El Dr Abd Al-Hamid Al-Ansari, antiguo decano de la facultad de Derecho y Sharia de la universidad de Qatar ha publicado recientemente varios artículos en periódicos del Golfo sobre terrorismo y las raíces que lo causan. Este extracto publicado por el diario Kuwaiti Al-Siyassa el 15 de Mayo fue traducido por MEMRI.
"Los jóvenes que se convierten en herramientas del asesinato y en bombas humanas son hijos de la cultura del odio, del surgimiento de una cultura fanática y de una ideología extremista que ve a la vida, sus placeres, y su belleza como insustancial. Últimamente los motivos políticos, económicos, sociales y religiosos que les impulsan a volarse en pedazos se reduce a uno solo, y es la cultura del odio.
Esta gente joven, en la edad del crecimiento, se ha convertido en el enemigo de su sociedad, vengándose, odiando, explotando. Ellos son nuestros hijos terroristas, criados en nuestros senos, amamantados por nuestra cultura, educados en nuestras escuelas, y educados en la ley religiosa desde nuestros pulpitos y por las fatwas de nuestros clérigos.
¿Qué les hace preferir entonces la muerte a la vida? No tengo respuesta excepto el hecho de que no hemos conseguido hacerles amar la vida. Les hemos enseñado a morir por la gracia de Allah, pero no les hemos enseñado a amar, a construir, a crear y ayudar a la sociedad por la gracia de Allah. Les hemos enseñado que nacionalismo es atacar a América y al imperialismo, pero no les hemos enseñado que el nacionalismo es amor, lealtad y pertenencia al hogar…
¿Cómo puede entonces esa miserable criatura, el individuo árabe y musulmán, no volverse extremista cuando es vencido por una atmósfera absoluta de extremismo, cuando es encadenado por los grilletes de la represión y las prohibiciones y asediado por ideas de intimidación y terror, y de un sinfín de tormentos? Esto acompaña a esta criatura desde el nacimiento a la muerte, comenzando por unas funestas advertencias sobre los sufrimientos de la tumba y sobre maquinaciones enemigas que esperando pacientemente la caída del Islam y los musulmanes. Al mismo tiempo una larga lista de prohibiciones les hace bendecir una vida —el regalo del Creador— dentro de una prisión de dolor, de la cual el individuo busca escapar al Paraíso y a las encantadoras doncellas que hay en él.
Y como si esto no fuera suficiente, además empleamos a la policía religiosa para perseguir a la gente, para restringir su libertad, para espiarles, y para interferir en sus asuntos personales. ¿Así cómo no va a haber este fenómeno general de tensión y preocupación en las almas de la gente?
Vaya a escuchar un sermón del viernes, y encontrará a un clérigo que está encolerizado con el mundo, enfadado con la civilización, esparciendo el veneno del odio y la enemistad.
¡Entonces usted se irá de allí tenso y enfadado!…
La juventud mundial se engancha a la música, al arte, al disfrute de los placeres de la vida. Ellos crean, descubren y participan en la construcción de la fuerza y de la cultura de su sociedad, mientras nosotros enganchamos a nuestros jóvenes en disputas religiosas sobre el velo, la barba, como de largas deben ser las prendas de vestir, y sobre como saludar a los cristianos, ¡o involucramos a nuestros jóvenes en políticas de adultos y en disputas ideológicas, o les empujamos a ir a Irak o a Afganistán a suicidarse!
El odio es una cultura de prohibiciones, y el resultado de nuestro punto de vista del mundo como un enemigo dispuesto a batirnos. Muchos factores han hecho su papel, incluyendo los mensajes religiosos anclados en miedos a conspiraciones, los mensajes educativos que han producido que la gente joven se aliene de la era moderna, y un gran número de publicaciones de los Hermanos Musulmanes y de los nacionalistas, que han difundido, durante los últimos 50 años, el odio al otro y las teorías de conspiración contra los musulmanes.
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