Muchas personas creen que el extremismo palestino es responsable del hecho de que los palestinos no tengan un estado: porque rechazaron el plan de partición de las Naciones Unidas de 1947, porque rechazaron las ofertas del primer ministro Ehud Barak y del presidente estadounidense Bill Clinton en Camp David en 2000, y porque entonces volvieron a retomar nuevamente el terrorismo contra los civiles. Todo esto es verdad, pero una revisión histórica muestra un defecto estructural mucho más profundo, un defecto que ha acompañado al movimiento palestino durante años: su inhabilidad para establecer instituciones que, basadas en un consenso nacional, sean capaces de servir como el fundamento para un estado.
El fracaso comenzó muy atrás, durante el Mandato Británico, que permitió que judíos y árabes establecieran unas estructuras autónomas relacionadas con la educación, la economía, el desarrollo y el bienestar. La Yishuv [la comunidad judía de Palestina] lo aprovechó para establecer un sistema amplio de autonomía que se convirtió "en un estado naciente": la convocatoria de unas elecciones fue apoyada por una asamblea de representantes en la que participaron más de una docena de partidos políticos, y se establecieron un sistema educativo y de bienestar, al igual que una red de gobierno municipal para la mayor parte de la comunidad judía. El Comité Nacional (Va'ad Leumi) y la Agencia judía se convirtieron en los cimientos sobre los cuales, cuando llego el momento, se construyeron las instituciones del Estado de Israel.
La comunidad árabe, sin embargo, no tuvo éxito en el establecimiento de un sistema institucional paralelo. El Alto Comité árabe no era más que una asamblea de notables, designados sobre una base regional y de clanes, sin elecciones, y que sólo se representaba a sí mismo. El comité nunca estableció sistemas de educación o de bienestar, y nunca se desarrollo un sistema político a base de partidos.
Esta debilidad era claramente evidente durante los años 1936-1939, que la narrativa palestina denomina "la Gran Rebelión" contra el dominio británico. Nunca se creó un mando unificado para dicha rebelión, y la situación degeneró en una guerra civil árabe en la cual las milicias armadas se mataron entre si: los seguidores del mufti Hussein contra las milicias que se identificaron con el clan Nashashibi. En esta lucha murieron más árabes a manos de otros árabes que a manos de británicos o de judíos.
Un situación similar surgió después de la resolución de partición de las Naciones Unidas. Los palestinos (aparte de los pocos comunistas) estuvieron unidos en su oposición a la división, pero nunca establecieron un mando político y militar consolidado, y la carencia de tal mando es responsable de algunas de sus debilidades en 1947-48. El Alto Comité árabe no tenía estructuras administrativas e institucionales eficaces, y muchos de sus miembros huyeron del país cuando la violencia comenzó. Los enfrentamientos fueron abandonados a manos de los líderes regionales y locales.
Lo que vemos ahora en la Franja de Gaza - la inhabilidad de las dos facciones palestinas para trabajar juntas dentro de un marco determinado - es solamente una repetición de este fracaso histórico de los palestinos. La excusa palestina actual consiste en que es difícil establecer instituciones políticas coherentes en condiciones de fragmentación territorial, con refugiados y con ocupación israelí. Todo eso es verdad, pero es irrelevante. Cada movimiento nacional surge en condiciones difíciles, y, por lo general, tienen que ver con sufrir un dominio extranjero. Es difícil imaginar condiciones más difíciles que las que afrontó la Yishuv en Palestina en los años 1930 y 40, con la subida al poder de los nazis, el abandono por parte de la Gran Bretaña, los horrores de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Pero esa es la prueba de un movimiento nacional: ser capaz de transformar una crisis en una oportunidad histórica.
El mundo árabe en su conjunto no hace excelencias de la edificación de instituciones, y, seguramente, no de las democráticas. Hasta ahora el movimiento palestino no ha superado esta común herencia árabe. En el futuro próximo esta será su prueba principal: si no se dan cuenta que la carga histórica continúa a sus espaldas y la superan, el deseo legítimo de los palestinos de una independencia se romperá en pedazos frente a las rocas de una realidad interna difícil y que ha acompañado al movimiento desde sus inicios.
por Shlomo Avineri tomado de Safed-Tzfat
No hay comentarios:
Publicar un comentario