El juicio al presidente de Israel, Moshe Katsav jefe del estado israelí, ha puesto varios temas sobre la mesa. El primero ya lo apuntaba en su momento Golda Meir cuando se lamentaba diciendo «Siempre pensé que un Estado judío, estaría libre de las lacras que afligen a otras sociedades: robos, asesinatos, prostitución. Ahora veo que lo tenemos todo, y eso lacera el corazón» (En entrevista a Oriana Falacci, abril de 1973).
Está clara la vigencia de esa frase cuando nos encontramos con el hecho de que se va a juzgar a Katsav por abusar de su influencia para lograr favores sexuales. Como le pasó a Clinton en su momento parece que la opinión pública israelí se le ha echado encima por mentir. Claro que los delitos de los que se acusaba a uno y otro no son comparables. A uno se le acusaba de ser un adultero, al otro se le acusa de obligar a varias mujeres de su oficina a acostarse con él.
Sin embargo, Golda Meir puede estar en parte tranquila, basta con ver la actitud con la que la ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, al serle recordado cínicamente y con sorna que el aún presidente de Israel tiene trapos sucios recordó al periodista que al menos “Israel los lava”.
El segundo tema es la necesidad o no de la figura del presidente como jefe de Estado, un cargo más bien ornamental creado para evitar que las desavenencias de Weizmann y Ben Gurion complicaran aún más el nacimiento del estado de Israel. Weizmann se convirtió en el primer Presidente y Ben Gurion en Primer Ministro. El cargo de presidente de Israel tuvo entre sus ilustres posibles a Einstein, que lo rechazó.
El tercer tema es la sucesión. Se han abierto encuestas buscando el pulso de la sociedad israelí preguntando quien debería ser el Presidente de Israel, y dos nombres aparecieron al principio con fuerza, uno es el conocido político israelí Simon Peres, premio Nobel de
En las últimas semanas el nombre de Wiesel ha perdido fuerza, y se habla de Israel Lau (Gran Rabino de Tel Aviv) o Reuven Rivlin (portavoz del Likud en el parlamento israelí). A estos dos nombres se unen los de Binyamin Ben-Eliezer (del partido Laborista) y Meir Shamgar (Presidente de
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