Mi última hija,Chayah, de quince años, pereció durante una "kinderaction", operación de niños, que comenzó al alba del último día de Rosh Hashanah y terminó al amanecer. Ese día antes de ponerse el sol centenares de familias dijeron Kadish por sus hijos. Y ahora ha llegado mi turno, y como Job, puedo decir de mí, no soy yo el único que puedo decirlo, que vuelvo a la tierra desnudo, tan desnudo como el día en que nací. Tengo cuarenta y tres años y mirando hacia el pasado puedo afirmar honestamente, tan confiado como el hombre puede serlo consigo mismo, que he vivido digna y respetablemente, mi corazón lleno de amor hacia Dios, fui bendecido con éxitos pero nunca me he jactado de ellos, mis posesiones fueron extensas y mi casa siempre abierta para necesitados. Serví a Dios con entusiasmo y mi solo pedido era que El me permitiese honrarlo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas. No puedo decir que mis relaciones con Dios permanecen inalterables después de todo lo que ha sucedido, pero puedo decir con absoluta certeza que mi creencia en El no ha cambiado en absoluto. Tengo aún tres botellas de gasolina, son tan preciadas para mí como el vino para un borracho. Éramos doce en esta habitación al comenzar la rebelión, durante nueve días combatimos al enemigo, mis once camaradas cayeron muriendo silenciosamente en la batalla incluyendo el pequeño de cinco años, que vino aquí solo sabe Dios como, y que ahora yace muerto cerca de mí luciendo en su cara una sonrisa como la de los niños que sueñan pacíficamente, también este niño murió con la misma calma ética que sus camaradas mayores. Escribo estas líneas recostado en el suelo, alrededor mío yacen muertos mis camaradas. A menos que mi cara sea comida por las llamas, una sonrisa similar a la de ese niño podría quedar grabada en ella después de mi muerte. Mientras tanto aún vivo y antes de morir, quiero hablar a mi Señor como un hombre viviente, una simple persona viviente que tuvo la grande pero trágica suerte de ser judío. Estoy orgulloso de ser judío, no a pesar del trato que el mundo nos dispensa, sino precisamente debido a ese trato. Me avergonzaría pertenecer al pueblo que engendró y crió a los criminales responsables de los hechos que se han perpetrado contra nosotros. Estoy orgulloso de ser judío porque es un arte ser judío, porque es difícil ser judío. No es ningún arte ser inglés, americano o francés, puede que sea más fácil, más cómodo ser uno de ellos pero no es más honorable. Si, es un honor ser judío. Soy feliz de pertenecer al pueblo más infeliz del mundo cuyos preceptos representan lo más elevado y bello de toda moralidad y leyes. Se nace judío tal como se nace artista, es imposible renunciar a ser judío. Este es nuestro atributo divino que nos convirtió en pueblo elegido. Creo en ti, Dios de Israel, a pesar de todo lo que has hecho para que no creyese más en ti. Creo en tus leyes aún cuando no puedo comprender tus acciones. La muerte no puede esperar más, desde los pisos encima mío el tiroteo se debilita a cada minuto que pasa, los últimos defensores de esta fortaleza están cayendo y con ellos caen y perecen los Jasidim judíos de Varsovia, yeré elokim, temerosos de Dios. El sol se está poniendo en una hora más a lo sumo estaré reunido con el resto de mis hijos y de mi familia, y con los millones de miembros de mi pueblo que sucumbieron, en ese mundo mejor en el que ya no habrán mas dudas.
Te he seguido aún cuando me has rechazado, he seguido Tus mandamientos aún cuando me has castigado por ello, Te he amado y Te amo aún cuando me has arrojado a la tierra, torturado hasta la muerte y convertido en objeto de vergüenza, de escarnio y de ridículo. Y estas son mis últimas palabras hacia Ti mi airado Dios: Has hecho todo lo posible para hacerme perder mi fe en Ti, pero muero exactamente como he vivido, gritando: ¡Shemah Israel Ha Shem elokenu Ha Shem Ejad!
Varsovia, 28 de Abril de 1943-23 Nisan 5703.
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