en el original inglés Wall Street Journal Europe
Mientras el mundo desaprueba que Israel intente defenderse de los ataques con cohetes provenientes de Gaza hay que considerar lo siguiente: Cuando Hamas desterró a Fatah de Gaza en 2007 el resultado fue la pérdida de 350 vidas y 1000 heridos. La rendición de Fatah sólo contribuyó a un alto momentáneo en la violencia y el derramamiento de sangre comunes en un territorio en el cual al menos un 30% de la población masculina tiene entre 15 y 29 años.
En los países en los cuales se acumula población de tan baja edad los jóvenes tienden a eliminarse en guerras agresivas hasta que se logra un equilibrio entre sus ambiciones y el numero de posiciones aceptables disponibles en la sociedad. En países árabes como el Líbano (150.000 muertos en la guerra civil entre 1975 y 1990) o Argelia (200.000 muertos en guerras islámicas internas entre 1999 y 2006) las masacres disminuyeron sólo cuando la tasa de fertilidad en esos países cayó de siete niños por mujer a menos de dos. Las guerras se detuvieron porque no nacían más guerreros.
En Gaza, sin embargo, no ha habido un desarme demográfico. La mujer promedio aún da a luz seis bebés. Por cada 1000 hombres de entre 40 y 44 años de edad hay 4.300 niños de entre 0 y 4 años. En los Estados Unidos hay 1000 niños y en Gran Bretaña sólo 670.
Es así, pues, como la matanza continúa. En 2005, cuando Israel aún era una fuerza ocupante, Gaza perdía más hombres jóvenes en peleas entre pandillas y en incidentes criminales que luchando contra el "Enemigo sionista". A pesar de la obsesión de los medios de comunicación con el conflicto en Medio Oriente la guerra en esa zona ha causado la pérdida de menos vidas jóvenes que en África Occidental, el Líbano o Argelia.
En las seis décadas desde la fundación del Estado de Israel "solo" alrededor de 62.000 personas (40.000 árabes y 22.000 judíos) han muerto en todas las guerras entre Israel y los países árabes y como consecuencia de los ataques terroristas palestinos. En el mismo período de tiempo alrededor de 11 millones de musulmanes fueron muertos en guerras o en ataques terroristas, la mayoría de ellos a manos de otros musulmanes.
¿Por qué en el conflicto de Medio Oriente tenemos un número relativamente bajo de muertos? Hamas y los de su especie ciertamente tienen como misión matar a la mayor cantidad posible de judíos. Lamentablemente para ellos los israelíes son muy buenos a la hora de defenderse. Por otro lado Israel, a pesar de todo lo que se dice acerca del uso desproporcionado de la fuerza, hace todo lo que está a su alcance para evitar bajas civiles. Aún Hamas reconoce que la mayoría de los muertos a causa de los ataques aéreos israelíes pertenecen a sus propias filas. Pero entre el 10 y el 15% de las víctimas en Gaza son mujeres y menores, una tragedia imposible de prevenir en una zona tan densamente poblada en la cual casi la mitad de la gente tiene menos de 15 años y los terroristas se esconden entre ellos.
La razón de la interminable acumulación de gente joven en Gaza es que la mayoría de la población no tiene como cuidar a sus niños. La mayoría de los bebés son alimentados, vestidos, vacunados y educados por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA). A diferencia de la Alta Comisión para Refugiados de las Naciones Unidas, que asiste a refugiados de otras partes del mundo tratando de establecerlos en sus respectivos países, la UNRWA perpetúa el problema palestino clasificando como refugiados no sólo a quienes originalmente debieron abandonar sus hogares sino también a todos sus descendientes.
UNRWA es financiada generosamente por los Estados Unidos (31%) y la Unión Europea (casi el 50%). Sólo un 7% proviene de fuentes musulmanas. Gracias a la generosidad de Occidente casi toda la población de Gaza vive en una suerte de modesta pero regularmente sostenida dependencia. Un resultado de esta ilimitada asistencia es el interminable auge en el crecimiento de la población. Entre 1958 y 2008 la población de Gaza creció de 240.000 a un millón y medio. Occidente ha creado un pueblo en el Cercano Oriente que de acuerdo a la actual tendencia alcanzará una población de 3 millones para el años 2040.
En ese período los habitantes de Gaza podrán alterar las justificaciones y direcciones en las que aplican su agresividad pero es poco probable que la agresión en sí misma se detenga.
La tregua entre Hamas y Fatah de junio de 2007 permitió a los islámicos dirigir toda la energía contra Israel. Occidente paga por la comida, las escuelas, las medicinas y las viviendas mientras que las naciones musulmanas proveen armamentos. Sin necesidad de tener que ganarse la vida los jóvenes disponen de mucho tiempo para cavar túneles, contrabandear, armar y disparar 4.500 misiles hacia Israel desde 2006. Mientras que esta actividad truculenta ha bajado la intensidad de las guerras internas entre palestinos, por otro lado ha obligado a alrededor de 250.000 israelíes a vivir en refugios (actualmente 1 millon, debido al lanzamiento de los misiles Grad).
La actual situación sólo puede empeorar. Israel ha sido acorralado. Los adolescentes de Gaza no disponen de otro futuro que no sea la guerra. Cuando un experto armador de misiles muere es inmediatamente sustituido por otros tres jóvenes para quienes la muerte del predecesor no es menos honorable que la victoria. Alrededor de 230.000 hombres jóvenes de Gaza, de entre 15 y 29 años de edad, ya están hoy disponibles para combatir, y serán sucedidos por 360.000 jóvenes de menos de 15 años (45% de todos los hombres de Gaza) que estarán en condiciones de tomar las armas en los próximos 15 años.
En tanto continuemos subsidiando el armamento demográfico de Gaza los jóvenes palestinos seguirán matando a sus vecinos y a sus hermanos. A pesar de que, proclama, su intención es llevar paz a la región, Occidente continúa alimentado sin pausa la explosión demográfica de Gaza. Contribuyendo generosamente al presupuesto de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, Occidente presencia un crecimiento en la tasa de población que es diez veces mayor a la de sus propios países. Mucho se dice acerca de la guerra que Irán libra contra Israel utilizando intermediarios, asistiendo a Hezbolá y a Hamas. Se podría decir que Occidente, alimentado la explosión demográfica en Gaza, involuntariamente libra una guerra del mismo tipo contra Israel.
Si queremos seriamente evitar otra generación dedicada a la guerra en Gaza debemos tener el coraje de decirle a su pueblo que comience a cuidar a sus propios hijos, sin la ayuda de UNRWA. Esta realidad forzaría a los palestinos a concentrarse en construir una economía en lugar de promover guerras. Por supuesto que todo bebé nacido como consecuencia de nuestra ayuda debe contar con nuestra asistencia.
Si realizamos esta reforma de manera urgente, entonces para 2025, al menos, muchos niños de Gaza, como en Argelia, ingresarán a la pubertad como hijos únicos y estarán en condiciones de mirar hacia el futuro con seguridad en una sociedad menos violenta.
Si Occidente desea que la paz reine en Gaza antes de 2025 debería considerar la posibilidad de ofrecer una salida inmigratoria a los palestinos que nacieron a consecuencia de una asistencia bien intencionada pero incorrecta. En las próximas décadas América del Norte y Europa deberán absorber decenas de millones de inmigrantes para compensar la avanzada edad de sus poblaciones. Si, digamos, 200.000 de ellos son elegidos entre los 360.000 niños que en Gaza ingresarán en la adolescencia en los próximos 15 años la decisión no será de gran significancia para las grandes democracias pero constituirá un salto importante para el logro de la paz en el Cercano Oriente.
Muchos de los jóvenes de Gaza, como en la mayoría de los países del mundo musulmán, sueñan con viajar al exterior. Quién no desearía abandonar esa franja de tierra excepto las ONG internacionales y los trabajadores sociales cuyas carreras dependen de que la miseria en Gaza nunca termine.
* Gunnar Heinsohn dirige el Instituto Raphael Lemkin en la Universidad de Bremen, el primer instituto europeo dedicado a realizar investigaciones de genocidios comparados
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