Eso quiere decir que sólo explotan el 5% de los suicidas.
Empiezo a hacer memoria televisiva... el chico de catorce años con retraso mental con el cinturón de explosivos, que tenía a aquella madre furiosa que se preguntaba como podían enviar a su hijo a morir;
la paciente del hospital israelí que pagaba que le curaran gratuitamente las quemaduras que se hizo al caérsele aceite hirviendo encima, intentando volar un hospital en el que se da tratamiento médico a ciudadanos palestinos sin apenas recursos;
la viuda embarazada madre de varios niños, no recuerdo el número de hijos, pero recuerdo que le pesaban los pies por el peso de los explosivos que llevaba puestos… esos son los suicidas que no lograron su objetivo que recuerdo. Pero hubo más, muchos más.
Las cifras no me convencen… ¿quiere eso decir que un intento de atentado suicida en Israel no es noticia en España? Parece que la respuesta está clara. Para la Prensa española sólo tres personas, un niño y dos mujeres fueron lo suficientemente importantes como para sacarlos en pantalla. Pero eso sí, con matices.
La paciente del hospital había sido victima de un ataque de Israel, el malvado imperio sionista se alió con el aceite hirviendo de la sartén de la mujer que la atacó a traición saltándole encima abrasándola.
La viuda embarazada quería morir, si señores, porque le habían dicho que tenía que limpiar la honra familiar, porque no podía estar embarazada estando viuda. La sariah es ese pequeño detalle cultural que a ciertos políticos les parece que carece de ninguna importancia.
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