La última vez que mi corazón se medio alborozó al pensar que en vez de haberse cometido una masacre con decenas de muertos, los asesinos sólo habían conseguido arrebatar dos vidas… aquella vez la tristeza de dos adolescentes me inundó. Una de las vidas arrebatadas era la de uno de sus amigos, la otra la del padre de otra de sus amigas. Me sentí tan mal, tan mal…
Hoy leí la historia de un diplomático español que salvó a tres personas. Una mujer, su madre y su marido. Pensé ¡qué poco! Recordé las palabras del Oskar Schindler, con rostro de Liam Neeson que decía “podría haber hecho más”.
Después pienso en una única persona, una mujer. Joven habitante del infierno. Sólo una vida. Sin esa vida milagrosamente salvada por la casualidad, la suerte, la divina providencia o lo que sea, mi amor, la persona a la que amo no estaría aquí. ¡Cuán diferente sería mi vida entonces! ¿Qué sería de mí sin esa nariz? ¿Sin esos ojos? ¿Sin esa voz? ¿Sin esas manos? ¿Sin ese cuerpo delgado y esa piel cálida? ¿Sin esa completud que me hace sentir tan llena y vacía al mismo tiempo? ...
En qué cosas más extrañas pienso…
Definitivamente el Talmud tiene razón cada vida vale un mundo entero. O se pierde, o se crea.
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