El antiguo secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, se lamentaba el mes pasado de que "60 años después de la liberación de los campos de exterminio nazis, y 30 años después de los campos de aniquilación camboyanos, la promesa del "nunca más" suene hueca. La tragedia de Darfur se ha intensificado en los últimos tres años, y en un informe reciente se recogen los cientos de pueblos destruidos y el tratamiento brutal a los civiles que se extiende en los países vecinos. ¿Cómo puede una comunidad internacional que asegura sostener los derechos humanos permitir que este horror continúe?"
Del mismo modo, el New York Times(NYT), en un editorial de la semana pasada, criticaba duramente la inacción internacional en Darfur. Dando cuenta de "las matanzas y las atrocidades que se han producido a través de las fronteras de Sudán, en Chad y la República centroafricana", escribía: "si la cruel factura de Darfur - varios cientos de miles de muertos y dos millones de expulsados de sus casas - no pueden persuadir al mundo a actuar, entonces quizás la amenaza de una conflagración regional será factible".
Sin embargo, lo notable de todo este remordimiento es que viene de dos de las instituciones más responsables de la inacción mundial - a saber, las Naciones Unidas y la Prensa.
Podría parecer incorrecto, ya que ni las Naciones Unidas ni la misma Prensa tienen el poder de tomar cualquier acción eficaz: esta sólo puede ser realizada por medio de los gobiernos nacionales, dentro de o fuera del marco de las Naciones Unidas. Pero en realidad, ningún gobierno se comprometerá en una acción difícil y desagradable, que no sirve ningún interés nacional evidente, a menos que sea forzado por una presión aplastante de la opinión pública.
Y aquella presión sólo puede ser generada por aquellos que controlan los "púlpitos" del mundo - antes que nada, la Prensa y el secretario general de las Naciones Unidas.
No obstante, ambas instituciones han tratado consecuentemente a Darfur como mucho menos importante que otros conflictos "mucho menos mortales". Como resultado, las opiniones públicas occidentales, y por lo tanto sus gobiernos, han seguido dicha dinámica.
El conflicto israelí-palestino, por ejemplo, ha costado aproximadamente 5.400 vidas – 4.300 palestinos y 1.100 israelíes - durante los últimos 6 años. Esto comparado con las aproximadamente 400.000 personas (ninguna estadística precisa existe) asesinadas en Darfur durante los últimos 3 años.
Aún así, una búsqueda en los archivos del NYT nos informa de que se han publicado sólo 418 artículos de Darfur el año pasado, comparados a los 2.528 sobre Israel y 1.146 sobre los palestinos (la discrepancia viene originada especialmente por la última guerra del Líbano). Esto hace que los 400.000 muertos de Darfur, en los estándares del NYT, posean aproximadamente un tercio de la importancia de los 4.300 palestinos muertos.
Otros periódicos importantes por todo el mundo actuaron de manera similar. El Times de Londres, por ejemplo, publicó 142 artículos de Darfur el año pasado, comparado a 579 sobre Israel y 248 sobre los palestinos. Para Le Monde, las cuentas eran 253, 500 y 500; en el caso del Frankfurter Allgemeine Zeitung, las cuentas eran 239, 1,898 y 638. En el caso español, El País, el desajuste era particularmente notorio: 120 artículos sobre Darfur, comparado a los 2.730 sobre Israel y 2.013 sobre los palestinos, dando una proporción Israel:Darfur de 23 a 1.
Pero hasta estas estadísticas subestiman la diferencia de trato, porque no hacen caso de la cuestión igualmente importante de la prominencia. Tome, por ejemplo, un par de artículos que aparecieron en la filial europea del NYT, la tribuna del International Herald. Uno sobre el bombardeo y destrucción, por error, de unas casas en Gaza por parte de Israel, ocasionando el asesinato de 18 palestinos. Esto mereció un titular de cuatro columnas de tipo grande y 30 pulgadas de titular. Otra noticia de la semana pasada informaba que 220 chadianos habían sido asesinados por los mismos milicianos sudaneses responsables del genocidio de Darfur. Esto mereció un simple informe: dos pulgadas de titular en letras pequeñas. ¿Si la Prensa piensa que 18 vidas palestinas merecen 15 veces más espacio que 220 chadianas, es sorprendente que los gobiernos occidentales y sus opiniones públicas vean las matanzas en África como de baja prioridad?
El comportamiento de las Naciones Unidas ha sido criticado de manera similar. El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sostuvo finalmente su primera sesión sobre Darfur el mes pasado, pero rehusó condenar al gobierno sudanés por la matanza. Aún así, el consejo encontró el tiempo necesario para adoptar no menos de tres resoluciones condenando a Israel este mismo año (hasta el propio Annan llamó a esto "desproporcionado").
Del mismo modo, la Asamblea General dedicó tres días enteros de noviembre, como hace cada año, para la discusión y condena "de la ocupación" israelí. Si no puede recordar una sesión equivalente sobre Darfur, el problema no es de su memoria. La sesión final de la Asamblea General discutió no menos de 25 resoluciones condenando supuestas violaciones de los derechos humanos por parte israelí. En cambio, no podía ser molestada para introducir una única resolución condenando el genocidio en Darfur.
Las Naciones Unidas también tienen numerosos organismos, como un Comité permanente para el ejercicio de los Derechos Inalienables de los Palestinos, que se dedican exclusivamente al conflicto israelí-palestino y, por lo tanto y naturalmente, se esfuerzan por enfocar la atención sobre él. Los refugiados palestinos tienen hasta una agencia propia, la UNRWA, toda para ellos, mientras los restantes refugiados del mundo deben competir por la atención del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Así es apenas sorprendente que los dos millones de refugiados de Darfur estén ocultos bajo la sombra de los palestinos.
Finalmente, esta el propio Annan - quién declaró en noviembre pasado que el conflicto israelí palestino es el más importante del mundo, porque "ningún otro conflicto posee un nivel simbólico y emocional tan poderoso entre poblaciones alejadas del campo de batalla."
Si el secretario general de Naciones Unidas considera "el nivel simbólico" generado por la muerte de 4.300 palestinos mucho más importante que las muertes de aproximadamente 400.000 residentes de Darfur, ¿es sorprendente que muchos gobiernos juzguen la matanza de Darfur igualmente trivial?
Como todos los seres humanos, aquellos que dirigen los gobiernos sólo pueden concentrarse en ciertas cuestiones en un momento dado - y en los países democráticos, por lo general, eligen las que dominan la opinión pública.Así, mientras las Naciones Unidas y la Prensa siguen otorgando al genocidio de Darfur una prioridad tan baja, uno puede predecir con seguridad que la inacción global ante este genocidio seguirá.
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