¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

domingo, 25 de mayo de 2008

Peleando constantemente en la misma guerra

En el marco de un largo ensayo publicado en la revista "The Atlantic", el escritor Jeffrey Goldberg menciona un encuentro que tuvo con un imam de Gaza llamado Ibrahim Mudeiris, y que acababa de realizar un sermón en el cual describía a los judíos como "hijos de monos y de cerdos".

Mudeiris resumía el impasse actual entre Israel y el Hamas que controla Gaza diciendo: "Lo que hagan los judíos no importa. Nosotros no les dejaremos en paz".

Proseguía describiendo sucintamente la futilidad que ha supuesto que generaciones de israelíes hayan buscado un acuerdo de paz con los palestinos: "Ellos pueden ser amables con nosotros o matarnos, eso no importa. Si se firma un alto el fuego con los judíos se deberá solamente para que podamos preparar la batalla final".

¿Qué pueden hacer los israelíes confrontados a una intransigencia semejante?

Las largas e inquietantes cavilaciones de Goldberg sobre esta cuestión no procuran una respuesta fácil, pero la pregunta que encabeza su artículo, "¿Israel está acabado?", provoca un sentimiento fuertemente opuesto al regocijo, sobre todo en un artículo publicado durante el 60 aniversario del nacimiento de Israel.

El Primer Ministro Ehud Olmert atraviesa el artículo de Goldberg retratado como un personaje a la defensiva, irascible, claramente incómodo a la hora de afrontar las duras críticas que le dirige el novelista David Grossman (el guía y personaje principal del artículo), quién perdió a un hijo durante la desastrosa Segunda Guerra del Líbano del primer ministro. Es tan difícil objetar que él "no es el más profundo pensador de Israel".

Pero hay que conceder cierta simpatía a Olmert cuando expresa su impaciencia con Goldberg, al concentrarse éste obsesivamente sobre "los fallos en la ejecución del programa sionista". Haciendo mención de los numerosos logros de Israel, Olmert solicita al entrevistador algo de perspectiva histórica.

Y para eso, nada mejor para los lectores que dirigirse a la nueva fuente de referencia sobre los comienzos del estado, el libro de Benny Morris "1948: Una historia de la Primera Guerra israelo-árabe". Los que lo lean llegarán a la conclusión inevitable de que no hay nada de novedoso en el dilema de Olmert.

Morris es el más conocido, y seguramente el mejor de los denominados "nuevos historiadores", surgidos en los años 80 para cuestionar la visión romántica del sionismo que hasta entonces había prevalecido en la narración de la historia judía.

La explotación diligente por nuestro autor de los archivos del estado ha dado lugar a un trabajo que ha llegado a escandalizar a muchos israelíes. Pero ninguna historia nacional es univoca.

Ciertos judíos se expresan como si el derecho de Israel a la existencia estuviera en cuestión excepto cuando todos los israelíes hubieran tenido, y se hubieran comportado, y se mantuviera actualmente, de forma irreprochable, aunque esa sea una exigencia y una noción absurda en sí misma, reflejo de la herencia de deslegitimación antisemita sufrida por los judíos.

Asimismo, algunos lectores de "1948" se escandalizarán por el hecho de que Morris reconozca la existencia de algunas atrocidades cometidas por los israelíes en el transcurso de la sangrienta Guerra de la Independencia.

A otros les incomodará su presentación del hecho de que, en ciertos lugares del conflicto, los israelíes estaban en posición de superioridad respecto a los árabes, aunque las centenas de millares de judíos del país fueran largamente sobrepasadas en número por las decenas de millones de árabes y musulmanes de la región que se les habían opuesto.

Pero la conclusión general de la narración es innegable. La guerra era inevitable, no porque los sionistas eran imperfectos o querían un estado judío mayor que la provincia truncada ofertada en los diferentes planes de partición, sino porque los árabes nunca encararon ni una sola vez hacer la paz con los judíos bajo ninguna condición.

"La guerra de 1948, desde el punto de vista de los árabes, era tanto una guerra de religión, sobre todo, como una guerra nacionalista por un territorio", afirma Morris. "En otros términos, el territorio era sagrado, su violación por los infieles (los judíos) era un elemento suficiente como para lanzar una guerra santa, y su conquista, o su reconquista, una necesidad ordenada por Dios... Las pruebas abundan claramente de que muchos, si no la mayor parte del mundo árabe, consideraban esencialmente a esta guerra como una guerra santa".

En oposición a narraciones populares como "Oh, Jerusalem", de Larry Collins y Dominique Lapierre, tan familiares para los lectores, no se puede escapar de lo general a lo particular y a lo personal mediante anécdotas. Sin esos ángulos de interés humano, todo lo que permanece en ese volumen exhaustivo, escrito con gran claridad, son los frutos de la impresionante erudición de Morris.

Morris rehúso antaño servir en el Tsahal a causa de su oposición a la presencia israelí en los territorios, y siempre ha sido vilipendiado por los sectores más derechistas. Pero en el curso de los últimos años, él ha hablado claramente de la necesidad que tiene Israel de prepararse para hacer cesar la amenaza de un ataque nuclear de Irán.

También ha dejado entender en público que, David ben Gourion, el primer Primer Ministro de Israel, habría podido equivocarse no haciendo eso mismo que sus oponentes le achacan y de lo que le acusan: buscar de forma activa expulsar a todos los árabes del país.

No hubo nada de eso en 1948, pero lo que si predominó fue una ausencia de ilusiones respecto a los objetivos bélicos de los árabes, independientemente de las intenciones de los judíos.

Si el número de atrocidades de los árabes contra los judíos fueron poco numerosas (aunque terroríficas), subraya Morris que se debió solamente a que perdieron la mayor parte de las batallas y tuvieron por ello menos oportunidades de cometerlas.

De la tragedia de los refugiados palestinos, aunque no haya ninguna ilusión sobre el deseo de muchos israelíes de tener menos árabes sobre el territorio bajo su control, Morris va derecho al grano de su responsabilidad en su propio sufrimiento.

"El problema de los refugiados fue creado por la guerra misma, esa guerra que desencadenaron y lanzaron los propios árabes", afirma contundente.

Y con su reputación de crítico de Israel, Morris señala también ciertas cosas en su conclusión que incluso el gobierno israelí es reticente a decir y emplear: que hubo dos grupos de refugiados provocados por la guerra, puesto que el número de judíos que fueron obligados a huir de los países árabes es casi el mismo que el de árabes que huyeron de Israel.

60 años después de haber ganado una guerra brutal en la cual existió mucha malignidad por ambos lados, el problema de Israel permanece el mismo. A pesar de la voluntad de Israel de hacer la paz y de compartir la tierra, los árabes rechazan proceder de igual manera, ya sean los judíos agradables o no, como asegura el imam Mudeiris.

"1948 ha obsesionado, y obsesiona aún, al mundo árabe hasta unos niveles muy profundos en su identidad, ego y orgullo. La guerra fue una humillación de la cual ese mundo aún debe curarse", certifica Morris.

A pesar de un proceso de paz y de ciertos tratados, comprende que "el mundo árabe - el hombre de la calle, el intelectual instalado, el soldado en su posición - rehúsa aún reconocer o aceptar lo ocurrido. Representó para ellos una injusticia cósmica".

"La impulsión jihadista" es más que nunca el motor dominante de la vida islámica, y nada de lo que los israelíes puedan hacer o decir cambiará eso. Todo lo que ellos pueden hacer es lo que hicieron en 1948, vencer y sobrevivir, y esperar que se produzca un cambio en el corazón de sus enemigos.

Pero como observa Morris en su párrafo final, el desafío de Irán y de sus aliados terroristas nos deja comprender que, "si 1948 fue un hecho pasajero o está aún grabado de forma permanente en la región, eso está por ver".


Jonathan Tobin Jpost

2 comentarios:

Ibrahim Ibn Yusuf dijo...

La clave del post está en la frase:

un imam de Gaza llamado Ibrahim Mudeiris

Es, simplemente, un imam de Gaza. No es el líder electo de Gaza; no es un ministro de Gaza; no es la máxima autoridad religiosa de Gaza. Por lo tanto, la pregunta "¿Qué pueden hacer los israelíes confrontados a una intransigencia semejante?" no corresponde, en tanto y en cuanto ese imam no es representativo de todo Gaza.

En Israel existe un rabino, David Batzri, que hace poco dijo: "El pueblo de Israel es puro y los árabes son una nación de asnos. Hay que preguntar: ¿por qué Dios no les dio cuatro patas, puesto que son burros?" Su hijo Itzjak, por su parte, agregó: "Los árabes son bestias y burros, quieren quitarnos a nuestras hijas (...) ellos son los malvados, los crueles, la escoria entre las víboras".

¿Qué se puede hacer ante tanto racismo antiárabe y supremacismo judío? Recordar que hay millones de israelíes que no piensan como los Batzri.

Del mismo modo que hay millones de palestinos que no piensan como Mudeiris.

Sedoni dijo...

Tiene razón, pero olvida que Gaza pretende ser un estado fundamentalista Islámico, asi q lo q diga un iman si es importante. (por desgracia) Se pretende imponer la Sariah, Gaza es uno de los lugares del mundo en los q más crimenes de honor se producen.

Sobre las tonterías q pueda decir un rabino, siempre recuerdo q hay un millón de judíos mizraji, judíos-árabes. Esas disquisiciones ridiculas entres árabes y judíos me resultan preocupantes.

Me puede decir cuantos palestinos han rechazado las pensiones de shahid de sus familiares?