ETA ha vuelto a matar. Se puede decir más alto y puede que incluso más claro, se puede llenar de datos, hablar de la juventud de las dos víctimas, 23 y 24 años; de la mala suerte, los dos jóvenes guardias civiles se encontraron en una cafetería con Txeroki, de haberse encontrado con otros etarras probablemente habrían huido en vez de haberles pegado cuatro tiros por la espalda; de la peor suerte, debido a los convenios de seguridad firmados por
El resultado es el conocido. Y en momentos así… ¿qué se dice? ¿Qué se siente? ¿Qué a pesar de sentirlo uno profundamente era algo esperable? Decir que se esperaba, que se veía más que posible viendo como iban las cosas que ETA acabará volviendo a matar a alguien suena despreciable, porque pareciera que deseáramos que esa muerte ocurriese. Pero yo me rijo por aquella frase que dice “prepararse para lo peor, esperar lo mejor”.
Pero eso hoy no sirve de mucho. D.E.P.
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