viernes, 16 de noviembre de 2012
Desde Bersheeba
"Cuando
todos los perros de la calle Guilboa XX de Beer Sheba empiezan a ladrar
los vecinos corren hasta la escalera para protegerse. Los perros oyen
antes que los humanos las sirenas que indican que en unos segundos
impactará un cohete en esta ciudad del sur de Israel.
"En las 24 últimas horas Dori y su marido Israel Winicki,
viven justo enfrente de su hija y sus tres nietas, en la misma
escalera, y se han encontrado decenas de veces con ellas, casi cada
hora, para esperar el siguiente boom. "Yo sólo me tranquilizo cuando
oigo el impacto. Esta noche, en cuatro horas he contado 21 explosiones"
recuerda Dori Lustron.
Lo peor es la espera entre sirena y sirena. Nos duchamos con la puerta
abierta, siempre con una toalla preparada por si hemos de salir
corriendo, añade Israel.
Los
visito en su casa y Dori, que acaba de hablar con su psicóloga Mónica
Cobal, explica que sufre de tensión arterial alta. "Antes de los
cohetes, mi problema era exactamente el contrario. Nuestra realidad lo
cambia todo".
Mientras
hablamos, los tres perros de los vecinos, ladran al unísono y una
sirena que hiela la sangre empieza a aullar. Los vecinos corren hacia
la escalera y ni se miran unos a otros. "Es como un piloto automático"
me dice Rinat, una estudiante de 20 años que piensa visitar a sus
familiares en el norte hasta que acabe esta ola de violencia.
Minutos
después, todo vuelve a empezar. Subo al sexto piso y veo como diez
niños de diferentes edades se abrazan a sus padres. Lo más impresionante
es que ninguno llora y se mantienen en silencio hasta que se escucha a
lo lejos el boom . O quizá no tan lejos.
Después,
un niño de seis años, un auténtico "veterano de guerra" me dice: "La
suerte es que tenemos Iron Dome que impide gran parte de los ataques." Y
añade: "Cuando tengo miedo abrazo a mi padre".
Al marchar del edificio, los vecinos me dicen: "No es fácil para nosotros,
pero pedimos al gobierno que no detenga la operación contra los
islamistas hasta que se soluciones el problema. No podemos soportar más
sus ataques y sus misiles como en los últimos años. No queremos que
nuestros hijos tengan que crecer en la escalera."
entrevista de Henrique Cymerman para la Vanguardia, publicada en su edición en papel.
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