Cuentan que Hitler era vegetariano, amante de los animales y creía en la importancia de proteger el medio ambiente y el reciclaje. Quizás imbuido por ese espíritu, el nuevo antisemitismo se ha reciclado siguiendo las reglas del mundo en el que vivimos. Hay que ser políticamente correcto, ¿cómo puede uno ser políticamente correcto si se es antisemita? ¡Haciéndose antisionista! No exige mucho esfuerzo. Donde antes uno decía judío, se usa israelí; donde se hablaba de dominio de la banca mundial, se habla del lobby sionista, digo judío. Donde antes estaba los niñitos cristianos que los malvados judíos usaban para hacer los matzot, ahora están los niños palestinos que los malvados israelies usan para hacer prácticas de tiro. ¡Hay que reciclarse!
Todo se recicla. Se aborrecen los símbolos nazis, pero se permite el negacionismo. El caso del negacionismo exige una aclaración. ¿Por qué luchar contra el negacionismo? Es una pregunta que se contesta con otra pregunta, ¿Por qué el neo-nazismo promueve el negacionismo?
El neo-nazismo tiene pretensiones políticas, quiere que el nacionalsocialismo vuelva a ser una opción política legítima. Y por ello ha creado una serie de teorías que intentan por varios caminos convencer a la gente de que el nacionalsocialismo no era tan malo, si no que en realidad el régimen nazi alemán fue víctima de una conjura judía. El nivel de la conjura difiere, algunos llegan a acusar a Hitler de ser judío, o le convierten en un títere que desconocía lo que estaba pasando —aunque el descubrimiento de una carta manuscrita fechada en 1919 pone en entredicho las “fundadas” tesis de Irving—. Pero no nos preocupemos por Irving, siempre le quedará reciclar sus teorías o recurrir al bolígrafo.
Uno de los efectos de la crisis económica es el reciclaje de viejos —que no olvidados— “argumentos económicos” para explicarla, que ponen en manos judías todo el dinero y el poder de
No hay mucho que decir ante ese tipo de aseveraciones, por desgracia se encuentran con facilidad, ni siquiera uno tiene que irse de tertulia a un café, o sentarse a la barra de un bar a tomar cuatro cervezas, basta con leer los comentarios de cualquier noticia sobre Israel publicada en un periódico español, incluidos los deportivos. —Que se lo pregunten a Piqué o a Guardiola—.
En “Cuarto Milenio”, han preferido “resucitar” el tema de los libelos de sangre medievales, obviando la realidad histórica. Nada nuevo tratándose del programa de Iker Jiménez. Es cierto que no se puede pedir peras al olmo, a Jiménez le encanta ser ambiguo —una forma, como otra cualquiera de evitar demandas por difamación—, tiene esa capacidad innata de decir una cosa y la contraria sin importar el tema que trate. Masonería, ovnis, toros, fantasmas, libelos de sangre,… Quizás sea realmente de locos esperar otra cosa de un programa como “Cuarto Milenio”.
Hasta el domingo, ¿alguien echaba de menos los libelos de sangre? Tampoco es que hayamos tenido tiempo de echarlos de menos, recordemos que no hace tanto tiempo un periódico sueco acusaba al ejército israelí de asesinar a jóvenes palestinos para robarles sus órganos. Según el relato aparecido en el periódico, el ejército israelí asesina a jóvenes palestinos, se lleva los cadáveres y tras extraerle los órganos devuelve el cadáver a la familia de la víctima.
El periodista, Donald Boström, aseveró tras la polémica que no tenía ninguna prueba de que ese tráfico existiera. Uno que es un poquito raro, en semejante tesitura se pregunta, ¿si no tiene ninguna evidencia, para qué escribe el artículo? Parece que Boström con esa ética profesional —no probar unas más que serias acusaciones—, no tendrá muchos problemas para lograr trabajo en “Público” si decide dejar el tabloide con el que publica sus “artículos de investigación”. Tiene el perfil de redactor del “Público”, publica conjeturas, no busca pruebas y cuando le piden explicaciones por sus afirmaciones, le exige al ejército/gobierno de Israel que demuestre su inocencia. Boström también pasa por alto que no se pueden transplantar órganos muertos. El único que lo ha conseguido es un tal Victor Frankenstein. Sospecho que ese es el nombre del doctor experto en transplantes que asesoró a Böstrom.
Incluso en el tema del VIH se recicla. Primero, científicos israelíes crearon el virus del SIDA, después el Mossad se lo inoculó a Arafat, después se pensó que mantener esa teoría manchaba la imagen del Rais, alguien podría pensar que las legendarias orgías que montaba con sus guardaespaldas —nada que ver con la guardia que acompañaba a todas partes a Gadafi—, tendrían algo que ver con su muerte. Después el “exhaustivo” examen realizado por un médico palestino, vía imágenes televisivas, descubría que Arafat había sido envenenado. Obviamente por el Mossad, que después le remató en Francia. Más tarde se vuelve a la teoría del VIH, cuando miembros de la ANP admiten que Arafat murió de SIDA.
Estoy convencido de que si Arafat hubiera muerto aplastado por un meteorito, habría quien defendería que un grupo de rabinos, reunidos en un cementerio invocaron al demonio para conseguir desviar un meteorito de su órbita para que cayera sobre la cabeza de Arafat. Otros más modernos y fans del reciclaje creerían en una conjura judeo masónica sionista extraterrestre, y los más puestos en tecnología, defenderían la existencia de una operación encubierta del Mossad desde el espacio.
Cualquier sandez sirve, todo es cuestión de reciclarla.
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