a tres soldados heridos de gravedad y los pasaron al Líbano a través de la frontera. Un contingente hindú de observadores de la ONU contempló todos los sucesos y los grabó en video. Durante nueve meses, la ONU negó con vehemencia la existencia de la cinta. El enviado de la ONU en Oriente Medio, Terje Larsen, y Kofi Annán, rechazaron furiosamente la afirmación por parte de Israel de que los observadores de la ONU habían visto todo, incluso si la afirmación se basaba en declaraciones hechas por uno de los soldados hindúes.
Solamente el 6 de julio del 2001 la ONU admitía por fin que los observadores de la ONU habían grabado realmente los momentos posteriores al ataque y los secuestros. La cinta muestra camiones de la ONU empezando a retirar dos de los vehículos de huida de Hezbolá y entonces, cuando aparecen los terroristas de Hezbolá, se los entregan religiosamente.
Los observadores de la ONU habían retirado ya de los vehículos los objetos manchados de sangre, incluyendo uniformes de la ONU, insignias, armamento y explosivos. Pero durante meses, la ONU rehusó entregar las cintas o cualquiera de los objetos encontrados en los coches a Israel, lo que podría haber proporcionado información acerca de si los soldados seguían con vida. Finalmente, se permitió a los funcionarios del gobierno israelí ver únicamente una versión editada de las cintas con las caras de los terroristas alteradas, según la teoría de que la ONU deseaba "permanecer neutral". Los cadáveres de los tres soldados israelíes solamente fueron devueltos a sus familias en el 2004, como parte de un intercambio de prisioneros.
La investigación del gobierno hindú criticó seriamente el comportamiento del contingente hindú a la vuelta. Afloraron informes de que cuatro de los miembros del contingente habían sido sobornados por Hezbolá para colaborar en el secuestro, entregando a los terroristas información respecto a la ubicación de los soldados israelíes. Al principio se creyó que los sobornos consistían solamente en bebidas alcohólicas y mujeres libanesas, pero posteriormente aparecieron informaciones en la prensa de que los observadores de la ONU habían recibido cientos de miles de dólares de los terroristas. La ONU lanzó su propia investigación interna, pero se dedicó a lavar todo el sórdido incidente afirmando que los soldados de la ONU carecían de conocimiento previo de los preparativos del secuestro, a pesar de las pruebas claras de lo contrario. Kofi Annán se disculpó únicamente por "el error de juicio" de las tropas de la ONU.
Cerrar los ojos -- o, en el caso de los cuatro observadores hindúes de la ONU, colaborar en un crimen -- no es "un error de juicio". Durante años, la ONU no solamente ha tolerado las actividades terroristas frente a los ojos de sus observadores, sino que ha permitido que sus instalaciones sean utilizadas para las formas más viles de propaganda. Fotografías que he visto personalmente que fueron tomadas en el puesto de observación de la ONU en la frontera libanesa con Israel el año pasado muestran la bandera de Hezbolá ondeando a corta distancia de la bandera de la ONU, en flagrante violación de las resoluciones de la ONU que piden la desmilitarización de la frontera. Lo que es peor, en la fachada de las instalaciones de la ONU se encuentra una valla publicitaria con la fotografía de un terrorista enmascarado de Hezbolá sosteniendo la cabeza decapitada de un joven soldado israelí. La pancarta está orientada hacia Israel. El mensaje es obvio. La ONU es una organización inútil, carente de escrúpulos y de vergüenza, que durante años ha proporcionado apoyo a Hezbolá.
No, Israel no debe una disculpa a la ONU. En el mejor de los casos, su bombardeo de una instalación de la ONU fue "un error de juicio".
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