¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

sábado, 21 de julio de 2007

“Tanques contra piedras”: la imagen de Israel en España

Tema: Este trabajo analiza el problema de la imagen de Israel en España, cuya opinión pública muestra niveles de distanciamiento y hostilidad más pronunciados que en los demás países de Europa.

Resumen: Los representantes diplomáticos de Israel suelen señalar que hay dos países con quien el Estado judío tiene relaciones “especiales”. Uno es Alemania, y las razones no escapan a nadie. El otro es España, donde sí hay que preguntarse el porqué. Este trabajo analiza el problema de la imagen de Israel en España, una imagen que en el discurso político, en los medios y en los sondeos de opinión pública muestra niveles de distanciamiento y hostilidad más pronunciados que en los demás países de Europa. ¿Cuáles son las causas socio-históricas y culturales de esta percepción negativa? ¿Y en qué medida la imagen de Israel en España está en proceso de normalización?

Análisis: La guerra librada entre Israel y la milicia libanesa Hizbolá en verano de 2006 tuvo efectos colaterales en las relaciones diplomáticas entre España y el Estado judío. Reacciones airadas de los representantes israelíes a declaraciones y gestos poco oportunos –la acusación de asesinato premeditado de población civil o la fotografía del presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero vistiendo un pañuelo palestino– protagonizaron el último temblor en las relaciones diplomáticas entre ambos Estados. Unas relaciones que desde su establecimiento en 1986 han sido rehenes del conflicto de Oriente Próximo. En tiempos de paz son fluidas y en tiempos de guerra son tensas, aunque estas oscilaciones no tienen efecto en el creciente intercambio comercial, tecnológico y cultural entre los dos Estados. Aun así, en la medida que en el discurso político reverbera el sentir de la opinión pública, episodios como los del verano pasado son un síntoma inequívoco de un problema de imagen de Israel en España.

La imagen de Israel está condicionada principalmente a la relación entre Israel y sus vecinos y al protagonismo de este vínculo en los medios de comunicación. Israel, una realidad socio-cultural compleja y diversa, no existe en la opinión española desligada del conflicto, sino como parte más fuerte de un enfrentamiento (ya sea con palestinos o países árabes) percibido mayoritariamente como desigual e injusto. Los sondeos de opinión arrojan resultados en esta dirección, con ligeras variaciones en función del grado de intensidad –y por tanto de visibilidad– del conflicto, dada su acusada presencia mediática.

Valoración de Israel (de 1 a 10)
Fuente: elaboración propia a partir de datos de INCIPE y Barómetro del RIE.

El estudio sobre opinión pública española y política exterior del INCIPE[1] –que en sus cuestionarios mide la estima que merecen los entrevistados por una serie de 22 países– muestra que entre 1991 y 1997 Israel se mantuvo en torno al puesto número 20, con una valoración de 1 a 10 que oscilaba entre 3,62 y 3,82. Sólo Irán e Irak estaban detrás, con puntuaciones algo inferiores. Durante la Segunda Intifada palestina (2000-2004) la valoración de Israel en España llegó a sus niveles más bajos (puntuación de 2,87 en 2002, según el INCIPE), mostrando una tendencia al alza en la primera mitad de 2006 (puntuación de 4,8) y cayendo de nuevo –tras la guerra en Líbano– a 3,6.[2]

Simpatías en el conflicto de Oriente Próximo
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Pew Global Attitudes Project, junio de 2006.
A la hora de expresar sus preferencias y simpatías por israelíes y palestinos, los españoles se manifiestan predominantemente más cercanos a los segundos. Según un estudio reciente, solo un 9% de los entrevistados afirma simpatizar más con Israel (frente a un 24% en el Reino Unido, un 38% en Francia y un 37% en Alemania).[3]

Ante asuntos sociales y políticos, y especialmente en áreas como los conflictos internacionales en que los niveles de desconocimiento y desinterés son especialmente altos, la opinión pública responde a una combinación de creencias, valores generales y estereotipos.[4] Aquellos que conforman actualmente la imagen de Israel en la opinión pública española y sus significativas diferencias respecto a otros países de Europa son fruto de una serie de factores históricos y socio-culturales que nos proponemos desentrañar en este trabajo.
Destacaremos la particular historia del largo desencuentro político entre Israel y España, los efectos en la opinión del pro-arabismo conservador y –paradójicamente– su relevo en la consolidación de una imagen poco favorable de Israel del anti-sionismo de izquierda. Por último, analizaremos el papel que ocupa el antisemitismo cultural en la mediatización de percepciones sobre el Estado judío en España y nos aventuraremos a hacer un pronóstico sobre la evolución de la imagen de Israel en España.

Anticomunismo y amistad hispano-árabe La opinión sobre Israel en España estuvo condicionada desde un principio a la relación de distancia y recelo mutuo, antes incluso de la creación del Estado hebreo. Ya en vísperas de la guerra de independencia israelí y en su transcurso, era evidente una clara simpatía hacia la posición árabe en los medios de información –bajo el control del régimen del General Franco–, que transmitían con amplitud las noticias árabes sobre “actos bárbaros” perpetrados por los judíos contra los árabes.[5] Pocos días tras la independencia de Israel el periodista Gómez Aparicio, persona próxima a Franco, escribió en las páginas de un diario de Madrid que el “Gobierno sionista” había derribado las barreras inmigratorias y que llegaban a Israel enormes contingentes de judíos de Rusia. Posiblemente, escribía Aparicio, se preparaba en Palestina, “al amparo del Estado sionista de Israel”, “el establecimiento de un Estado comunista o semicomunista, claramente rusófilo, sobre el que pudiera establecerse algún día no lejano una definitiva influencia soviética en el Oriente Medio”. La España de Franco estaba en todos los aspectos muy alejada del naciente Estado judío. Cabe recordar que la tendencia a identificar a los judíos con los comunistas distinguía a gran parte de la derecha española desde los años 30 y, con la creación del Estado judío, se expresaría claramente en los medios de la época. El diario Arriba y el católico Ya insistían también en la imagen de la “amistad hebreo-bolchevique”.[6]
Por su parte, Israel, en su llamamiento al reconocimiento por los países del mundo, ignoró a la España de Franco al identificar a ésta con el antiguo eje nazi-fascista y, tanto en 1948 como en 1950, votaría contra el levantamiento del boicot a España en las Naciones Unidas. Franco criticó entonces “la actitud desagradecida de alguna raza” –en referencia a la hoy muy cuestionada labor de protección de judíos sefardíes durante el Holocausto– y en el diario Arriba, bajo el seudónimo de Jakin Boor, atribuyó la actitud de Israel a “los dictados de la masonería”.[7] Franco encontró el apoyo de los Estados árabes, y desde ese momento y durante las décadas de los 50 y 60 apoyaría consistentemente sus posiciones.
La postura de Israel, por otro lado, sería celebrada en el exilio republicano, donde encontramos numerosas manifestaciones de solidaridad y simpatía con el nuevo Estado. “El pueblo judío, cuya independencia y victoria nos llena el corazón de alegría como si fuera nuestra, comenzó su actividad en la ONU votando contra el régimen dictatorial, lleno de odio racial y fanático... Los republicanos españoles, al igual que vosotros, no olvidamos y todavía sentimos vuestros nobles sentimientos... No hemos olvidado la sangre judía volcada en aras de la libertad en nuestra guerra civil”, escribieron Antonio de Lama, representante de facto del Gobierno republicano en Chile, y Vicente Sol, ministro sin cartera con misión en América, en carta a la Agencia Judía.[8] El socialismo de los pioneros judíos, el milagro del resurgimiento después del genocidio nazi, los kibbutz y el renacer del hebreo son todos ellos aspectos que resonaron positivamente en los vencidos de la Guerra Civil. “Israel, primavera de las nuevas naciones... alabado Israel con la garganta entera: a son de alma, a sones de lengua verdadera...” escribió Rafael Alberti en un poema hoy desaparecido de las antologías.[9]
Pero a partir de la Guerra de los Seis Días, en 1967, cuando el conflicto árabe-israelí se convierte en escenario crítico de la Guerra Fría, la simpatía por Israel de la izquierda antifranquista se resquebrajará paulatinamente, produciéndose un giro hacia posiciones contrarias y específicamente pro-palestinas. Tras la ocupación israelí de Gaza y Cisjordania, consecuencia inmediata de la contienda árabe-israelí, son los palestinos quienes ocupan el lugar que previamente podían haber ocupado los judíos en el imaginario de la izquierda, en tanto que pueblo oprimido que lucha por su liberación nacional.

Como consecuencia de estos acontecimientos y alineamientos políticos específicos, confluirán dos opiniones poco favorables a Israel, aunque paradójicamente desde posiciones políticas contrapuestas: la pro-árabe de la derecha y la anti-imperialista de la izquierda. Esta sería la especificidad española, la cual configura los principales rasgos de la opinión pública sobre Israel en los primeros años de la democracia. El establecimiento de relaciones diplomáticas en 1986 no cambió sustantivamente las cosas. En palabras del documento firmado en La Haya: “España desea dejar claro que mantendrá su tradicional política de amistad y solidaridad con el mundo árabe”. Estas relaciones de amistad –e interés estratégico– han sido hasta hoy una constante de la política exterior española y explican una posición de mayor distanciamiento respecto al Estado judío que otros Estados europeos. Tal vínculo, lastrado por estos condicionantes, se ha dejado notar también en la representación de Israel en los principales medios de comunicación en las últimas dos décadas.

Israel como proyección de los EEUU La opinión española sobre Israel es reflejo también de una dinámica específicamente europea que tiende a asociar negativamente a Israel en el contexto de la política exterior estadounidense. Según el Eurobarómetro de otoño de 2003, el 53% de los europeos consideraban a Israel la principal amenaza para la paz mundial, a la par con Irán y Corea del Norte. En segundo lugar de este ranking figuraban los EEUU. La Segunda Intifada, y la valoración negativa de la intervención estadounidense en Irak, explican los datos del sondeo en este momento, pero podemos encontrar antecedentes muy anteriores de esta concurrencia de opiniones críticas sobre EEUU e Israel. En España en particular, durante la Guerra del Yom Kippur, en 1973, la izquierda estaba especialmente descontenta por el hecho de que la base estadounidense de Torrejón hubiera servido para suministrar combustible a los aviones americanos que abastecían Israel durante la confrontación.[10]
El emparejamiento Israel-EEUU en la representación mediática es una constante desde entonces, a contrapelo del neutralismo y el pacifismo que los españoles han expresado en numerosas encuestas en los últimos 30 años. Con independencia de la naturaleza muy diferente de cada uno de los conflictos bélicos que jalonan la corta historia de Israel, y los matices en el apoyo de EEUU, Israel ha sido percibido en gran medida como Estado agresor, sordo a los dictados de la comunidad internacional y, fundamentalmente, favorecido de forma incondicional por la primera potencia. Especialmente en España, donde el sentimiento de frialdad de la opinión pública respecto a los EEUU es el más pronunciado de Europa (según estudio del Transatlantic Trends del German Marshall Fund, 2004), el antiamericanismo se extiende automáticamente a Israel y determina antipatías y empatías en el conflicto de Oriente Próximo. El mismo estudio muestra que las sociedades europeas son notablemente más pacifistas que la estadounidense. España también destaca especialmente en este apartado. Mientras que el 82% de los estadounidenses respondió afirmativamente a que “en algunas circunstancia, la guerra es necesaria para conseguir la justicia”, solo lo hizo un 25% de los españoles (31% de alemanes y 33% de franceses). Esta característica, firmemente arraigada en la cultura política española, no resulta compatible con la imagen que proyecta un país como Israel, fuertemente militarizado y en guerra desde su misma existencia.

La identificación de Israel con EEUU explica también que la valoración de Israel sea algo mejor en quienes se definen de derecha (con una valoración media de 4,3) y centro (3,9) que en aquellos con ideología de izquierda (con una valoración media de 3) (BRIE, diciembre de 2006). Esto mismo se constata igualmente con la variable voto, siendo la valoración mejor entre los votantes del PP (con una media de 4), que entre los del PSOE (3,3) o IU (2,7).

Antisemitismo, ¿una variable explicativa? No es infrecuente encontrar explicaciones que atribuyen la opinión negativa sobre Israel en España a un reflejo atávico antisemita. Los confines entre lo israelí y lo judío son borrosos y son traspasados con frecuencia, pero tanto la génesis histórica del complejo vínculo Israel-España como los datos de los sondeos de opinión apuntan a una explicación más matizada. En un país como España –sin apenas presencia ni visibilidad social judía– es en la actualidad Israel, en tanto que el Estado judío, aquello que convoca opiniones y actitudes respecto a lo judío. Y en la medida que la opinión de Israel es negativa, a la hora de expresarla, tanto en los estudios de opinión pública como en los medios de comunicación, han aflorado un conjunto de prejuicios y estereotipos antijudíos que a su vez refuerzan dicha opinión.
En la prensa española han aparecido con frecuencia tales estereotipos y proyecciones fóbicas de viejo arraigo en el antisemitismo cultural: el israelí representado como asesino de niños, vengativo y cruel. Igualmente, son recurrentes las evocaciones y analogías entre las acciones militares israelíes con el nazismo y el Holocausto.[11] En los estudios de la Anti-Defamation League (ADL) sobre actitudes hacia los judíos, Israel y el conflicto palestino-israelí en 10 países europeos,[12] en los que se pregunta a los entrevistados por su grado de acuerdo con una serie de enunciados antijudíos, España destaca, en casi todos, por encima de los demás países. Hay numerosas objeciones metodológicas a semejantes instrumentos para medir opiniones y actitudes tan esquivas y difusas como las antisemitas, pero sí se puede apreciar a partir de estos datos y el análisis de medios, la persistencia de un antisemitismo básico, que no es de tipo religioso –de hecho, el judaísmo como religión no tiene una imagen peor que otras confesiones–,[13] en el que coinciden y se combinan prejuicios sobre los judíos, el capitalismo y el predominio norteamericano. Se trata de una recurrente imagen que amalgama opiniones negativas sobre EEUU, sobre Israel y sobre “los judíos” como un todo global y permanente. Una mezcla que tiende a mostrar a Israel como el vasallo de los EEUU en Oriente Próximo y, al mismo tiempo, quien (a través de los judíos estadounidenses) controla y dirige la política exterior de la gran potencia, forzándola a acciones como la guerra de Irak. Estas opiniones no pueden ser consideradas mayoritarias en la opinión española, pero sí son claramente más acentuadas que en otros países de Europa.

En un reciente estudio de The Pew Global Attitudes Project realizado en 13 países, España destacaba como el país con una idea menos positiva de los judíos (sólo un 45% de los entrevistados respondió que sus relaciones con los judíos eran buenas, frente a un 86% en Francia, 74% en el Reino Unido y 59% en Rusia). Este mismo estudio concluía que los sentimientos antimusulmanes están en alza en España, siendo uno de los países que más rasgos negativos atribuye a quienes profesan esta religión. Tanto en un caso como en otro, cabe destacar que en aquellos países en que hay una población judía más grande y una población musulmana más asentada, como en Francia, la valoración de ambos colectivos es más positiva. Lo sorpresivo para el caso de España es que no hay apenas judíos con los que la muestra de entrevistados pudiera tener relación alguna, buena o mala.[14] Por ello, dado que el imaginario opera claramente allá donde no hay experiencia real, se puede establecer una correlación clara entre imagen de Israel e imagen de los judíos.

Conclusión
“Salir del armario”: cambios en la representación y opinión de Israel en EspañaVeinte años no es nada, dice el tango, y con especial razón para las relaciones entre Estados. En cuanto al problema de imagen de Israel en España, el problema no proviene tanto de la brevedad del tiempo andado conjuntamente como del largo camino de décadas –si no siglos– de desencuentros respecto a Israel y lo judío. Aún así, la opinión sobre Israel en España tiende hacia una progresiva normalización. El análisis de contenido de prensa relativo a Israel y el conflicto palestino-israelí de los dos últimos años permite inferir que el enfoque emocional y marcadamente estereotipado va cediendo terreno a la crítica informada y que también se está produciendo una apertura a la realidad israelí más allá del conflicto.[15] En términos visuales, Israel se despega de la imagen del tanque frente a las piedras palestinas. En definitiva, se aprecia una progresiva ruptura de esta suerte de simbiosis negativa palestino-israelí. Los desarrollos políticos en los dos últimos años (desaparición de Arafat y Sharon de la escena política, evacuación de Gaza y triunfo de Hamas en las elecciones palestinas) han dado lugar a imágenes de la realidad social y política palestina no necesariamente vinculada a las acciones de Israel. Y, a su vez, a visiones de Israel independientes del conflicto.
Ciertamente, las imágenes y crónicas periodísticas de la guerra de Israel con Hizbolá en el verano de 2006 volvieron a sacudir a la opinión pública española con numerosas representaciones maniqueas (sirva de muestra que de las 65 viñetas publicadas en diarios españoles que hacían referencia directa a las víctimas de los respectivos bombardeos, sólo seis –un 3,2%– representaban a las víctimas israelies).[16] Aún así, la guerra de 2006 fue también un punto de inflexión, pues por primera vez desde 1982 afloraron con fuerza en España voces y escritos en defensa del derecho de Israel a defenderse. Mientras el cambio de actitud hacia el Estado judío en medios conservadores y católicos se produce ya en años anteriores –quedando el discurso más adverso en determinadas elites intelectuales de la izquierda–, también se comienza a “salir del armario” en defensa de Israel en España desde sectores de la izquierda y el nacionalismo.[17]
En el Partido Socialista, por ejemplo, se ha desencadenado un movimiento que, rechazando los mencionados gestos y expresiones que se produjeron por parte de representantes del Gobierno durante la guerra del verano de 2006, retoma una causa –la defensa de un Israel con derecho a la existencia– que entiende tan justa para la izquierda democrática como lo fue en 1948.[18] Finalmente, en otro plano, cabe destacar la creación en febrero de 2007 de la Casa Sefarad-Israel, que sigue la línea de otras instituciones anteriormente promovidas desde el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, como la Casa de América, Casa Asia, Casa Árabe y Casa África. Como centro cultural con respaldo institucional contribuirá también a compensar la balanza de opinión, en la medida que favorezca un mejor conocimiento de la realidad judía e israelí en España.
Los efectos en la opinión pública tardarán todavía en apreciarse, pero no cabe duda que los elementos señalados ya son indicadores de que el proceso de “normalización” de la imagen de Israel en España ha comenzado. En este sentido, es previsible que en los próximos años España se acerque a la media europea en su valoración y actitud hacia a Israel: de relativa frialdad, pero dejando fuera del mainstream las posiciones más hostiles.

[1] Salustiano del Campo y J. Manuel Camacho, La opinión pública española y la política exterior, Informe INCIPE, 2003,http://www.incipe.org/INFORME_INCIPE_2003.pdf.
[2] Barómetro del Real Instituto Elcano, 2006.
[3] The Pew Global Attitudes Project, junio de 2006, http://pewglobal.org/reports/pdf/252.pdf.
[4] Tourangeau y otros, The Psychology of Survey Response, Cambridge University Press, Cambridge, 2006, citado en Antonio Golmar, La política del antiamericanismo en España, 2006, inédito.>
[5] Raanan Rein, Franco, Israel y los judíos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2006, p. 24.
[6] José Antonio Lisbona, España-Israel, historia de unas relaciones secretas, Temas de Hoy, 2002. p. 35.
[7] Ibid., p. 57-58.
[8] Ibid., p. 57.
[9] Rafael Alberti escribió el poema ¡Hosanna Israel! en 1948. Fue publicado en la Revista Literaria Davar de Buenos Aires en diciembre de ese año.
[10] William Chislett, El antiamericanismo en España. El peso de la historia, DT 47/2005, Real Instituto Elcano, Madrid, 2005.
[11] Véase Manifestations of Antisemitism in the UE 2002-2003. Part on Spain (EUMC European Monitoring Centre on Racism and Xenophobia) y European Commission against Racism and Intolerance – Third Report on Spain (2005), http://www.coe.int/T/E/human_rights/Ecri/1-ECRI/2-Country-by-country_approach/Spain/Spain_CBC_3.asp; aquí se menciona que “estereotipos antisemitas han aparecido en artículos y caricaturas de la prensa, notablemente en conexión con los acontecimientos del Oriente Próximo”. Véase también Alejandro Baer y Federico Zukierman, “Israel y el judaísmo en el humor gráfico español (2000-2003)”, en El estigma imborrable. Reflexiones sobre el nuevo antisemitismo, Hebraica Ediciones, Madrid, 2005.
[12] Anti-Defamation League, Attitudes Toward Jews, Israel and the Palestinian-Israeli Conflict in Ten European Countries, 2002, 2004 y 2007, http://www.adl.org/anti_semitism/European_Attitudes_Survey_May_2007.pdf
[13] En una escala de 1 a 5, recibe un 3, nota idéntica a la que se da al protestantismo, y por delante de la religión musulmana (2,7) (BRIE 9, febrero de 2005).
[14] Según una estimación de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), la población judía en España asciende a 40.000 personas, menos del 1 por 1000 de la población española.
[15] Albert Sabanoglu y Alejandro Baer, “Israel en los medios españoles: ¿camino hacia la normalización?”, en España-Israel: 20 años de relaciones, Hebraica Ediciones, Madrid, 2006.
[16] Alejandro Baer, “El conflicto como caricatura: israelíes y árabes en el humor gráfico español”, inédito, 2007.
[17] Véanse, por ejemplo, la Asociación Galega de Amizade con Israel (http://galiza-israel.blogspot.com) o los escritos del socialista Jorge Aspizua Turrión (http://laharkadeaspizua.blogspot.com/).
[18] Manifiesto Israel y la defensa del progreso democrático en España, abril de 2007, http://www.aseiweb.net/images/Israel_y_la_defensa_del_progreso_democr_tico_en_Espa_a.pdf.

Alejandro BaerProfesor de sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid
tomado de legado sefardi elaborado por ARI

viernes, 20 de julio de 2007

El Atentado contra la AMIA fue hace 13 años

Hace ya 13 años, un 18 de julio de 1994, una bomba voló el edificio de la AMIA en Buenos Aires segando la vida de 85 personas. Fue el segundo atentado contra un objetivo judío en Argentina, el primer atentado, ocurrido un año antes contra la embajada de Israel le costó la vida a 22 personas.

Hace un año, en extremis, teniendo en cuenta la ley de prescripción del delito que existe en Argentina, la fiscalia que investiga el caso acusó directamente al gobierno de Irán, y a la organización terrorista libanesa Hezbollah, y ordenó la busca y captura de varios miembros del gobierno iraní durante esa epoca y de parte del cuerpo diplomatico.

El atentado contra la AMIA fue brutal, un vehiculo lleno de explosivos entró en el recinto del edificio donde fue explosionado haciendo que el edificio de 7 plantas se derrumbara.
Segun las investigaciones, el atentado fue cometido por una celula de Hezbollah por ordenes de Iran. Las razones por las que se atacó tanto la Embajada de Israel como el edificio de la AMIA fueron las relaciones comerciales y los acuerdos economicos que el gobierno argentino de Carlos Menem y el de Israel estaban a punto de firmar y que perjudicaban los intereses de Siria e Iran.

La AMIA era, y sigue siendolo, una organización cultural destinada a patrocinar la cultura judía, además de servir como centro de ayuda para la comunidad judía argentina. Organizando cursos de todo tipo, (cocina, hebreo, manualidades,...), ofreciendo asesoramiento juridico, o laboral, programando conferencias, conciertos, exposiciones...

13 años después siguen las teorías conspirativas, la justificación de un atentado que golpeó por segunda vez a la comunidad judía de Argentina y por enesima vez a la mundial. Un atentado que nos volvió a repetir la amarga lección de Munich, no hay justicia para los judíos.

sábado, 14 de julio de 2007

Un año en poder de Hezbollah


El "fracaso" del sionismo

El ejemplar del semanario telavivense ¨Hair¨ publicó un artículo del escritor palestino-israelí Antón Shamas, quien despliega su acostumbrada fluidez idiomática. "Señoras y Señores" - escribió - "...la hora ha llegado, en este día festivo, de admitir con todo candor, sin avergonzarse ni bajar la mirada, que todo este asunto ha salido mal. La aventura sionista ha terminado en un fracaso"

Está muy bien que Shamas haya salido a decir eso. Porque un artículo como ese, de la pluma de un intelectual árabe reconocido, ofrece una oportunidad de plantear algunas verdades que uno dudaría de decir sin tener un buen pretexto. Shamas, amigo mío: El sionismo constituye el máximo éxito del siglo 20.

Cincuenta años después de la derrota de Hitler y del mufti de Jerusalem, el sionismo florece en el corazón del cercano oriente, en un estado con 5 millones de judíos - judíos cuya supervivencia estuvo en duda por momentos. La lengua hebrea (una de las maravillas del sionismo) ha unido a sabras y refugiados, sefaradim y judíos orientales. En medio siglo, los sionistas, partiendo casi de la nada, hemos forjado un estado que lanza sus propios satélites y suministra a la armada de los Estados Unidos aviones sin piloto.

Exportamos programas de computación sofisticados y enseñamos a algunos latinoamericanos a cultivar melones. Cada mes este estado exporta productos por valor de un billón de dólares o más, a Europa occidental, a los Estados Unidos e incluso a Japón; tiene una democracia ejemplar, en la cual los ministros temen al ombudsman y los jueces temen sólo a Dios. Este Estado ha creado un ejercito considerado uno de los mejores del mundo, hay muy poca delincuencia violenta, y en cambio hay muchos excelentes conciertos. Las personas de todas las religiones encuentran libertad de culto, y los no creyentes también son bienvenidos.

Un diez por ciento de los ciudadanos de este país son nuevos inmigrantes, y el 89% piensa que, a pesar de todas las dificultades, es un buen lugar para vivir. Es un país en el cual un Antón Shamas tiene la libertad de publicar, en un DIA festivo, un ataque virulento contra todo aquello que los judíos que vivimos en este país consideramos importante y respetable. Shamas podría tal vez ser capaz de disculparnos por esto. Pero lo que no puede tolerar es el hecho que, a la luz de los logros del sionismo, el fracaso de los árabes aparece tan humillante y deprimente.

¿Cuántos palestinos hay, amigo mío? ¿Un millón, dos, tres?. ¿Y cuántos estados árabes hay alrededor: veinte? Veinte países de reyes y dictadores, de terror y derramamiento de sangre. No existe un sólo país árabe democrático, uno con libertad de expresión y derechos civiles.

Usted habla acerca del fracaso del Estado de Israel. ¿Comparado con que? ¿Argelia, Egipto, Irak? ¿Cuántos árabes viven entre el Océano Atlántico y el Golfo Pérsico? ¿Cien millones, doscientos millones? Y ¿cuántos musulmanes hay? ¿un billón ? Todos ellos le rezan al mismo Allah, en nombre del mismo profeta, Mahoma. Y todos ellos no pueden resolver el problema de las cloacas de Gaza.

Durante 47 años se han estado preparando para la independencia palestina, y a pesar de ello, aún no recogen la basura en Jericó. Con todo el petróleo de que disponen, no logran reunir la colaboración necesaria para construir un hospital en Deir-el-Balah. Y todas las canillas de oro en Arabia Saudita, y los jacuzzi en Kuwait no son suficientes para proveer agua potable para Jebelya.

En resumen, amigo mío, usted sabe muy bien que si casi un millón de judíos vivieran en Gaza, rodeado de 20 estados judíos, Gaza judía seria un paraíso en la tierra. Los trabajadores palestinos estarían haciendo cola en el paso de Erez, mirando hacia Gaza, en busca de trabajo. Si hubiera un billón de judíos creyentes en el mundo, los judíos de Gaza no necesitarían la ayuda de las Naciones Unidas. Los judíos del mundo habrían colaborado con los judíos de Gaza, y ya haría tiempo que Gaza se habría convertido en la perla del Mediterráneo. Usted sabe todo eso, Antón Shamas, y eso es lo que lo tiene tan mal. La envidia lo ha conducido a la irracionalidad.

Así, ha llegado el momento de admitir, con todo candor, sin avergonzarse ni bajar la mirada, que todo este asunto ha salido mal: la aventura palestina ha sido un fracaso total.

Yosef Lapid ex ministro de justicia y parlamentario israelí

La imagen de Israel en los medios de comunicación españoles

Si en todos los terrenos las generalizaciones son injustas y peligrosas, mucho más en el de los medios de comunicación. Es literalmente imposible tratar unitariamente la actitud de los medios de comunicación ante cualquier fenómeno, porque precisamente los medios de comunicación son una realidad muy poco unitaria, plural por naturaleza, con actitudes muy diversas según su posicionamiento ideológico, su capacidad profesional o incluso su localización física. Sin embargo, esta pluralidad de actitudes se produce siempre en un contexto político-cultural de la opinión pública y con unas reglas propias del mundo informativo que marcan unas tendencias, un paisaje más o menos difuminado, pero que actúa de telón de fondo del conjunto de la realidad.

Desde los puntos de vista más próximos, sentimentalmente o políticamente, al estado de Israel se ha sentido a menudo como injusta o como sesgada la actitud digamos central de los medios de comunicación españoles ante el conflicto del próximo oriente. En otras palabras, sin pretender que los gobiernos de Israel tengan ningún tipo de bula especial que impida criticar sus errores o sus defectos, se ha considerado que no ya los gobiernos sino el propio estado eran medidos con un rasero especial y que la imagen de Israel se ha cargado con tintas negativas, mientras se descargaba de las tintas positivas que corresponderían a su realidad de estado democrático. Y que esto ha ocurrido de una forma sistemática, pero especialmente cuando la población israelí ha elegido -como está en su derecho democrático- gobiernos que han resultado más antipáticos en la distancia a la opinión pública o a la opinión publicada española. En otras palabras, que la imagen de Israel ha sido perjudicada por un cierto prejuicio negativo sobre el estado en sí, que se ha sumado a lo que podrían ser las críticas legítimas y razonables a la actuación de sus gobiernos.


Ciertamente, todos los actores de la vida pública en un momento u otro han tenido la sensación de no ser bien tratados por la prensa. Los periodistas lo constatamos a diario nadie es tratado como querría, y a menudo el problema no está en los medios de comunicación sino en los deseos de quienes aparecen en ellos. Pero tengo la sensación de que la imagen de Israel ha sufrido los efectos -sin que tengamos que pensar en una hostilidad especial por parte de los profesionales- de una conjunción desfavorable entre el paisaje político-cultural presente en la opinión pública española, que ha teñido su percepción de lo judío y especialmente de lo israelí, y unas reglas del juego del proceso informativo que ha favorecido una visión esquemática y simplista del conflicto del próximo oriente.


Empecemos por el paisaje político-cultural. Israel es, evidentemente, el estado judío y es por tanto el pararrayos contemporáneo de las actitudes culturales frente a lo judío. Pero Israel ha sido también, en el marco ideológico de la guerra fría, la encarnación de lo occidental en el conflicto del próximo oriente. Por un lado, la tradición de la derecha no democrática española es fuertemente antioccidentalista y moderadamente antisemita. El franquismo no reconoció al estado de Israel y su retórica cultural, aun manteniendo una cierta simpatía nacionalista por el pintoresquismo de lo sefardí, tiene componentes antisemitas claros. Basta recordar el latiguillo de la "conspiración judeo-masónica". Pero por el otro lado, la izquierda española hegemónica en el antifranquismo militó también en un antioccidentalismo profundo, en un tercermundismo básico, que castigó también el papel de Israel, sobre todo a partir de la Guerra de los Seis Días. Ciertamente, esta izquierda moderó su discurso en la década de los ochenta y de los noventa. Pero, muchas veces, la necesidad pragmática de moderar su discurso interior hizo proyectar en el discurso exterior, de política internacional, una cierta necesidad de radicalismo que le pedía el cuerpo. A veces todo lo "progre" que no se podía ser hablando de las realidades más inmediatas se acaba siendo cuando se hablaba de las realidades más lejanas, más esquemáticas y más maniqueas.


Por tanto, por una tradición y por otra, la opinión pública española bebía en fuentes muy poco proclives a la imagen de lo israelí o incluso de lo judío. Curiosamente -pero no incoherentemente-, las actitudes más favorables a la imagen de Israel se dieron en la prensa catalana, que bebía de una tradición político-cultural distinta, más occidentalista, más mesocrática y con una visión de lo judío más positiva, como prueba la proyección ideológica que se encuentra en la poesía de Espriu. Entre la tradición hostil del franquismo y la tradición pro-árabe por antioccidentalista de la izquierda tradicional, la simpatía hacia la imagen de Israel se convirtió en un patrimonio de una tradición político-cultural intermedia, más abiertamente centrista, no furibundamente anti-norteamericana, receptiva ante los valores de las emocracias que en un tiempo fueron estigmatizadas como "burguesas" o "formales" y que Israel encarnaba en el conflicto del próximo oriente, frente a las posiciones más revolucionarias o más tradicionalistas -en cualquier caso menos centristas- de sus adversarios.

Pero, como decía, tengo la sensación de que también ha ayudado a laminar la imagen de Israel la propia lógica de los medios de comunicación. Como periodista, he podido observar que en la opinión pública obtienen mucho mayor éxito mediático aquellos conflictos en los que se tiene la sensación de que todo está claro, de que todo es comprensible, que están perfectamente atribuidos los papeles de héroe y de villano. Los conflictos confusos, magmáticos, tienen siempre un tratamiento informativo más tímido. Por ejemplo, la guerra civil libanesa, llena de frentes internos, de siglas, de complejidades inextricables, tuvo un seguimiento informativo mucho menor que la intifada. Porque el teletipo o la crónica que contaba un acontecimiento en el Líbano era más difícil de explicar, más difícil de encuadrar en los anaqueles de la propia percepción del conflicto, que el que contaba un acontecimiento mucho menor en Gaza. Incluso el conjunto del conflicto árabe-israelí ha merecido tratamientos menos explícitos que el conflicto palestino-israelí, porque era más difícilmente esquematizable. El resultado ha sido una presentación esquemática, simplista, maniquea, de un conflicto complejo del que molestaba precisamente la complejidad. Israel ha sido víctima, en parte, de una presentación esquematizada y pintada en blanco y negro, en la que le ha tocado el papel de villano porque era aparentemente más fuerte, porque tenía apoyos internacionales poco fotogénicos en el contexto de la guerra fría y porque existían imágenes físicas para ilustrar esta concepción simplista.


Como periodista, tengo la sensación de que Israel ha perdido por las imágenes una parte de la guerra de la imagen. Me refiero a las imágenes en el sentido más tangible del término. La opinión pública occidental ha visto directamente acciones reprobables de Israel. No ha vista paralelamente otras acciones reprobables en el marco del mismo conflicto. La democracia tenía también estos problemas. La intifada tuvo cobertura visual y no la han tenido ni los problemas internos de Siria o de Irak ni tantos otros aspectos oscuros del conflicto. Ciertamente, si hay imágenes de hechos reprobables es en primer lugar porque hay hechos reprobables. Pero en la visualización del conflicto que se ha hecho la opinión pública española el reparto no resulta equitativo.


En cualquier caso éste es un aspecto secundario. Personalmente, estoy convencido que los medios de comunicación tienen todo el derecho -e incluso la obligación- de denunciar las actitudes o las actuaciones del gobierno y del estado de Israel que lo merezcan. Pero estoy convencido también que ciertos condicionantes paisajísticos, ideológicos, incluso mediáticos, han llevado a que no se utilice respecto a Israel la misma vara de medir que se aplica a los otros países de la zona. Hemos visto un Israel caricaturizado, irreconocible. La petición no es que se oculte lo desagradable o que se perdone a Israel lo que no se perdonaría a nadie más. La petición es que todos intentemos unificar nuestras varas de medir e intentemos diagnosticar y evitar nuestros juicios previos.

Vicenç Villatoro, ex diputado con CIU en el Parlament de Catalunya

Libano no tiene la culpa de nada

Dos medios escritos libaneses intentan desvincular a su país del ataque que, el pasado 24 de junio, mató a seis soldados españoles.


Según fuentes diplomáticas consultadas por el diario l'Orient-Le Jour, el ataque lo perpetró "un grupúsculo yihadí (que defiende la violencia para la instauración de un estado islámico) manipulado por Damasco y ayudado por actores locales". El atentado responde a una política siria de "auto defensa" que se refleja en una estrategia agresiva para demostrar que el régimen de Bachar al Asad no está debilitado y que está determinado a golpear con fuerza.


El diplomático citado por el periódico libanés mantiene que la elección del contingente español se debió a que, durante un tiempo, el grupo chií Hezbolá mantuvo relaciones tensas con los españoles, aunque después mejoraron. Siria quiso enviar un mensaje al grupo chií para recordarle que el sur de Líbano no es un feudo exclusivo de Hezbolá y que Siria continúa siendo la clave en este territorio.

La revista semanal Magazine asegura que se estudia "seriamente" la posibilidad de que Israel haya estado implicado en el atentado contra la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (FINUL). Según la fuente, un diplomático europeo del que se desconoce su identidad, el ataque responde a la intención de Israel de provocar una nueva guerra contra la milicia de Hezbolá para compensar las pérdidas de la guerra del pasado verano que enfrentó durante 34 días a Israel y a este grupo chií.

tomado de ABC enviado por neshamito

jueves, 12 de julio de 2007

martes, 10 de julio de 2007

Siria recomienda a sus ciudadanos que no viajen al Líbano mientras tropas del país penetran en territorio libanés

Tropas sirias han penetrado tres kilómetros dentro del territorio libanés tomando posiciones en las montañas cercanas a Yanta al este del valle libanés de Bekaa.

El diario Al Mustaqbal, que cita fuentes que confirman la penetración através la frontera, no dice cuando tuvo lugar la operación en la colina de Fahs para dominar Deir Al-Ashaer en la provincia de Rashaya.

Las fuentes afirman que las tropas sirias, respaldadas por buldózer, estaban fortificando posiciones “en más de un área” a lo largo de la frontera libanesa, levantando montículos de tierra y cavando “cientos” de trincheras y búnkers individuales.

Siria reabrió el miércoles el puesto fronterizo de Joussia-Qaa con el Líbano, pero otros dos puestos fronterizos continúan cerrados.

La agencia siria de noticias estatal SANA había anunciado que el cierre de Jussia-Qaa el 20 de junio se mantendría “hasta que la calma retorne al norte del Libano”, donde el ejército libanés estaba inmerso en tiroteos con militantes de Fatah al-Islam.

El 20 de mayo, con el inicio de los enfrentamientos en el Líbano que se han solucionado en esta ultima semana, Damasco cerró otros dos pasos fronterizos, el de Arida y el de Dabussiya, manteniendo el mayor puesto fronterizo, el de Masnaa en la autopista Beirut-Damasco.

No hay confirmación por parte de Damasco sobre la reapertura del puesto fronterizo de Jussia que conecta Siria con el este del valle libanés del Bekaa.

La mayoría de los anti-sirios acusa a Fatah al Islam de tener vínculos con la inteligencia siria, una acusación negada por Damasco.

original en inglés

lunes, 9 de julio de 2007

Dos semanas en Sderot

Documental sobre la vida en Sderot entre el 15 al 30 de mayo. En ese intervalo de tiempo Sderot recibió el impacto de 293 kasam.

Si vas a boicotear a Israel y a los judíos, hazlo bien.

domingo, 8 de julio de 2007

La ceguera de UNICEF

Con el tema de Farfur, me pregunté dónde está UNICEF. Así que revisé un poco los últimos comunicados y proyectos de la organización.

En el último comunicado de prensa, UNICEF está preocupada por los ataques contra la educación. “Los niños y las niñas siempre tienen derecho a contar con ámbitos de aprendizaje seguros, aun cuando vivan bajo las circunstancias más difíciles”, dice Ann M. Veneman, directora ejecutiva de UNICEF. Pero no sólo hay que cuidar por la integridad física de los niños. En los países islámicos, los niños son envenenados con odio y resentimiento. Se les inculca la violencia, son instruidos a levantarse contra los infieles y destruir a los judíos.

Luego hacen un informe bastante insípido sobre la situación de los niños en el campo de refugiados palestinos Nahr al-Bared.

Finalmente, bajo un título engañoso, hablan de la educación en Gaza. El artículo se encuentra en la sección “Territorio Palestino Ocupado”. Tal vez la gente de UNICEF aún no se enteró que hace dos años Israel se retiró unilateralmente de Gaza, sin condicionamientos, quedando ésta en control total de los palestinos. Acá están en sintonía con Naciones Unidas: se “preocupan” de palabras, sin hacer nada para detener a los militantes islámicos -léase terroristas- que utilizan a los niños como escudos humanos, y se esconden en sus viviendas como ya vimos más de una vez.

¿Israel? Para UNICEF no existen niños en Israel. No existen jóvenes israelíes traumatizados por los ataques diarios con cohetes a Sderot.

UNICEF ni se inmuta ante uno de los peores acosos que está sufriendo la niñez hoy en día. El envenenamiento de niños en el mundo musulmán a través de la educación islámica. Esto me remonta a aquel post que hice una vez sobre la educación en Palestina. No hay peor abuso de menores que enseñarles a odiar.

tomado de http://orientemiedo.wordpress.com/

Hoy he aprendido una cosa acerca del antisemitismo. Estaba leyendo una noticia referente a un discípulo de Louis Farrakhan que pronunció un discurso en la Universidad de Houston y no paró de escupir feroces y violentas invectivas contra los judíos y los blancos.

Y yo pensé: "Pero, sin duda, si el público (y puede que incluso el orador) se parara a pensar un momento, se daría cuenta de que estas acusaciones son ridículas." Y pensé también: "Pero, sin duda, el público tiene que saber que los judíos hemos sido amigos de los afroamericanos, y que siempre hemos sido los primeros y más activos defensores de los Derechos Civiles. No tienen más que consultar las crónicas y..."

Dos típicas reacciones de blanco liberal de clase media (de "judío", si lo prefieren). Pero a mí me dieron respuesta a una pregunta.

Es una pregunta que nos planteábamos los judíos de mi edad durante la adolescencia y la juventud. Interpelábamos a nuestros padres y les preguntábamos (refiriéndonos al Holocausto): "Pero ¿cómo permitieron (o permitisteis) que siguiera adelante? ¿Es que no veíais lo que estaba ocurriendo?"

Y, como es natural, nuestros padres no tenían respuesta para aquella pregunta retórica y acusatoria.

Hoy, con mi reacción al artículo, he encontrado la respuesta a aquella pregunta. Mi reacción de blanco liberal de clase media a la cizaña de Farrakhan fue la misma que tuvieron mis hermanos y hermanas de Alemania al comienzo del nazismo: "Pero es que estáis mal informados. Mira, escucha un momento...."

Ese fue nuestro error: el odio a los judíos no lo provocan los judíos. No se debe a ningún malentendido. Ni siquiera lo causa la necesidad de odiar a los judíos. Lo causa la simple necesidad de odiar. Los judíos no somos la causa del antisemitismo, no lo ha provocado nada que nosotros hayamos hecho, y no hay nada que podamos hacer para remediarlo. Somos tan sólo la víctima elegida.

No podemos remediarlo, e intentarlo no sólo sería inútil sino autodestructivo. Lo único que podemos hacer es defendernos de él. Las explicaciones, los razonamientos y, sobre todo, la tolerancia en respuesta al antisemitismo tienen efectos desastrosos para nosotros.

No es que dichas reacciones agraven el problema. No lo agravan, pero nos hacen perder de vista el peligro de la indefensión. La razón no sirve de defensa contra el antisemitismo. El menos vestigio de odio racial es una cuña inquisitiva cuyo resultado final es el crimen.

El antisemitismo no es ignorancia, es locura: la furia humana dirigida contra un objetivo que se considera a la vez adecuado y desprotegido. De nada le sirve a la mujer apelar a razonamientos feministas para defenderse de un inminente violador. La causa de la violación no es ningún malentendido. Tampoco la provoca la víctima. Lo mismo sucede con el antisemitismo.

Pido disculpas a mis padres por mis ingenuas preguntas, y por haber interpretado su silencio como ignorancia o complicidad.

La Torah dice que Amalec estará con nosotros en cada generación. La absurda pregunta de los jóvenes era, más que nada, una expresión del deseo de que su generación se librara. El silencio de mis padres era pura cortesía.

David Mamet tomado de Safed-tzfat

jueves, 5 de julio de 2007

EL MUNDO QUE VIENE / AMOS OZ

«Si hay algo que comparten todas las civilizaciones europeas es el antisemitismo»

NADIE QUE HAYA ESCRITO EN LENGUA HEBREA HA ALCANZADO SU FAMA. ES EL AUTOR ISRAELI MAS INTERNACIONAL, Y HA SIDO GALARDONADO ESTA SEMANA CON EL PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS. DE CAMINO HACIA BRASIL, HA HECHO UN HUECO PARA RECIBIR A EL MUNDO EN LONDRES

EDUARDO SUAREZ


PROFESION: Escritor / EDAD: 68 años / FORMACION: Autodidacta / LUGAR DE NACIMIENTO: Jerusalén / CREDO: Agnóstico / AFICIONES: La música, sobre todo, y también el cine y la buena lectura / SUEÑO: Que israelíes y palestinos sean capaces al fin de vivir en paz

Amos Oz fue camarero. Tal vez por ello nos atiende con la sonrisa solícita de quien ha trabajado detrás de una barra. Un apretón de manos cálido y una mirada abisal, en la que aún se adivina el sufrimiento del niño por la madre muerta.

De paso hacia un festival en Brasil, Oz pasa unas horas en casa de su agente, en el barrio londinense de Limehouse, al pie de un recodo del Támesis, a la sombra de los gigantes de acero de Canary Wharf. «Siempre que vengo, me quedo aquí. Era una zona con una fama horrible. Hace años los taxistas se negaban a traerme. Esta casa debía de ser un prostíbulo o algo parecido», dice entre risas.

De espaldas al tímido oleaje del río, el flamante Príncipe de Asturias de las Letras habla de su niñez, de sus libros, de su kibutz y de los palestinos.

PREGUNTA.- Usted nació en Jerusalén. No es una ciudad como las demás...

RESPUESTA.- Jerusalén es como un imán. Como un objeto de atracción para fanáticos, lunáticos de toda fe, color o ideología. Yo siempre digo que hay una enfermedad psiquiátrica llamada el síndrome de Jerusalén. Gente que nunca ha estado allí, sube al templo y empieza a predicar al mundo (risas).

P.- ¿Cómo era la Jerusalén de su infancia?

R.- Estaba dividida en muchos barrios y cada uno era como un planeta distinto.

P.- ¿Y cómo era el suyo?

R.- El mío era uno de judíos pobres que habían emigrado de Europa. Taquilleros de los cines, maestros de escuela... Era un lugar lleno de política y de ideología. Mis padres y yo discutíamos día y noche. Todo el mundo discutía sobre cualquier cosa. Teníamos un dentista que presumía de conocer a Stalin en persona y decía que mantenía una correspondencia personal con él... En un ambiente así, cualquiera podía ser un mesías. Yo antes de los 12 años era así. Creía que nosotros éramos los buenos y los otros eran los malos.

P.- ¿Y por qué dejó de pensar así?

R.- Bueno, aquello terminó cuando mi madre se suicidó. Yo tenía 12 años y me volví muy escéptico hacia el mundo de mi padre. Dejé de creer en los signos de exclamación y me convertí en una persona escéptica.

P.- Y un poco más humana...

R.- Sí, claro. Me convertí en una persona capaz de reírse de sí misma, esa habilidad es la gran vacuna contra el fanatismo. Si pudiera comprimir el sentido del humor en cápsulas, convencería a toda la población para que tragara mis cápsulas del humor, para así hacerles inmunes al fanatismo. Sería un buen candidato al Nobel, pero no de Literatura sino de Medicina.

P.- ¿Cómo era su padre?

R.- Era académico. Y un políglota. Podía leer y escribir en 16 o 17 lenguas. Y hablaba 11, todas ellas con un fuerte acento ruso. Era un profundo amante de Europa. Y eso a pesar de que su amor no era correspondido. Él fue expulsado violentamente de Europa en los años 30, como el resto de mi familia. Yo he dicho en muchas ocasiones que, antes de la Segunda Guerra Mundial, los únicos europeos eran los judíos. Había patriotas rumanos, noruegos, españoles..., pero los únicos europeos de verdad eran los judíos. Y precisamente por ello todo el mundo les tildaba despectivamente de cosmopolitas, intelectuales sin raíces y parásitos. Todas ellas palabras que luego formaron parte del vocabulario nazi.

P.- Sus padres no le dejaban aprender lenguas europeas...

R.- Tenían miedo de que si aprendía a hablar en una de ellas, escucharía la llamada de Europa, me iría a vivir allí y me matarían. Corrían los años 40, no lo olvide. Así que las primeras palabras que aprendí a pronunciar en inglés fueron: British go home [británicos, iros a casa], que es lo que gritábamos en Jerusalén cuando desfilaban patrullas inglesas.

P.- Usted ha dicho alguna vez que su madre habría sido una escritora mucho mejor que usted.

R.- Por supuesto. Ella me contaba para dormirme unas historias que hoy, casi 50 años después, recuerdo todavía muy profundamente. Historias oscuras, no las típicas que se le cuentan a un niño. No cuentos de duendes y hadas, sino historias oscuras, casi góticas. Y eso estimuló mi imaginación y mi lenguaje, porque el de ella era muy rico.

P.- ¿Qué hay de su relación con Dios? Su abuelo dice en uno de sus libros: «Dios nos odia». ¿Por qué?

R.- Sucedió así. Mi abuelo lo decía: «Dios nos odia; es un enemigo. Dios es antisemita». Puedo entender esas palabras porque él vivió todos los horrores del siglo XX, pero por lo que yo sé, Dios no tiene nada que ver con la religión. Dios es irreligioso. No creo que Dios esté interesado en la religión. En cuanto a si existe o no, no lo sé.

P.- Pero mucha gente culpa hoy a Dios del fanatismo.

R.- Creo que nuestro verdadero problema no es la religión, sino el fanatismo. Y uno y otro no son lo mismo. No todos los creyentes son unos fanáticos, igual que no todos los fanáticos son creyentes. Hay fanáticos del laicismo y fanáticos de la ética, y nuestro gran problema en el siglo XXI es la gran variedad de fanatismo. No sólo el religioso.

P.- Usted vivió durante más de 30 años en un kibutz. ¿Qué es lo que hace que la vida sea tan especial allí?

R.- Tiene usted que imaginar una aldea pequeñita, quizá 120 familias, donde no existe el dinero. Cada cosa que produces pertenece a la comunidad. Pero, al mismo tiempo, cada cosa que necesitas la obtienes de ella. Y todo está decidido democráticamente. Durante todos los años que viví en el kibutz solía trabajar a tiempo parcial como camarero. Ése era mi oficio diario. E incluso cuando me convertí en un autor reconocido internacionalmente tenía que trabajar en el bar del kibutz dos días a la semana y tenía que ser el más rápido. Y lo era. Era muy bueno. Hacía comidas y cenas. Y los demás días recogía algodón o conducía un tractor o recolectaba manzanas o cualquier otro trabajo en el campo.

P.- Supongo que eso le habrá influido de algún modo en sus libros.

R.- Desde luego. Aquello es como una gran familia. Lo que no quiere decir que sea siempre el paraíso. Como escritor, me dio la oportunidad de conocer muy bien la vida de 120 familias. Es mucho más de lo que podría haber conocido en otro sitio sobre la naturaleza humana. En un kibutz todo es público. Es una sociedad sin secretos.

P.- ¿Qué piensa de la actitud de los europeos hacia los palestinos?

R.- Hay ciertos intelectuales europeos que creen que los países pobres tienen derecho a una especie de compensación moral. Yo no estoy de acuerdo. Los países pobres tienen derecho a obtener justicia, no a concesiones morales. Por eso pensar que hay dos tipos de ética, una que vale para los países ricos y otra -menos estricta- que rige para los países pobres, africanos, musulmanes..., es inadmisible, casi racista. Yo creo que nadie debería tener una disculpa moral.

P.- Algunos líderes palestinos llegaron a acercarse a los nazis.

R.- La verdad es que he descubierto que muchos europeos no saben nada sobre eso. Algunos líderes árabes pidieron a Hitler que extendiera la solución final a Palestina. Es algo que tampoco saben muchos árabes.

P.- Esto nos lleva al asunto de la resurrección del antisemitismo en Europa, especialmente entre ciertos intelectuales. ¿A qué lo achaca?

R.- No lo sé. Quizá a que han pasado muchos años desde las atrocidades nazis y el mundo olvida. En los 50, 60 y 70 la gente tenía un recuerdo muy vivo de Hitler. Ésta es otra generación y las personas olvidan. De todas formas, el antisemitismo es casi un sentimiento indígena en Europa. Si hay algo que comparten todas las civilizaciones europeas es el antisemitismo. En parte tiene que ver con algunos de los principales dogmas cristianos. No a los ojos del Papa, desde luego, pero, a los ojos de muchos cristianos, los judíos eran los asesinos de Cristo.

P.- Pero el antisemitismo no viene sólo de los cristianos. También de la izquierda europea. A veces se lee o se oye que Israel hace con los palestinos lo mismo que Hitler con los judíos...

R.- Es una exageración hecha de tres puntos. El primero, el sentimiento ciego de apoyo al Tercer Mundo: lo haga bien o lo haga mal, el Tercer Mundo tiene razón. El segundo, el antiamericanismo: si Estados Unidos es el Gran Satán, Israel es el hijo del diablo porque está apoyado y financiado por él. Y el tercero, una cierta superstición sobre una conspiración judía internacional del tipo: «Israel es sólo la punta del iceberg». Estas tres premisas se han infiltrado en gran parte de la izquierda europea y han hecho que la extrema izquierda europea, cuando habla de Israel y de los judíos, sea tan similar a la extrema derecha.

P.- Usted habla de aplicar al problema palestino la lógica del hospital y no la de la disputa. ¿A qué se refiere?

R.- Se trata de ayudar a arreglar la situación en vez de seguir discutiendo quién tiene la culpa. Lo de enfrentarse a un conflicto internacional, firmar manifiestos, manifestarse, gritar contra los malos y dar apoyo a los buenos, y luego irse a dormir con la conciencia tranquila es la clásica actitud europea desde Jean-Paul Sartre, quizá desde Émile Zola.

P.- Como en los western.

R.- Exacto. Pero en el conflicto entre israelíes y palestinos no hay buenos ni malos. La discusión sobre cuál de los dos bandos tiene la culpa es inútil. Lo que nosotros necesitamos ahora es resolver el problema y dejar la discusión sobre las responsabilidades a las generaciones venideras. Los historiadores y los intelectuales podrán hacer en el futuro decenas de simposios y seguramente no se pondrán de acuerdo. Pero ahora lo que nos toca es el hospital. Es como cuando hay gente sangrando en la carretera. Lo primero que le preocupa a uno no es saber cuál de los dos conductores tuvo la culpa, sino parar el derramamiento de sangre, estar cerca de los heridos, iniciar la curación. Cuando hablo con intelectuales palestinos laicos, siempre nos comunicamos como si fuéramos médicos: nunca hablamos de cuestiones históricas. Es la única actitud posible. Las demás no ayudan.

P.- Y, bajo su mirada de médico, ¿cuál es el diagnóstico de lo que está pasando?

R.- Bueno, es algo terrible ver cómo los palestinos se matan entre ellos en Gaza. Una tragedia terrible. Los palestinos han sufrido tanto y han tenido que tolerar tantas cosas... Hay muy poco que los israelíes puedan hacer en este tipo de luchas palestinas. Muy poco. Deberíamos mantenernos alejados de ellas. Basta con que sigamos suministrando comida, agua y electricidad a Gaza.

P.- Pero Israel cortó las ayudas hasta que Hamas renunciara al terrorismo. ¿Qué es mejor para reducir a los fanáticos? ¿El palo o la zanahoria?

R.- Creo que Israel debería seguir dando a Gaza ayuda humanitaria a pesar del control de Hamas. Si no, habrá una crisis humanitaria y será peor para Israel. Por eso, no sólo por razones altruistas, sino por egoísmo puro, Israel debería seguir dando ayuda a Gaza. Gratis. Sin exigir nada a cambio. Ésta es una situación única en la Historia, por cierto. En la reciente Guerra del Líbano, mientras Israel era bombardeado desde Gaza todos los días, los israelíes seguían mandando a la Franja provisiones de agua, comida, luz y medicina. Eso no ha pasado en ningún lugar a lo largo de la Historia. Nunca. Por una vez, Jesucristo estaría muy orgullo de los judíos... (Risas).

P.- Pero el problema no se arregla sólo a base de ayuda humanitaria.

R.- No. Al mismo tiempo deberíamos negociar con Al Fatah. Ellos son un partido pragmático, con el que habría que llegar a un acuerdo sobre Cisjordania.

P.- Pero si el acuerdo lo negocian los moderados de los dos bandos, ¿no se corre el peligro de que los radicales de uno y otro lado sigan en guerra?

R.- Eso es cierto. Pero no hay que olvidar que si hay un acuerdo entre los moderados de uno y otro bando, acabará habiendo muchos más moderados. Habrá esperanza y ésta es el otro gran antídoto contra el fanatismo. El fanatismo se alimenta de la desesperanza.

P.- ¿Cree que el nombramiento de Tony Blair como enviado especial del Cuarteto va a cambiar algo en Oriente Próximo?

R.- Oh, por supuesto. ¡Lo arreglará todo en una sola noche! ¡Es un tipo muy rápido! (risas). En serio, él es un hombre con muchas energías y muy ambicioso. Dejemos que lo intente. ¿Por qué no? No puede hacer ningún daño. Es bienvenido a bordo.

P.- ¿Pero cree que los palestinos le escucharán? Blair es una figura muy marcada por la Guerra de Irak.

R.- No estoy seguro. No puedo hablar por los palestinos. Habrá que esperar.

P.- ¿Cree que esta crisis de liderazgo tiene algo que ver con la edad? Quizá los ciudadanos más jóvenes de Israel tienen más posibilidades de hacer la paz con los palestinos.

R.- Ojala. No puedo garantizarle nada. No es fácil ser un profeta en la tierra de los profetas.

P.- ¿Cómo ve a la izquierda israelí?

R.- La izquierda es muy débil. En parte por razones meramente internas. En los últimos años han llegado muchos inmigrantes de la antigua Unión Soviética, casi un millón. A toda esa gente la palabra izquierda le provoca alergia. Por eso los laboristas han perdido apoyos. Pero espero que algún día regresen al poder. Creo que algún día lo harán.


LA CUESTION

- ¿Qué piensa de la política israelí hoy? ¿No cree que la desaparición de Sharon ha dejado un cierto vacío?

- Tenemos una crisis seria de liderazgo. Ahora no veo a nadie que tenga las cualidades para ser un gran líder. Pero el que yo no la vea no significa que esa persona no exista. A veces, políticos de los que no se espera casi nada hacen grandes cosas. Nadie esperaba de De Gaulle que entregara Argelia ni que Churchill desmantelara el Imperio británico. Nadie esperaba que Anuar el Sadat viniera a Jerusalén e hiciera la paz con los israelíes. Nadie que Gorbachov acabara con la Unión Soviética. Quizá haya personas que no conocemos que puedan ejercer el liderazgo que necesita Israel. A veces uno mira a un político y dice: 'no va a durar nada, no tiene carisma'; y, sin embargo, luego llega al poder y actúa como un verdadero líder. Espero y deseo que eso suceda en Israel y también en Palestina porque, como los árabes dicen, uno no puede aplaudir sólo con una mano.


«Si hubiera podido ser músico, tal vez no habría escrito libros»

Usted quería ser músico.

- Pues sí. Si hubiera podido ser músico, tal vez no habría escrito libros.

¿Qué tipo de músico?

- Un compositor. Pero no sé tocar ningún instrumento. Ni siquiera puedo cantar. Cuando lo intento, lo hago siempre fuera de tono. Así que puede llamarme un músico profundamente frustrado. Mi único instrumento musical es la palabra. E intento siempre escribir musicalmente. Cuando me pongo a escribir, siempre pienso en la musicalidad de las frases. Ésa es la razón por la que siempre escribo en voz alta. Tengo que trabajar siempre en una habitación yo solo. A veces la gente en los hoteles cree que me he vuelto loco porque hablo en voz alta. En casa tengo un cuarto en el sótano que conocemos como el gulag. Así que voy allí y hago ruidos extraños. Ésa es mi manera de trabajar.

¿Qué música le gusta?

- De todo un poco. Puede ser jazz por la mañana y música barroca por la noche. Música popular, canciones, depende.

¿Y cuál es el último disco que ha comprado?

- Una nueva interpretación de algunos lieder de Schubert. Me encanta Schubert.

Otros judíos como Arthur Miller, Bob Dylan o Woody Allen han recibido también el Príncipe de Asturias. ¿Cree que existe una especie de cultura judía?

- No. La había en el siglo XIX. Hay cierta sensibilidad judía que yo puedo identificar. No puedo decir cuál es, pero cuando la veo la reconozco. Me refiero por ejemplo a reírse de uno mismo. Eso es muy propio de los judíos. Los escritores pertenecen a su lengua.

¿Cómo le han influido los escritores españoles?

- Son escritores muy vivos, sus libros están llenos de energía. Nada que ver con los de otros países. Eso es lo que me gusta de ellos. Pero no voy a citar a ninguno porque olvidaría a alguien.

Pero sí sé que le gusta Borges.

- Oh, claro. Él es el padre de todos ellos. Quizá mi cuento preferido es ése en el que un ciego ayuda a cruzar la calle a otro ciego que no sabe que quien le ayuda tampoco puede ver. Inolvidable. Y muy revelador sobre la condición humana.

Mario Vargas Llosa dice que usted es una persona demasiado comprometida para la sociedad actual.

- La sociedad nunca tiene unos principios fuertes. Son los individuos los que los tienen. Los principios son una inspiración parcial para las sociedades, pero siempre vienen de los individuos.

entrevista publicada en el mundo, enviada por legado sefardi

Conversación con Nonie Darwish, fundadora de la controvertida Organización "Árabes por Israel"

El Cairo: "Creo que si Israel depone las armas, dejara de existir. Pero si los árabes de Cisjordania lo hacen, se hará la paz".

No se espera que una persona, nacida en Gaza, en los años 50 y cuyo padre murió a manos del ejercito israelí­ pronuncie estas palabras.

Nonie Darwish, egipcia, rezaba por la destrucción de Israel y, ahora, declara que fue cambiando "gradualmente". Sin embargo, su transformación fue radical.

Hace cuatro años, tras un ciclo de conferencias en las que participaron árabes americanos de ideas similares, Darwish fundó una organización llamada "Árabes por Israel". Afirma a "The Daily Star Egypt" que se dedicaba a la reconciliación pacifica, entre Israel y Palestina, apoyando la existencia del Estado de Israel.

La organización funciona con sede en Estados Unidos, país de residencia de Darwish desde 1978. La fundadora sostiene que, las razones para crearla fueron muchas, aunque admite que, los ataques del 11 de septiembre, así­ como las acusaciones de complot israelí que le siguieron, significaron bisagras.

¿Como pudimos, árabes y musulmanes, acusar a gentes de otras religiones de algo que, sabemos muy bien, cometimos nosotros mismos?, se pregunta Darwish.

Fue señal de que la "paranoia y obsesión árabe respecto a Israel se hacía cada vez menos sostenible", escribió más tarde en uno de sus artí­culos.

Tales acusaciones fueron resultado de la ignorancia y los prejuicios reinantes en el mundo árabe y expresaban un odio que les hace más daño a ellos mismos, que a los israelí­es.

Recuerda que, en su infancia, en ocasión de recitar una poesí­a en el colegio, se le llenaron los ojos de lágrimas al jurar que daría su vida por la jihad contra Israel.

Después de la muerte de su padre, líder de los fedayun, que incursionaban en territorio israelí, entre 1951 y 1956, los familiares le preguntaron, a ella y a sus hermanos, quien lo vengaría contra los israelíes.

Sentí­ que, el odio, no solo afecta al odiado sino, también, a la persona que odia, nos cuenta.

"Cuando se le deja crecer, tal como ocurre entre los árabes contra los israelí­es, puede ser muy destructivo para la psique de una cultura que odia y, ahora, estamos viendo los frutos en el seno de la cultura árabe.

Según Darwish, algunas organizaciones israelí­es intentan ofrecer la rama de olivo, pero falta un interlocutor en el mundo árabe. Desea que, su grupo, se convierta en pionero del esfuerzo por conseguir el diálogo.

¿De que tenemos miedo?, pregunta. "Los judíos en Israel son sólo cinco millones y los musulmanes 1.2 mil millones". ¿Por qué la dirigencia árabe y musulmana anima, constantemente, a los árabes de Cisjordania y Gaza a seguir combatiendo y no aceptar nunca la paz?"

Israel, para defenderse, alega que lo hace por su existencia.

Además de las medidas de defensa de Israel, junto con sus controvertidas relaciones con los países árabes que la rodean, el desplazamiento de los palestinos al formarse el Estado es la principal queja, tanto en Gaza como en Cisjordania y el resto del mundo árabe.

Después de la guerra de 1948, conocida en Israel como la Guerra de la Independencia y, en Palestina, como "Al-Nakba" (El Desastre) respectivamente, se estima que huyeron o fueron desalojados por la fuerza entre 500,000 y 900,000 palestinos.

Los campos de refugiados, que siguen funcionando en la actualidad, son la base de un considerable número de terroristas, predominantemente jóvenes, que salen a atacar Israel.

¿Acaso hemos olvidado a los 900,000 judíos que fueron expulsados de los países árabes? plantea Darwish, agregando que, la Tierra Santa, no es patrimonio exclusivo de los musulmanes. "Los musulmanes tienen La Meca y Medina. ¿Alguna vez los árabes se preguntaron donde está la Tierra Santa de los judí­os?

¿Donde fue la cuna del judaí­smo y el cristianismo y cuales son sus derechos en Oriente Próximo?" "Los judíos viven en Oriente Próximo, en continuidad, desde hace miles de años, incluso antes del Islam"

Podría ser desafiante, pero Darwish afirma que, por lo menos el 30% de los árabes musulmanes de Oriente Próximo no se oponen a Israel. Sólo tienen miedo de decirlo.

Muchos árabes americanos, afirma, la felicitan por su página Web y, la mayor parte de los correos de apoyo que recibe, así como las contribuciones al sitio, provienen de árabes musulmanes.

"Recibo infinidad de e-mails de admiración y muy pocos opositores", confiesa sonriente. Aunque éstos últimos fueron suficientemente alarmantes como para hacerla usar un seudónimo. Nonie Darwish no es su verdadero nombre. "No tengo intención de satisfacer su odio", dice, "Estoy en América y sencillamente estoy haciendo uso de mi derecho a la libre expresión". "En una sociedad civilizada, las personas pueden, respetuosamente, discrepar. Tienen derecho a demostrarme, mediante el diálogo, que estoy equivocada".

Ciertamente, no faltan egipcios contrarios a sus ideas. Pero Darwish insiste en que su apoyo a Israel no la convierte en anti-árabe ni en anti-palestina. "Amo a los árabes, a los palestinos y a los egipcios", dice. "Son mis hijos y su sufrimiento, así como la pobreza de Egipto, son para mí­ una dificultad".

"Sin embargo, para resolver el problema, tenemos que comenzar a ver a los judíos con una mirada de clemencia. Debe haber perdón y justicia".

entrevista de Jonathan Spollen tomado de legadosefardi

domingo, 1 de julio de 2007

Mi respuesta a dos sueños opuestos para una misma nación de Amos Oz

Yo recordaba que había algo que no me gustaba de Amos Oz y ahora recuerdo que era.

Israel no será grande si permite que la facción más extremista, la de los colonos dirija sus destinos.

Israel tampoco será grande si permite que la facción laicista imponga su visión del mundo, porque será eso, su imposición.

Lo que imponemos nosotros nos parece precioso, lo que nos imponen vomitivo, "la democracia" impuesta sólo es la opinión de una mayoría. Y ser mayoría, no significa tener razón, sólo ser más.

La historia lo demuestra, aunque nos empeñemos en decir que lo malo de un país es culpa de sus políticos, nosotros somos responsables de nuestros políticos, o les votamos o dejamos de hacerlo. Y somos responsables en parte, de sus decisiones, porque nos dejamos o no nos dejamos oír.

El pueblo judío, que ha sido minoría en tantos lugares, no puede obviar a sus minorías, y pretender que el único sueño alcanzable es el de la mayoría.

Siento, al leerlo, demasiado odio contra los colonos, gente que hizo lo que se le pidió que hiciera, y que tiene todo su derecho a llorar al perder las casas en las que muchos han nacido. Es su derecho.

Es horrible ver como el lado laicista convierte a los colonos en sus mayores enemigos, como si fueran ellos los responsables de sus problemas políticos, ¿cuantas veces la mayoría acusa a la minoría de sus problemas?

Todos apoyan las minorías ajenas, pero subyuga a las suyas. Porque está harta de sus pataletas...

Amos Oz tiene todo el derecho a ser critico, pero no a ser injusto, y lo está siendo.

Bien o mal... los buenos y los malos, todos los grandes problemas empiezan así.

Sólo leo en Amos Oz resentimiento, resentimiento hacia un modo de ver la vida que le excluye, y ¿cuál es su solución? excluirles a ellos. Amos Oz, ni entiende, ni comprende...

Mucha gente olvida que entender a alguien, comprenderle, no significa estar de acuerdo con ella... pero esa línea difusa, ese apoyo necesario para poder respetarnos unos a otros, se está perdiendo.

Yo entiendo a los colonos, entiendo a Amos Oz, y dentro de sus batallas de sueños absolutos y grandes pesadillas, estoy en contra de ambos. La vida no es blanco o negro, ni siquiera gris... ¿Porque perderse el resto de tonalidades?


escrito en 2005