martes, 3 de octubre de 2006
ISRAEL.,IRÀN Y LA BOMBA
Israel considera al gobierno teocrático de Irán como su principal amenaza estratégica. Algunos expertos israelíes consideran incluso que representa una amenaza existencial. Los israelíes, ocupados aún con las secuelas de la guerra contra la organización terrorista Hezbola, precisamente un instrumento de Teherán en la frontera con Israel, vemos con no poca preocupación, cómo Teherán ha reanudado el envío de armas, así como de los dólares con los que Hezbola gana al gobierno la carrera para servir al pueblo libanés en la reconstrucción de la miseria que trajo a su pueblo. Irán ya no oculta su apoyo a los terroristas de Hezbola, como lo demuestra la visita a Beirut del vicepresidente iraní, con la bolsa llena de regalos para todo el pueblo libanés, pero sobre todo para Hezbolá. Irán, considera el profesor David Menashri, Director del Centro de Estudios iraníes de la Universidad de Tel Aviv, tiene intereses muy especiales en el Líbano, sobre todo el objetivo de mantener la avanzada estratégica que construyó en el sur de este país para Hezbola, mientras se ocupaba de proporcionarle armamento sofisticado por valor de miles de millones de dólares y entrenamiento militar. Mientras Teherán se enorgullece de su apoyo a Hezbola los dirigentes de esta organización reconocen la autoridad espiritual del Líder Supremo iraní, el ayatola Alí Hamenei.El jueves 31 vence el plazo concedido a Irán por el Consejo de Seguridad de la ONU para interrumpir su programa de enriquecimiento de uranio, que le permitirá adquirir la capacidad de producir armas de destrucción masiva. Un cada vez más desafiante régimen prosigue, impertérrito, su carrera armamentista nuclear. La diplomacia internacional ha alcanzado un punto tan bajo que ya los iraníes la hacen objeto de burlas, declaró recientemente el viceprimer ministro de Israel, Premio Nobel de la Paz, Shimon Peres, al periódico alemán Die Welt. Esto, de hecho, viene sucediendo desde hace años, desde el momento mismo en que su programa secreto de enriquecimiento nuclear fue descubierto. Peres acaba de advertir asimismo sobre la posibilidad de que Irán transfiera capacidad nuclear a grupos terroristas islámicos fundamentalistas, para llevar adelante su particular guerra de civilizaciones contra la cultura y tradiciones occidentales, por lo que constituye una amenaza global.La burla de los ayatolas superó nuevas cotas con la ambigua y escurridiza respuesta del gobierno de Irán con la que rechazó la exigencia del Consejo de Seguridad de suspender su programa de enriquecimiento de uranio y adoptar medidas transparentes que aseguren que su programa nuclear persigue fines pacíficos. Teherán rechaza la suspensión como condición previa ofreciendo una nueva fórmula mientras expresa su disposición a iniciar serias negociaciones sobre el paquete de cambiar incentivos económicos por la cancelación del programa de enriquecimiento de uranio, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y China. Pocos son los que dudan aún que el régimen iraní no tiene intención de suspender su programa nuclear con fines pacíficos y que se trata de una maniobra más, nada sorpresiva, en su afán de ganar tiempo mientras continúa su carrera armamentista nuclear. Y, como si el enriquecimiento de uranio no fuera suficiente para lograr su objetivo de fabricar bombas nucleares, Irán inauguró, el sábado pasado, a cinco días de que expire el ultimátum, en provocativo gesto, un reactor de agua pesada, que según los expertos, es de mayor utilidad para la fabricación de armamento que para uso civil, dado que puede producir plutonio. Para más, este paso es acompañado de una demostración de fuerza mediante masivas maniobras militares, en cuyo marco se exhibieron misiles tierra-tierra de largo alcance, así como misiles disparados desde submarinos. Un nada velado mensaje, según analistas, de su capacidad de trastornar vitales líneas de abastecimiento del petróleo proveniente de los países del Golfo si las potencias occidentales presionan más de la cuenta. No faltan los que consideran, como Edward Luttwak, experto del Centro de Estudios Estratégicos e internacionales de Washington, que en lugar de esperar de forma pasiva las sanciones, los ayatolas han decidido provocar una crisis en Oriente Medio, organizando ataques contra Israel. El ataque a Israel borra todas las divisiones entre musulmanes y cosecha la gratitud árabe por la ayuda iraní ¿Diplomacia o sanciones?. ¿Negociaciones o castigo?. El gobierno de Irán actúa en el convencimiento de que Washington, profundamente complicada en el fango iraquí, no se atreverá a embarcarse en otra aventura armada en Oriente Medio. ¿Y el Consejo de Seguridad? Aún en el caso de que se logre un acuerdo, no podrán imponerse sanciones significativas como las estipuladas en el Capítulo 7 de la Carta de la ONU. ¿Podrá mantenerse la frágil coalición (EEUU, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Rusia y China) que trata de convencer a Irán de renunciar a sus aspiraciones nucleares? Difícilmente pueda EEUU convencer a la coalición, como quisiera, de utilizar el garrote contra Irán, a juzgar por la reacción de potencias como Rusia y China, cuyo derecho al veto en el Consejo de Seguridad impedirá que puedan aplicarse sanciones significativas. Nadie olvida, por lo visto, la advertencia de Irán de elevar el precio del petróleo a más de cien dólares el barril, en caso de que se apliquen las ilegales sanciones con que la comunidad internacional le amenaza. En opinión de diplomáticos en la ONU las sanciones que podrían ser aprobadas por consenso, serán inefectivas. Según Menashri, el tradicional sistema de negociaciones de Irán de dividir y conquistar que utiliza desde 2500 años atrás, le ha servido para embaucar nuevamente al Occidente. El creciente radicalismo del régimen de los ayatolas viene creando una cada vez más peligrosa situación de inestabilidad en Oriente Medio. Ha llegado el momento de enfrentar la realidad. Pero en la situación actual, mientras no se produzca una reacción internacional efectiva, no cabe otra cosa que esperar que Teherán persista en su desafío a una débil comunidad internacional carente de la voluntad política necesaria para frenar a su fanático régimen teocrático. Irán ya no puede ocultar su determinación de continuar con sus planes nucleares, apuntalar su presencia en la región y transformarse en la potencia dominante, instrumentalizando organizaciones terroristas como Hezbola (a la que ha proclamado la auténtica vencedora en su conflicto con Israel) y Hamás, e influyendo sobre los chiítas radicales de Irak (país considerado por Teherán como su patio trasero) así como otros grupos terroristas. Además, por supuesto, de intentar fortalecer la influencia de la minoría chiíta frente a la mayoría sunita en el mundo islámico. El régimen iraní, obsesionado por la política de EEUU y su influencia y hegemonía en Oriente Medio y por la presencia de Israel, utilizada por los ayatolas para galvanizar a sus seguidores en la región, se propone lograr la hegemonía en su esfera de influencia, las comunidades chiítas en los países árabes, sino ampliarla al máximo. De salirse con la suya, la estabilidad en nuestra región podría sufrir un daño inmensurable.Algo que evidentemente quita el sueño a los israelíes. Una y otra vez Hajmadineyad reitera que Israel debe ser borrado del mapa. El diputado laborista y ex ministro Efraim Sne, considera que Israel debe prepararse en el nivel militar mientras el cotidiano Haaretz considera que ha llegado la hora de las sanciones, y que Israel debería recordar a los países amigos la gravedad de la amenaza nuclear iraní. Pero los ayatolas son una pesadilla no solamente para Israel sino para países como Egipto, Jordania, Arabia Saudita, entre otros. Ya hoy, según un estudio del Chatham House, de Londres, Irán es el país más influyente en la zona. El 31 de agosto se ofrece a la comunidad internacional la oportunidad de comenzar a cambiar las cosas.
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