lunes, 2 de octubre de 2006
VAYAKHEL-PEKUDÉ
Seis días trabajarás, mas el día séptimo será para vosotros Santo, Sábado de descanso" (Shemot 35-2)Rashí explica que la prohibición de trabajo del Shabat figura antes que el mandamiento concerniente a la construcción del Tabernáculo, para decir que este último no "anula" (no desplaza) el Shabat.En vista de que D-s había dado orden de construir el Tabernáculo y que este tenía como propósito manifestar el vínculo entre D-s y el Pueblo y Su presencia en medio de él, se habría podido llegar a pensar que la obra del Tabernáculo debía tener prioridad sobre todas las otras actividades prescritas por la Torá y con mayor razón, la del paro del trabajo en Shabat. La acción tiene en efecto un valor más grande que el paro de la actividad y el reposo, con mayor razón cuando esta acción está puesta al servicio de una obra que tiene semejante carácter de santidad. De este hecho, los hijos de Israel habrían podido pensar que la construcción del Tabernáculo, testimonio vivo de la presencia de d-s entre El Pueblo, anularía el Shabat y que el testimonio que aportas respecto a este mismo punto el día del Shabat parecería en adelante superfluo. Es por esto que la Ley del Shabat aparece repetida varias veces en relación con la construcción del Tabernáculo. La Torá quiere que comprendamos que el Shabat no debía cederle al paso, sino continuar observándose.En cuanto a los motivos que actuaron a favor de la primacía del Shabat, es que al consagrar a D-s el séptimo día de cada semana, el Shabat imprime a la dimensión del tiempo el sello de la santidad: (Kedushá ha-zeman). Paralelamente, el Santuario imprime el sello de la santidad de la dimensión del espacio: (Kedushat ha-makóm). Esta santificación de las dos dimensiones se manifiesta en la lectura del santuario. Ahora bien, la Torá parece dar primacía a la primera de estas santificaciones en relación a la segunda. En efecto, (Kedushat ha-zeman) fue instituido por D-s al santificar el séptimo día de la Creación, después de haber creado el tiempo al crear el mundo (espacio). El Santuario, en cambio, es la obra de los hombres, consagrada por el Eterno.Igualmente se puede decir que la noción de la santidad del tiempo es inherente a la Creación, lo que no es el caso en la noción de la santidad del espacio. Es en efecto, en la dimensión del tiempo que el hombre puede lograr la plenitud de su ser; son las horas y los instantes los que nos permiten realizarnos.El Shabat fue consagrado por D-s (mekadesh ha-Shabat) desde la Creación del mundo y los hombres tienen la tarea de actualizar este carácter sagrado.En todas vuestras moradas, no encenderéis fuego en el día del Shabat.La prohibición de encender fuego está considerada en el Talmud como que sirve de prototipo para el conjunto de los treinta y nueve trabajos prohibidos del Shabat.El encender el fuego es una labor humana creativa que sirve un propósito útil, buscando por quien ejecuta la acción. Algo nuevo y constructivo, aparece gracias a este acto humano que genera algo que no existía. En cambio, el esfuerzo físico que ocasiona la fatiga pura y simple (desplazar un saco de harina del sótano al granero) no constituye, propiamente hablado, una labor creativa y ,por tanto, no se la clasifica en la misma categoría que el encendido del fuego.El homenaje que el hombre judío le rinde al Creador del Universo, entregándole durante veinticuatro horas su propia capacidad humana de producción eficaz y requerida, se expresa a través de la prohibición de estos diversos trabajos de los cuales cada uno es una perfecta obra nueva, inspirada por una voluntad positiva.
NOTA:A cargo del Rab Moshé Bendahan de la Comunidad Judía de Madrid
NOTA:A cargo del Rab Moshé Bendahan de la Comunidad Judía de Madrid
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