Me han dicho últimamente, que paso bastante del blog. Puede que tengan razón. Cuando creamos este blog, no pensé que duraría tanto tiempo. Por muy mal que viera las cosas, no pensé que la prensa española diera aún más pena y autentica repulsión. Por aquel entonces, no había nacido Público y 20 minutos, era el tiempo que esperabas a aquel que siempre se empeñaba en llegar tarde.
Cuando empezamos el blog, leíamos aterrorizados las noticias que nos llegaban desde diferentes periódicos, siempre intentando no ser demasiado “papistas” digo “sionistas” y usando poco los periódicos israelíes, para intentar ser objetivos. Estábamos aterrorizados porque nuestros amigos nos hablaban de éxodo, de alarmas, de destrucción. Hezbollah atacaba Israel, intentando matar y destruir todo lo posible. Lo de Hamas no era más, por desgracia, que una anécdota. No era la primera vez que las tropas entraban en Gaza. No era la primera vez que un soldado era secuestrado, no era la primera vez que se pedía un rescate: mil asesinos por un joven de veinte años.
Dejemos el ataque nostálgico. Las cosas han cambiado bastante, por desgracia no tengo tanto tiempo como antes. Ni tanta energía y creo que he perdido en parte, la seguridad de que al final las cosas acabarán saliendo bien. Siempre creí en la posibilidad de una paz, pero me he dado cuenta de que va a ser mucho más dolorosa y tardía de lo que esperaba. Y a veces me pregunto, si realmente merecerá la pena.
Algo que no ha cambiado, ni disminuido, en estos años, es la utilización del conflicto palestino-israelí como una forma estupenda de tener entretenida a la gente en las tertulias de los bares. En realidad, ha aumentado. España puede decir orgullosa que es líder en
No importa que más de la mitad de los países musulmanes estén en crisis. Túnez, Egipto, Yemen, Libia, Bahrein, Siria, Irán, Jordania, Marruecos… Algunos de los países atajaron el problema, como fue el caso de Jordania, en el caso de Gadafi resulta que se ha visto sorprendido al ser abandonado por sus antiguos colegas de negocios. Y las acusaciones que rozan el delirio, contra Israel acusando al gobierno israelí de cosas tan dispares como “provocar las revueltas” y “defender a los tiranos”, vienen en parte avaladas por las gilipolleces de Ilan Pappe, —no conozco otra palabra que defina mejor las chaladuras de semejante personaje—.
No importa que negros nubarrones, de más que sospecha, recaigan sobre el régimen iraní que dio un pucherazo más que sonado. Con una junta electoral admitiendo, que tras haber revisado parte de los votos habían descubierto, nada más y nada menos: TRES MILLONES de votos fraudulentos.
Pero no hay de que inquietarse, ni eso, ni las noticias que hablan de activistas por la democracia, torturados y ejecutados tras pantomimas que algunos llaman juicios. Ni las huelgas de hambre de conocidos cineastas iraníes, han convertido a Irán en foco de la información. Ni siquiera cuando los jóvenes iraníes, viendo lo que les venía encima, intentaron una revuelta civil que llenó de sangre las calles de Teherán y de detenidos las cárceles iraníes.
Los jóvenes iraníes, han vuelto a intentarlo y una vez más Occidente y los grandiosos humanistas de salón, se han quedado dormidos y les han ignorado.
Mientras tanto, tenemos a los que no hace ni seis meses alababan a Gaddafi, a Mubarak, a Ben Ali, o Al-Assad, descubriendo “por sorpresa” que aquellos a los que estaban defendiendo, no eran los mirlos blancos que creían que eran. Pero que nadie se preocupe, que su visión edulcorada del mundo árabe sigue en pie, esa que parece firmada por el guionista de “Pulgarcita” —para aquellos que no lo recuerden o no conozcan esta película. Imaginen el impacto visual Disney multiplicado en rosa, azul y amarillo, con sobredosis de azúcar que podría dejar ciego a unos cuantos animales de compañía. ¡Sí! Aunque parezca imposible, hay cosas aún más ñoñas que lo más ñoño del cine Disney—.
Ni Al-Qaeda pululando por Libia, ni la Hermandad Musulmana dando discursos de corte antisemita, fundamentalistas y anti sentido común en la plaza Tahrir, parecen hacer mella en aquellos que hace dos días no veían un problema en ninguno lado. Bueno, en ningún lado que no fuera Israel, claro.
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