Diario La Razón, Madrid.
30 Diciembre 08 - George Chaya
Algunos citan el creciente malestar judío en todo el mundo con Europa, a la que no ven mover un dedo cuando los palestinos atacan, ni siquiera cuando grupos árabes torturan en pleno París a judíos, como en el caso Ilam Halimi, o el más reciente, Mathieu Roumi. Otros hablan de electoralismo, con un Kadima que no remonta en las encuestas y cae, a pesar de sus hinchas mediáticos, cada vez que Livni abre la boca. Después de todo, Hizbulá está al norte gracias a ella, y Gaza es Gaza por ella. Entonces, ¿qué es lo que ha motivado este cambio realmente? En una palabra: Obama
El 7 de octubre de 2008, antes de las elecciones estadounidenses, el ministro francés de Exteriores daba un traspié en una entrevista publicada en el diario israelí «Haaretz». Bernard Kouchner afirmaba que mientras «Francia entiende los peligros del programa nuclear iraní», no está particularmente preocupada «porque Israel ha dicho siempre que no va a tolerar un Irán nuclear». El traspié pone de relieve la naturaleza dual de la política exterior europea en general y francesa en particular: Israel es un tampón que caerá primero y se llevará la peor parte, dando a Europa un tiempo precioso para pedir ayuda a Estados Unidos; y por otra, es un saco de boxeo al que pedir comportamientos que no es que Europa no pida a sus inmigrantes, es que tampoco pide a los vecinos de Israel.
Sin embargo, el 12 de diciembre, ya victorioso Obama y pasado el trago del resbalón del titular de exteriores, Nicolas Sarkozy expresaba en los medios una preocupación extrema: «Postura de Obama sobre Irán ‘profundamente inmadura', afirma Sarkozy», reza el mismo «Haaretz». En la práctica, «Sarko» llevaba preocupado desde su reunión con Obama en julio, pero salía ahora a la luz que las reuniones separadas mantenidas entre el entonces aspirante y los consejeros del presidente francés «arrojaron resultados similares», según la prensa francesa. El sentir se expresaba de forma parecida ante las noticias de las negociaciones entre Siria e Israel, en las que el único punto de acuerdo es que los Altos del Golán, con su sistema de radar israelí imprescindible para controlar el acceso de los suministros de la OTAN a Irak y Afganistán al margen de Irán, no puede estar en manos de la ONU, como pide la UE. En una palabra, lo que parece suceder es que los israelíes se han hartado de los europeos. ¿Queréis paz con Siria, pero poder abastecer a los efectivos desplegados? Es asunto vuestro. ¿Que queréis incluir a Hamas en la mesa de negociaciones? Perfecto, pero, ¿Qué os comprometéis -y con qué número de tropas- a hacer cuando Hamas derroque no ya a Abas
Tradicionalmente, Estados Unidos se ocupaba de los hechos y Europa de los ideales, lo que tenía la ventaja adicional para Europa de no tener que sufrir las bajas, consecuencia de defenderlos. La llegada de Obama ha cambiado las tornas. Siendo rigurosos, Europa no ha cambiado, sólo está manifestando por primera vez de cara a la opinión pública lo que manifiesta a puerta cerrada, cuando los «flashes» se apagan y los periodistas han salido: que le gusta el petróleo barato, y que no le gusta Hamas. Es el primer impacto de la llegada de Obama. Habrá más.
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viernes, 16 de enero de 2009
¿Qué está pasando en Europa?
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