Por: George Chaya
Es cierto que existe un conflicto Árabe-Israelí- por 60 años, pero ahí no es donde radica el asunto principal. Los millones de seres humanos que murieron en la guerra Irán-Irak no tenían nada que ver con Israel. Todas las controversias relacionadas con el mapa del Oriente Medio, no importa qué pueda usted leer u oír en los medios de comunicación mundiales, no son, ni han sido el punto central de las derivaciones de este conflicto de vieja data en el trastornado escenario regional.
Nadie bien intencionado y que rinda culto a la verdad completa puede negar que en las matanzas masivas en Sudán fue el régimen islamista quien masacro a sus ciudadanos cristianos de raza negra y que no hubo allí ninguna presencia de cualquiera de los imperialismos tan criticados y repudiados por la moda mediática. El magnicidio reciente de la ex primer ministro Bhutto fue cometido por un jihadista suicida que no provenia de Paris, Washington o Tel Aviv. Los brutales atentados del pasado mes en Argelia contra las oficinas de la ONU no tienen que ver con occidente ni con Israel, contrario a ello, fueron reivindicados por Al Qaida-Magreb, un brazo de Al Qaida Irak.
Saddam Hussein -de cuya ejecución a instancias de un tribunal chiita iraki acaba de cumplirse un año- no invadió Kuwait, ni asesinó a su propia gente a causa de Israel. El fallecido presidente sirio Haffez Al Assad no cumplió órdenes de Washington, Moscú, Tel Aviv o Paris cuando reprimió y extermino en una semana a miles de sus ciudadanos en la ciudad de Hamma, Siria. El terrorismo talibán en Afganistán y la guerra civil desatada allí, las voladuras de los Budas y otros tantos desastres en ese país, no fueron ordenados ni ejecutados por Israel, Aznar, Bush, Blair o Sarkozy para desgracia y frustración de algunos medios prensa occidentales que lo hubieran deseado.
El problema medular es que este escenario es absolutamente disfuncional bajo cualquier estándar del mundo moderno, y lo hubiera sido aunque un Estado Palestino independiente hubiera existido por los últimos 60 años. Aunque es un hecho innegable que casi toda la gente en la región culpa de esta situación a los EE.UU., a Israel, a la civilización occidental, al cristianismo, al budismo, a todos y a todo, excepto a ellos mismos.
Lo cierto es que los hechos de los últimos años desarrollaron cuatro situaciones emergentes que siempre han existido pero nunca de forma tan desenfrenada como en la actual crisis regional. A saber:
I) El primer elemento es el asesinato suicida. Los crímenes suicidas no son un accionar nuevo pero se han popularizado últimamente. Esto representa un arma psicológica muy poderosa. Y aunque el 11 de septiembre fue cuantitativamente menos letal que muchos terremotos y desastres naturales o Saddam haya asesinado mensualmente un número de personas mayor que el de todas las que murieron a causa de asesinatos suicidas desde la ocupación de Irak por la Coalición. El ataque de un terrorista suicida crea grandes titulares, es espectacular y con la ayuda de la cobertura histérica mediática, puede socavar gobiernos democráticos. Pero en realidad el asesinato masivo por medio de un suicida no tiene nada que ver con verdaderas creencias religiosas fanáticas, hay otros elementos detrás de este accionar, dinero, poder, odio racial entre ellos. Ningún guía espiritual musulmán jamás se ha volado a sí mismo. Ningún hijo de político o líder religioso árabe lo ha hecho. Ni espere usted verlo algún día.
II) Un segundo aspecto es el discurso, “las palabras”, más precisamente las mentiras. Las palabras pueden causar destrucción. Instigan al derramamiento de sangre, asesinan personas. Es frecuente la discusión sobre las conductas de políticos y diplomáticos y que ellos inexorablemente tienen que mentir en sus funciones profesionales. Pero las normas de la política y la diplomacia son bien distintas en comparación con el grado de incitación y de mentiras inequívocamente deliberadas que ha alcanzado niveles increíbles en el escenario regional que refiero. Usted se sorprenderá, pero existe un increíble número de personas en el mundo árabe que miran Al Jazzira TV y creen que el 11 de septiembre nunca sucedió, o que fue una provocación estadounidense o peor aún, que el atentado del 18 de julio de 1994 en la Mutual Judía -AMIA- de Buenos Aires, Argentina, donde murieron mas de 80 personas fue un complot judío-sionista tal como lo presenta en las ultimas semanas Al Manar TV .
III) El tercer elemento es económico. Grandes cantidades de petrodólares y euros provenientes de la UE
IV) Un cuarto y último aspecto del conflicto es la ruptura total de todas las leyes del mundo civilizado. El mundo occidental cree en la democracia, en el gobierno de la ley y en el imperio de la ley internacional, los derechos humanos y la prensa libre. En esta región los hechos demuestran que hay hábitos que se han convertido en ingenuos y han perdido vigencia si es que alguna vez la tuvieron. Respetar los sitios y símbolos religiosos, no utilizar ambulancias ni hospitales para actos de guerra y no usar a civiles y niños como escudos o bombas humanas. En este aspecto, nunca en la historia hubo tal desprecio por la vida humana como observamos ahora.
En otras palabras, suponer que las concesiones territoriales son la llave para un progreso en el conflicto palestino-israelí en el 2008 es completamente falso. La realidad es que se esta ante una ideología jihadista ascendente y convencida de que lidera una batalla contra Israel y el occidente infiel extendida al Magreb y proyectada hacia Al Andaluz y mas allá. En este contexto, cualquier concesión territorial así como otras, sean hechas unilateralmente o por medio de acuerdos refuerzan el convencimiento de los jihadistas que Israel y occidente son débiles y pueden ser conquistados por medios militares. En realidad estas concesiones no sólo no resuelven la centralidad del conflicto sino que lo agravan. La mayoría de los israelíes apoyaron los retiros unilaterales de Líbano en el año 2000 y de Gaza en 2005, creyeron,
Muchos creen que la causa del problema es la ocupación. A menudo en occidente se cree que ocupación significa los territorios ocupados después de la guerra de los seis días de 1967. Cuando en realidad, el problema coyuntural no es regresar a las fronteras que estableció la partición, sino que los líderes jihadistas no han aceptado aún ninguna variable, y que no aceptaran jamás reconocer al Estado de Israel. Occidente cree que el desarrollo económico es la base y el punto de partida para neutralizar los sentimientos nacionalistas y religiosos, que ello traerá la paz y la seguridad. A los que eso creen, les diría que se puede ser bien pensado pero “no ingenuo”.
En la medida en que la comunidad internacional condene a Israel y abandone a las débiles pero emergentes democracias regionales como la de Irak y Líbano en lugar de aislar firmemente a los países financistas y exportadores de ideología jihadista y el accionar terrorista: “ni Occidente, ni las Democracias podrán ganar”. La victoria de la democracia y la paz en la región no depende exclusivamente de resolver el conflicto palestino-israelí como equivocadamente se pretende en cuanta cumbre se quiera desarrollar
La solución va más allá en esta materia y se relaciona con la imposición de políticas firmes y de inequívoca claridad moral.
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