¿Quién, en su sano juicio, se metería en un follón político, como es la flotilla 2.0, sin investigar los antecedentes de los organizadores y sin plantearse seriamente a quién beneficiará una acción así, tanto políticamente como económicamente? Si alguien quiere la respuesta a la pregunta, puede mirarlo en youtube, lo han grabado en vídeo.
La información que ha llegado sobre la cantidad y calidad de la ayuda humanitaria que llevaba el “Mavi Marmara” deja muchos interrogantes abiertos, para aquellos que pierdan dos segundos en pensar. —La ayuda era poca, mala y estaba pobremente empaquetada. Algo “extraño” tratándose de una nave tan grande—.
Si eres artista, director o lo que sea, y quieres darte tono, lo mejor es hacer chistes que no tienen demasiada gracia. Y si el primero no tiene demasiado éxito y mosqueas a mucha gente, lo mejor que puedes hacer es inventarte excusas tipo “es que en realidad estoy usando un detector de gilipollas” o “hay una conspiración mundial en mi contra”, o mejor aún, soltar algunos chistes más, del mismo estilo a ver si la gracieta cuaja.
Cualquier cosa antes que admitir que has metido la pata, que has hecho un chiste sin puñetera gracia. Dejando las disculpas, para el momento en el que el tipo que te contrató descubra que la polémica le está salpicando demasiado y te despida.
Si eres un periodista de medio pelo, lo mejor que puedes hacer es defender al graciosete sin gracia de antes, escribiendo un artículo que deja varias incógnitas: ¿alguien revisa sus artículos –tuve que leer varias veces el artículo para entender de qué iba, será la edad–? ¿El sentido común se ha ido de vacaciones? ¿Cómo es que el mismo periódico que montó un escándalo por las gracietas del graciosete, permite la publicación de semejante basura?
Si eres un tonto que se gana la vida escribiendo disparates y plagiando los artículos de otros, vía traductor de Google, puedes tener un peligroso síndrome que te hace creer que la Embajada de Israel te ataca cada vez que te lleva la contraria y crítica la ínfima calidad y la falta de objetividad de tus artículos. Lo que un psiquiatra cualificado cualquiera llamaría: simple manía persecutoria.
Sin olvidar las dosis de Alzheimer necesarias, para olvidar la política infecta que usa el moderador de los comentarios de la web de dicho periódico.
Si eres Defensora del Espectador, resulta que olvidas la política que tu propia cadena utiliza a la hora de grabar cierto programa “optimismo, buen rollo, todo alejado de la política”. Borras el especial de la web de la cadena, de cierto programa viajero realizado en Jerusalem porque ha osado no demonizar a los israelíes.
Eso sí, excusándote en tonterías varias y por las quejas de cierto grupo de gente, empujados por cierto periódico que todos conocemos —ese que sueña con ser atacado por la Embajada Israelí, cual sueño BDSM—.
Obviamente, algo me queda de sutileza, no considero gilipollas a la Defensora del Espectador, si no a los que montaron la campaña. Lo hago, básicamente, porque rectificó. Eso sí, sin disculparse por llegar a hacer semejante barbaridad. Lo de aplicar unos criterios para Israel y otros para el resto del mundo tiene un nombre, y espero que se haya dado cuenta de ello.
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