¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

miércoles, 13 de junio de 2007

Otra calumnia infundada

La idea generalizada de que la mayoría de los judíos en la España medieval fueron usureros no es cierta: aunque hubo quienes se dedicaron a la recaudación de impuestos, los hebreos fueron principalmente campesinos, artesanos, médicos e intelectuales.

Todavía cunde la impresión de que los judíos de la España medieval se dedicaban a explotar a los cristianos: dícese que eran usureros y, en el mejor de los casos prestamistas, recaudadores de impuestos y financieros de la corte. Por lo general, gente adinerada que había acumulado enormes riquezas, mientras que el pueblo vivía en la miseria, estaba oprimido y avasallado y hasta se moría de hambre. Y no falta quienes afirman hasta nuestros días que los judíos son los que manejan los hilos, y los dirigentes de las naciones, las marionetas que se mueven al compás de sus deseos.

Todas esas alegaciones son falsas. Se trata de una fábula creada por los enemigos de los hebreos, para difamarlos y enardecer los ánimos de los "buenos cristianos" contra esos "usurpadores" . Un enfoque que conocemos en nuestros días como racismo en general y antisemitismo en particular. Ello no quiere decir, desde luego, que no hubo judíos usureros, como también los hubo cristianos; judíos desalmados que sabían decir patrañas y engañar a los incrédulos, pero ¿acaso todos los cristianos se portaban debidamente, y no había entre ellos perversos, timadores y criminales? El reputado historiador español Salvador de Madariaga, que en sus escritos no siempre es filosemita, lo explica muy bien: "Recaudadores, usureros, hombres ostentosos y criminales, los hay por todas partes... Pero cuando ocurre que esos indeseables son judíos, la nación se eleva contra ellos indignada por no poder soportar de un extraño lo que, viniendo de los de la casa, por fuerza ha de tragarse en silencio".

En primer lugar, no se dirá nada nuevo si se afirma que los judíos figuraban entre los "colonos" que repoblaron las tierras reconquistadas a los moros, a invitación de los reyes de León y Castilla. Se trataba de hebreos que ya vivían en tierras cristianas o se habían refugiado en ellas, huyendo de los terribles persecuciones de los amorávides (1090) y luego de los almohades (1146). Y cuando se dice "colonos", se hace referencia que en parte fueron campesinos que comenzaron a labrar las tierras asoladas, que durante siglos habían quedado yermas, porque aquél era territorio de lucha e incursiones entre cristianos y moros.

Así tenemos que surgen las pueblas leonesas, "preponderantemente habitadas por judíos", como lo afirma un historiador español, quien agrega: "Los documentos más primitivos dan cuenta de esa presencia judía y de su importancia en numerosas transacciones comerciales: viñas y campos comprados a o por judíos, tiendas regentadas por israelitas, tributos importantes pagados por las aljamas; siempre tributos muy especiales, siempre distintos a los pagados por el resto de la población". Y agrega: "Castilla la Vieja tuvo aljamas que fueron fundamentales en la vida económica y cultural de la Edad Media... Los judíos formaban parte de la vida comunal, poseían sus tierras de labor y ejercían en gran parte oficios artesanales. Cuando la corte se estableció definitivamente en tierras castellanas, los judíos más poderosos fueron sus almojarifes y se encargaron de cobrar impuestos. Muchos de ellos se enriquecieron. Y ese enriquecimiento particular de unos cuantos hizo que, para el pueblo, la estirpe hebrea fuera prácticamente un sinónimo de usura, de abuso, de enriquecimiento a costa de los sudores de muchos".

¿A qué se dedicaron los judíos para subsistir? Primeramente fueron campesinos, artesanos y pequeños comerciantes. Eventualmente, se les prohibió poseer tierra y bienes inmuebles. Tuvieron que convertirse en artífices, mercaderes y médicos. Las mujeres de condición humilde también trabajaban: eran lavanderas, comadronas, tejedoras e hilanderas. En 1407 en Murcia, por ejemplo, había trece sastres judíos, siete tejedores y tres tintoreros. En esa ciudad, el judío típico era un sastre, en Logroño, un curtidor. Pero en su mayoría era gente de escasos recursos. Y en muchos casos, explotados por la nobleza o el clero, como se citan varios ejemplos históricos en el caso de la aljama de Pamplona. Como ya se indicó en un artículo previo, “mucho se ha hablado sobre la usura de algunos prestamistas judíos. Pero, a la inversa, se conocen algunos casos increíbles de explotación de la mano de obra judía, como el sucedido en la localidad de Torres. Allí un artesano llamado Salomón Borges, de Pamplona, pasó trescientos veinte días reparando las tiendas del rey; cobraba cuatro sueldos diarios, cuando simples obreros y carpinteros percibían el doble por ese tiempo. Otro ejemplo: documentos de 1402 dan cuenta, en Pamplona, de cuatro judíos que cosían "de las diez horas hasta la noche", y cobraban 10 sueldos entre todos. Era una injusticia, pero estos artesanos no pedían otra cosa que se les permitiera vivir en paz, aunque estuvieran muy lejos de ganar una remuneración razonable”.

Había, además, de un pequeño grupo de intelectuales que eran filósofos, poetas, escritores, traductores, talmudistas, cabalistas, exegetas y rabinos. No faltaron tampoco astrónomos y cartógrafos, que prestaron muy importantes servicios para el desarrollo de esas ciencias. Pero, en especial, se dedicaron a la medicina, y es un hecho comprobado que la mayoría de los médicos españoles del medievo eran judíos.

En el año dos mil el "best seller" por excelencia en España fue el libro de Noah Gordon, "El último judío". Allí en forma dramatizada leemos el relato del hijo de un humilde orfebre hebreo, un niño que es testigo de terribles injusticias y malvados asesinatos cometidos contra judíos de Toledo, y de hasta un buen cristiano "nuevo", que cae en las garras de la Inquisición. Nada de ello es ficticio, aunque los protagonistas citados no hubieran existido. Allí se relatan hechos históricos, se refleja la larga senda de sufrimientos y torturas que tuvieron que recorrer los judíos, en ése y muchos otros países en aquellos tiempos aciagos.

Los Traductores

Capítulo aparte merece la labor de aquellos hebreos que vertían libros de uno a otro idioma. Se trataba de escribas con un dominio absoluto de dos o más lenguas, que laboriosamente escribían en un manuscrito lo escrito en otro en idioma diferente. ¿Qué importancia podía tener esa tarea, realizada en una época en que las personas ilustradas eran una insignificante minoría? Sencillamente, conservar la ciencia de otras civilizaciones previas, tratar de despertar a los reinos cristianos del letargo de la más profunda ignorancia en que estaban sumidos en el medievo, y transmitir los conocimientos y la sabiduría de épocas previas, mientras que florecía el saber en el mundo arábico.

El tema central de esa actividad –en ésa o cualquier otra época- es el progreso humano, a medida que se difunden las ciencias, las técnicas y las normas morales. Europa, aturdida por la invasión de los bárbaros, había quedado postrada en densas tinieblas, en las que el conocimiento humano ya no tenía lugar. Y eso en un momento que los estudiosos árabes, compilando y basándose en los conocimientos de otras civilizaciones, creaban un lucero de sabiduría. Mientras tanto surgieron importantes comunidades judías en Oriente y España, que si bien se dedicaron a traducir textos bíblicos y talmúdicos, pronto encararon la tarea de transcribir al hebreo los descubrimientos y la literatura árabe, amén de los escritos de aquellos judíos que se habían dedicado a la medicina, astronomía y filosofía. El hebreo ya no era usado en forma vernácula, pero todo judío ilustrado lo comprendía, y la gran masa lo podía leer y entender, de uno u otro modo. Los principales centros de esa actividad fueron Toledo y Barcelona, así como las ciudades provenzales de Narbona, Montpellier y Béziers, y Nápoles en Italia.

Existe una anécdota interesante relacionada con Salomón ibn Gabirol, el gran poeta y pensador judío del siglo XI. Entre otras, escribió una obra filosófica en árabe que fue traducida al latín en 1150, mientras que un traductor judío hizo un compendio en hebreo, denominado Mekor Jaim, (Fuente de la Vida). Con el tiempo el original y esta última traducción se perdieron, mientras que la latina, denominada Fons Vitae, fue proclamada por la Iglesia como un valioso tratado académico y su autor, con el erróneo nombre de Avicebrón, considerado un estudioso católico. Y no fue hasta el siglo XIX que salieron a luz varios manuscritos en la Biblioteca Nacional de París, que identificaron sin duda alguna al gran literato judío como autor de ese libro.

Moshe Yanai

tomado de legadosefardi.net

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