Hace más de veinte años John LeCarre esbozó en La chica del tambor al profesor Minkel, “discípulo de Martin Buber, y miembro de un grupo idealista olvidado hacía tiempo que entre las guerras del 67 y el 73 había defendido la idea de llegar a una verdadera paz con los palestinos. Los políticos de derechas le llamaban traidor; y también lo hacían a veces los de izquierdas cuando recordaban aquella época.”
Ese personaje no tenía más importancia en la novela que ser el objetivo elegido para su siguiente atentado por El Jalil, un mítico terrorista palestino. Terrorista que el grupo comandado por el diligente Martin Kurtz pretendía detener sí o sí. Minkel aparecía en poco más de diez páginas.
El profesor era un activo pacifista que defendía en Israel los derechos de los palestinos, un hombre contrario a la ocupación y que sin embargo era visto por los palestinos como un cínico que sólo pretendía legitimar a Israel.
El Jalil usaba a jóvenes yeguas de Troya que entregaban en mano las bombas que él mismo montaba. Se trataba de jóvenes occidentales radicales de extrema izquierda propalestinas, dispuestas a dar un paso más allá. Su última yegua de Troya, Charlie era la encargada de entregar el paquete bomba al profesor Minkel, —el pacifista del que hablábamos antes—, invitado a dar una conferencia en la universidad de Freiburg.
No voy a destriparles la novela contándoles quién es Charlie, o hablándoles de Kurtz, Mitchel, o Joseph, lo que quería contar ya lo he contado.
¿Por qué me he acordado de esta novela y de este personaje el profesor Hansi —así le llamaba su mujer— Minkel?
Leyendo en Safed-Tzfat me he encontrado con la noticia del boicot de parte de la izquierda Italia a la presencia como invitados de escritores israelíes en
Resulta “gracioso” que la izquierda italiana pretenda boicotear a los escritores israelíes. Boicotear a Amos Oz, Abraham Yehoshua, David Grossman, Aharon Shabtai —aunque en el caso de Aharon debamos hablar de autoboicot—,… porque honrarles sería según dicen los sesudos autores intelectuales del boicot: “ponerse del lado de aquellos que metódicamente trabajan para aniquilar a Palestina y a los palestinos”.
No tengo muy claro que estos “sesudos” hayan leído una sola de las líneas escritas por Grossman, Shabtai, Oz, Haas, Laor… Hay pocos más críticos con la política de Israel, y contrarios a la ocupación que ellos. ¿Qué sentido tiene boicotear a los israelíes pacifistas, contrarios a la ocupación, defensores de la paz?
Quizás la respuesta esté en la respuesta del profesor a la pregunta de Kurtz:
“—¿Y cuál es la reacción de los propios palestinos a esta propuesta, profesor?
—Me llaman cínico —dijo.
—¿Ah, sí?
—Según ellos, quiero conseguir a la vez un Estado judío y las simpatías de todo el mundo, y por eso dicen que soy un agente subversivo y contrario a su causa. Pero no soy subversivo.”
Será que en el fondo, para la izquierda radical europea, los pacifistas que buscan la paz para israelíes y palestinos no son más que unos subversivos
No hay comentarios:
Publicar un comentario