¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

viernes, 25 de mayo de 2007

Haciendo un poco de Historia

Ni la creación del estado de Israel, ni la existencia de unos juicios contra los lideres nazis hizo que el mundo tuviera consciencia de lo que había pasado en la Alemania de los años 30 y 40, en la Europa de la Segunda Guerra Mundial.

El mundo siguió ocupado en sus propios problemas. Una Europa destruida que necesitaba reconstruirse. Dos potencias antagónicas que tras su colaboración demostraron que ambas pretendían imponer su estilo de vida al resto del mundo. En ese maremagnum de urgencias no había sitio para las cuitas de los judíos. Así que el pueblo judío decidió ocuparse de si mismo y llevar a cabo la misma labor que el resto del mundo que había sufrido directa o indirectamente la hecatombe que significó para el mundo la Segunda Guerra Mundial, sobrevivir. Renacer. Crecer. Curarse.

El sionismo representaba el ansia de retornar a casa, aquel “Ha Shana Habah Birushalaim”, que me recuerda poderosamente a aquella frase de Dorothy en El Mago de Oz. “No hay nada como el hogar” decía, y tenía razón. El sionismo luchó sus batallas antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

La Brigada Judía Palestina del Ejército Británico fue leal y luchó por el Imperio Británico contra la Alemania nazi y las potencias del Eje. El mismo Ejército, el mismo Imperio que colaboraría años más tarde para intentar evitar que el Estado recién creado llegara a cumplir el primer año de vida, pero los británicos fracasaron e Israel este mes cumplió su 59 cumpleaños.

Hay quienes dicen que los británicos colaboraron en la idea de Estado Judío. Claro que fueron partidarios. La influencia de los británicos es mayor en lo que se refiere al nacionalismo panarabista árabe. Pero desde luego no fueron los primeros, eso ya se le había ocurrido a Napoleón.

Todo el mundo recuerda la Declaración Balfour, pero esa Declaración tiene truco, como todo lo que tiene que ver con la diplomacia británica. Cuando se produce la Declaración Balfour en 1917, estamos en plena Gran Guerra, y es el Imperio Turco quien rige los destinos de la zona. El legendario Laurence de Arabia y aquel amigo suyo árabe que llegó a ser rey, Feisal, luchan contra los turcos. En ese contexto, en el de la Gran Guerra, la Declaración Balfour es papel mojado. Es un: “Nos parece bien que los judíos quieran hacer un estado judío en las tierras que pertenecen a los turcos” —Debieron añadir un corolario, “mientras sean turcas”—.

Cuando tras la Conferencia de San Remo, 1920, Reino Unido y Francia se reparten las posesiones de los turcos, y consiguen el control de la zona la política británica cambia por completo. Crean el Mandato de Palestina, crean una zona libre de judíos, en la que los judíos no pueden residir. Y desde luego se oponen frontalmente a las aspiraciones tanto árabes como judías de crear un estado, (en el caso de los judíos) de crear un imperio árabe (en el caso de los árabes). Los británicos pretendían quedarse.

En 1920 se crean las organizaciones judías de autodefensa, ante la laxitud de las autoridades británicas. Aparece la Hagana.

En los años subsiguientes se limitó la entrada a los judíos a la zona. No importó el auge del nazismo, la amenaza contra la población judía alemana en un principio, europea unos años más tarde. Se obviaron las leyes raciales de Nüremberg, se consideraron asuntos internos. Al mismo tiempo que Chamberlain practicaba su política de apaciguamiento para evitar un conflicto armado, consiguiendo todo lo contrario, cerraba las puertas a los judíos que huían del régimen de Hitler. La armada británica llegó a hundir barcos de refugiados judíos que intentaban llegar a su soñada Palestina.

Sin olvidar el doble rasero tan conocido por todos, fueron capaces de pedir a los judíos que vivían en Palestina, que hablaban francés, alemán, húngaro, rumano, ruso, ucraniano,... que pusieran sus vidas en peligro para que actuaran como espías en la Europa ocupada por los alemanes de la que milagrosamente habían conseguido huir. Lanzaron a civiles, hombre y mujeres de la llamada brigada de paracaidistas de Palestina. Nadie volvió con vida. Todos fueron capturados, y sólo se conoce con certeza el final de una de sus miembros, la escritora Jana Szenes.

Cuando los británicos presentaron ante la recién constituida ONU el problema irresoluble que tenían con judíos y árabes, sobre todo tras el atentado contra el cuartel general británico instalado en el Hotel Rey David, esperaba una solución de compromiso que les dejara volver a tener, en un corto espacio de tiempo, el control de la zona.

El plan de la Partición no les gustó nada. Pero prefirieron no vetarlo. Por un lado sabían que Francia votaría a favor, porque el caso del “Exodus 1947” había calado en la opinión pública francesa. China no consideraba que fuera un tema que le interesara, estaban demasiados ocupados en solucionar sus problemas que en vetar una resolución que no les afectaba, así que se iba a abstener.

Estados Unidos y la URSS se pusieron misteriosamente de acuerdo, después de muchos contactos diplomáticos con ambas partes. A la URSS el sionismo de base socialista, con su economía basada en los kibutz les sonaba familiar. Además a Stalin le parecía magnifico entorpecer los planes de los aliados naturales de sus ya no tan amigos americanos, los británicos. Dicen los historiadores que fue más fácil conseguir el sí de Stalin que el de Truman.


El plan delimitaba aún más el terreno en el que la comunidad judía podía crear su estado, siendo el 55% de lo asignado el desierto del Negev. Tras la declaración de Independencia del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948, los británicos colaboraron con las naciones árabes que les declararon la guerra. Y todos los países, menos Checoslovaquia, se negaron a venderles armas.

Por otro lado, los británicos esperaban que el Estado Judío acabaría desapareciendo aniquilado por los ejércitos y voluntarios de los países vecinos que contaron con la colaboración del ejército inglés. Despues de eso, ellos volverían a controlar la zona. Se equivocaron, Israel hace 11 días celebró su 59 cumpleaños

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