¿De qué va esto?

Esto es un blog pro-Israeli.

Lo creamos hace ya casi cinco años, en los albores de la operación Litani, tras el secuestro de Ehud y Eldad. Cuando Gilad llevaba más de un mes en manos de Hamas.

Han pasado casi cinco años. Gilad sigue en manos de Hamas, Ehud y Eldad volvieron a Israel. Muertos. Muchas cosas han pasado, pero poco ha cambiado. Una tregua, Sderot bajo el fuego de los qassam, atentados, una operación contra Hamas, la reconciliación entre Fatah y Hamas, informes sesgados, la ONU, secuestros en Gaza, flotillas pseudo-pacifistas…

Lo que nos hizo abrir este blog en ese momento, fue notar que no recibíamos información sobre lo que pasaba en Israel. Empezamos a traducir noticias, a escribir crónicas basándonos en la información que recogíamos de fuentes de todo el mundo.

Después la calma, después otras luchas en otros lugares. Nos volvimos más críticos, más pesimistas.

Pero seguimos aquí, y pensamos, que pese a quien pese, Israel seguirá existiendo. Y seguiremos peleando, para que eso sea así.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El Islam estrecha el cerco sobre Israel

por Benny Morris

"Israel existirá hasta que el Islam lo destruya, al igual que destruyó a otros antes que él [una referencia a los reinos cruzados medievales]", afirma la Carta de Hamas de 1988 - o la constitución de los fundamentalistas musulmanes -, la organización que gobierna la Franja de Gaza y es posible que obtenga el apoyo de la mayoría de los palestinos.

Y sin duda, durante las últimas dos semanas el Islam ha estrechado el cerco sobre el Estado judío, despidiendo a los embajadores de Israel en los dos principales estados de Oriente Medio con los que mantenía buenas relaciones, Turquía y Egipto. Por supuesto, las circunstancias de cada caso fueron diferentes (la historia tiene esa capacidad de darnos una variedad infinita). En Ankara, el gobierno expulsó al embajador a causa de la negativa de Israel a pedir disculpas por hacer efectivo su bloqueo de la Franja de Gaza, desde donde, durante la última década, han sido disparados miles de cohetes y misiles contra ciudades y pueblos del sur de Israel. En El Cairo, fue la multitud, desatada por la llamada "primavera árabe" y sin un freno por parte del gobierno militar interino del país, la que invadió y destruyó la Embajada de Israel, obligando a los diplomáticos de Israel y a sus familias a huir para salvar sus vidas.

Pero en ambos casos fue el Islam, que ha eliminado progresivamente el secularismo y derribado a los gobiernos más pragmáticos y prudentes en la región, quién provocó la salida de los diplomáticos de sus cargos, prefigurando lo que el Islam, según la visión de Hamas, desea hacer y hará con el propio Israel, esa última presencia “extranjera”, y manifestación del “Otro”, en "su" Oriente Medio.

Durante meses, cautivados por el espectáculo de la caída de los dictadores y por una serie de jóvenes y competentes portavoces que utilizando el inglés confesaban su anhelo de democracia, los occidentales se hicieron la ilusión de que los levantamientos populares que sacudían al mundo árabe presagiaban un nuevo resurgimiento de la libertad. Y en el lapso de un siglo o dos, ¿quién sabe?, tal vez una auténtica democracia se desarrollaría en El Cairo, Sana y Damasco (aunque yo no apostaría por ello). Pero a corto y medio plazo, o sea, en el transcurso de nuestras vidas, lo que parece evidente es que ese tumulto es una muestra de la ruina de un supuesto gobierno responsable y del reinado del caos en las calles de El Cairo ese viernes por la noche, cuando las turbas, además de destruir la embajada de Israel, saquearon el Ministerio del Interior, estaciones de policía y una variedad de edificios, en una oleada que posiblemente anticipe la toma final del poder por el islamismo radical. Y al final del túnel, muy posiblemente, una reanudación de la guerra contra Israel.

Después de lo sucedido ese viernes por la noche, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu prometió que, a pesar del ataque de su misión diplomática, Israel defendería la paz con Egipto (pocos días antes dijo algo similar, limpiándose la saliva de la cara, por tratar de mantener relaciones cordiales con Ankara).

Pero los deseos de Israel pudieran ser insuficientes. Durante décadas, los islamistas de Egipto, representados principalmente por los Hermanos Musulmanes (la organización matriz de los palestinos de Hamas), y también los salafistas más extremistas (de los que surgió Ayman al-Zawahiri, el sucesor de Bin Laden en la jefatura de al-Qaeda), han predicado la necesidad de la destrucción de Israel y la anulación del Tratado de Paz entre Israel-Egipto de 1979, además del desarraigo de toda influencia y valores occidentales de las tierras del Islam (véase las diatribas antisemitas y anti-occidentales de Said Qutb, el ideólogo de la Hermandad).

La paz entre Egipto e Israel no ha dejado de deshacerse estos últimos meses. El mes pasado hubo el ataque terrorista por parte de hombres armados islámicos, egipcios y palestinos, desde el Sinaí egipcio y contra el tráfico a lo largo de una carretera al norte de Eilat, acto que los medios de comunicación egipcios (como casi siempre falsamente) se limitaron a describir posteriormente como una violación israelí del tratado de paz al invadir estos el suelo egipcio y matar por error a unos soldados egipcios. Durante la semana, el protagonista fue el débil y vacilante régimen egipcio (su jefe, el general Tantawi, durante los sucesos del viernes, simplemente se negó a recibir llamadas de los líderes de Israel y Estados Unidos), inclinándose ante la ira de la "calle árabe" y dejando que la turba persiguiera su objetivo (aunque en el último minuto, bajo la presión del presidente Obama, los militares finalmente enviaron a comandos y rescataron a los seis guardias israelíes de los locales de la embajada asediada).

El embajador de Israel aún puede volver a El Cairo y la embajada aún podría reanudar las operaciones normales después de todo. Washington va a ejercer presión, y el ejército egipcio depende de las subvenciones estadounidenses y de sus piezas de repuesto. Pero en unos meses, "el ejército se echará a un lado”, y la población egipcia, educada en las rodillas del Islam y desde 1948 en un incesante odio a Israel, irá a las urnas y elegirá a un gobierno civil. El resultado más probable será la instalación de un gobierno islamista o, al menos, un gobierno de coalición con un importante componente islamista. Entonces, el tratado de paz con Israel sufrirá una muerte lenta o brusca, y mi conjetura es que gran parte de la clase media secular de Egipto tendrá que partir a las colinas (es decir, tratará de emigrar a América del Norte y Europa). Sin embargo, Israel no puede emigrar, y no tendrá más remedio que prepararse y fortalecer su frontera con Egipto antes pacífica.

Desgraciadamente, los acontecimientos en Egipto forman parte de un patrón más amplio, uno de esos episodios que alimentan y anticipan los siguientes. En gran medida, esto se puso en marcha en 1979 con la victoria de la revolución islamista en Teherán (irónicamente, el año en que Israel y Egipto firmaron el tratado de paz). Desde entonces, la mayor parte de la furia anti-Israel y las operaciones que se han organizado en la región en su contra, han sido estimuladas en una forma u otra por Teherán.

En la plaza Tahrir, en la manifestación de masas del viernes - esa que terminó con la "conquista" de las oficinas de la Embajada de Israel -, una de las pancartas decía: "Turquía, un modelo de virilidad". La referencia hacia alusión a la iniciativa diplomática de Ankara durante la semana anterior: el deterioro de las relaciones con Israel hasta el nivel de los segundos secretarios de embajada (de hecho, la expulsión del embajador de Israel) y la suspensión de todos los contratos de defensa entre los dos países.

Los turcos presentaron su decisión como resultado de la negativa de Israel a pedir disculpas por el asalto armado el año pasado a la flotilla turca que se dirigía a romper el bloqueo de la Franja de Gaza. De hecho, la disolución gradual de los lazos de Turquía con Israel ya se preveía como uno de los objetivos del Partido del Desarrollo y de la Justicia (AKP) de Recep Erdogan cuando alcanzó el poder en 2002. Pero los turcos jugaron esa partida cuidadosa y lentamente, para no irritar a Washington y a la UE. Ahora que Erdogan ha intimidado a su oposición interna y a los altos mandos del ejército turco, estabilizando la posición internacional de Turquía (al tomar la medida a la política de Obama con respecto al mundo musulmán), los islamistas de Ankara han permitido que sus profundos sentimientos antiisraelíes se expresen abiertamente. La semana pasada, Erdogan amenazó con enviar buques de guerra turcos para acompañar a una nueva flotilla que tratara de romper el bloqueo de Gaza.

Una ruptura completa de las relaciones turco-israelíes y egipcio-israelíes es sólo una cuestión de tiempo. Estos procesos también pueden desencadenarse en las próximas semanas ante la "posible declaración unilateral de independencia de Palestina y la violencia con la que inevitablemente vendrá acompañada”. Y lo más probable es que estos hechos no se limitarán a Palestina, Egipto y Turquía: el empuje, el peso del Islam y de la "calle árabe” probablemente conducirán a mayores sanciones contra Israel en el Oriente Medio.

robado de Safed-Tzfat

La escuela israelí de pensamiento político “deuteronomísta”

por Seth J. Frantzman

"A causa de la alianza estratégica entre Egipto, Jordania, Turquía y otros países, Israel, para sobrevivir, tendrá que proponer políticas y soluciones reales para el conflicto con los palestinos". Eso decía el principal editorial del Haaretz del 12 de septiembre. De acuerdo con este punto de vista, los que toman las decisiones en la Knesset son los responsables de todo lo que ocurre en el Oriente Medio.

Hamas dispara cohetes contra Israel y estos comentaristas escriben que eso sólo es una respuesta natural a la "ocupación" de Gaza por parte de Israel. El gobierno de Turquía ayuda a una ONG en la preparación de una gran flotilla con el objetivo de romper el bloqueo naval de Israel sobre la Franja de Gaza, y luego, cuando la flotilla se convierte en un fiasco, exige una disculpa israelí. De común acuerdo se crea una comisión internacional sobre el fiasco de la flotilla y cuando su informe se hace público, Turquía no se siente respaldada y expulsa al embajador de Israel.

Al igual que en la película “Atrapado en el tiempo”, donde el héroe vivía el mismo día (de la marmota) una y otra vez y trataba de perfeccionar sus opciones para conseguir a la mujer que amaba, solamente si Israel hace una y otra vez las elecciones correctas obtendrá el resultado perfecto. El problema con este punto de vista es que pretende que el cambio en la política turca hacia Israel no se debió a la agenda política del partido gobernante en Turquía, sino más bien a Israel. Así pues, no hubo una elección en Turquía de un partido político islamista de un carácter más bien hostil hacia Israel, y Recep Erdogan (su líder) y su compañero Ahmet Davetoglu (su ministro de Exteriores), no tienen una mente y unos objetivos propios: sus acciones están determinadas únicamente por Israel.

Roger Cohen, en el New York Times, escribe que "[Israel] encerrado en su mentalidad de asedio, dirigido por las riendas de Lieberman y sus secuaces - incapaces de comprender el cambio producido en el Oriente Medio impulsado por la demanda árabe de dignidad y libertad -, se mostró inflexible ampliando los asentamientos y haciendo caso omiso de la insistencia de los EEUU de que se disculpara, y el resultado es que Israel está perdiendo a uno de sus mejores amigos en el mundo musulmán, Turquía". El argumento es evidente: no estamos aquí antes los diversos intereses y objetivos de dos adultos, sólo está Israel, ese "adulto" que se equivoca, y los niños que lo rodean. Sólo Israel puede decidir su destino. Una especie de lado oscuro de los Protocolos de los Sabios de Sión, uno que apunta a la exclusiva influencia de los judíos en el desarrollo de la historia.

El libro del Deuteronomio atribuye todos los fracasos y las tragedias de Israel al sustrato rebelde y pecador de su gente, la cual a menudo se aleja de la adecuada trayectoria. Pero hoy en día nuestros "deuteronomistas" no son religiosos. Están representados por intelectuales laicos, periodistas, académicos y comentaristas de la televisión.

Según esta “escuela de pensamiento” israelí, Israel cometió un error al hacer la paz con el dictador egipcio Anwar Sadat. Debía haber tomado partido por el pueblo egipcio, ese que quería y quiere dignidad y libertad. Por supuesto, el pueblo egipcio odiaba a Sadat por firmar la paz con Israel, y de hecho algunos de ellos lo mataron por ello, pero eso, obviamente, no importa para su razonamiento. Es más, según la teoría de esta escuela, el pueblo egipcio comenzó a odiar a Israel porque Israel apoyaba a Hosni Mubarak, y el arrebato de ira contra Israel después de la caída de Mubarak no tiene nada que ver con el hecho de que el pueblo egipcio mantuviera simplemente, y desde hace bastante tiempo, una línea hostil con respecto a Israel. No, la hostilidad siempre es el resultado de las acciones de Israel. Ahora, por ejemplo, los disturbios ante la embajada de Israel tienen como origen los soldados egipcios muertos por error durante una represalia israelí tras el ataque terrorista cerca de Eilat (y en el que participaron egipcios). Pero, oh sorpresa, la invasión de la embajada también fue debida a que Israel no ha proporcionado soluciones a la cuestión palestina (y nuevamente más razonamiento solipsista).

Así podemos aprender del editorial del Haaretz mencionado anteriormente que "Israel ha puesto a prueba su alianza estratégica con Egipto" y que es "hora de que Israel apague el fuego". La idea sorprendente de que Israel es responsable de la destrucción de su propia embajada, ya que ha puesto a "prueba" a Egipto y debe, por lo tanto, "apagar el fuego", opinión que se deriva de una tenue, incluso me atrevo a decir racista, visión de Egipto. Egipto es una nación soberana, sus líderes son adultos, sus habitantes son adultos, sus alborotadores son adultos, y sus líderes y habitantes toman sus propias decisiones.

Israel no puede, mediante una varita mágica, cambiar la mentalidad de la gente o reparar ella sola sus alianzas. No puede apagar incendios ajenos si sus propios coches de bomberos no pueden ir hasta allí.

Estos “deuteronomistas modernos” deben reconocer que Israel no juega al fútbol consigo mismo, por lo que no puede controlar la pelota todo el tiempo. Reacciona, ataca, pide disculpas, apacigua, Israel hace lo que puede, pero sólo puede controlar como máximo el 50% de la relación.

Israel no puede obligar a la gente a que sean sus amigos, por lo que el hecho de que algunos no sean amigables no es una indicación de que ellos se sienten alienados a la fuerza.


Anexo:

Catherine Glick, en el JPost, esboza en su artículo “Lecciones del asalto a la embajada israelí” una sugerente reflexión:
El comportamiento de la multitud en Egipto y de la junta militar por igual, ha representado una llamada de atención para dos importantes grupos. Hasta la semana pasada, tanto la izquierda israelí como el establishment de la política exterior de EEUU creían que la situación en Egipto no era significativamente peor de lo que lo había sido bajo el depuesto presidente Hosni
Mubarak.

De hecho, la mayoría de los israelíes se despertaron de esta impresión al comprobar hace tres semanas como la frontera de Israel con Egipto ya no era frontera pacificada. Después de que la célula terrorista egipcio-palestino se infiltrara en Israel desde el Sinaí el pasado 18 de agosto y masacrara a ocho israelíes en la carretera a Eilat, la mayoría de los israelíes sintieron que las relaciones con Egipto se habían roto.

Sin embargo, hasta el pasado fin de semana, la izquierda de Israel insistía en que había una distinción entre la ausencia de ley en el Sinaí y la situación más ordenada en El Cairo. Argumentaban que todo lo que se necesitaba era calmar la situación en el Sinaí para dejar que la junta militar impusiera allí su autoridad como en el resto de Egipto. Por lo tanto, la izquierda sostiene que va en el interés de Israel modificar el tratado de paz y permitir que los militares egipcios remilitarizacen el Sinaí. Desde este fin de semana, y tras el asalto a la embajada, esos llamamientos se han convertido en los grandes ausentes del discurso público.

Después de que el ejército egipcio permitiera a la multitud hacerse cargo de la embajada, la fe residual de la izquierda en la moderación y el compromiso con la paz con Israel de la Junta Militar egipcia se ha evaporado rápidamente.

En cuanto a los estadounidenses, y a diferencia de Israel – el control de la política exterior norteamericana está en otro lado del espectro político, en los demócratas y liberales -, se apoyó a la multitud que en la plaza Tahrir pedía derrocar a Mubarak. Los estadounidenses elogiaron la desaparición de Mubarak como un triunfo de las fuerzas democráticas y liberales en el mundo árabe. Pero en las postrimerías del asalto a la embajada, diversas voces de todo el espectro político de los EEUU están pidiendo una reevaluación de las relaciones EEUU- Egipto.

Por su parte, la voluntad de Obama de intervenir en favor de los guardias de seguridad sitiados en la embajada, probablemente no estaba divorciada de su evaluación de las probables consecuencias políticas que podían producirse a partir de la masacre de los guardias de seguridad israelíes por la multitud egipcia. En tal caso, el público estadounidense inmediatamente podría equiparar el apoyo de Obama a esa "revolucionaria y democrática” multitud en contra del gobernante aliado de EEUU durante muchos años (Mubarak), con el anterior apoyo de su predecesor Jimmy Carter a la "revolucionaria y democrática” multitud iraní que derribó al Sha, también un constante aliado, en 1979. El hecho de que Obama reconozca la importancia política que tiene la evolución de las señales que nos llegan de Egipto, induce a pensar que él también podría estar dispuesto a reconsiderar una política diferente hacia Egipto en los próximos meses.


robado de Safed Tzfat

Por fortuna, existe Israel… (para poder echarle la culpa)

por Gil Mihaely – Causeur

Si la revolución egipcia – y la Primavera árabe en general – eran imprevisibles, los episodios posteriores se han revelado más bien decepcionantes (en tanto que resultaban previsibles): la caída del tirano no habría producido cambios milagrosos, y la euforia de la victoria ha dejado su lugar a la frustración y al desencanto, mientras la “unidad revolucionaria” volaba en pedazos, dejando aparecer notables divergencias sobre la estrategia a seguir durante la era post-Mubarak. Pero que el concienciado e ilusionado personal occidental se tranquilice, la unión sagrada se ha vuelto a reafirmar para designar al chivo expiatorio responsable de todas las plagas de Egipto: Israel.

Hace seis mesas apenas, los comentaristas más optimistas señalaban que los “judíos”, los “sionistas” e Israel habían desaparecido de las pantallas-radar de los manifestantes de la plaza Al-Tahrir, Esa era la prueba, afirmaban los entusiastas, a la que vez que se apresuraban a denunciar a todos esos que habían osado expresar sus dudas e inquietudes, de que el antisionismo, inclusive el antisemitismo imputado a las sociedades árabes, se revelaba como un mero cliché islamofobo, propio más bien de una caricatura occidental etnocentrista. Ahora que los fantasmas de febrero se han evaporado en el calor agobiante del verano egipcio, las buenas y viejas costumbres están de regreso. Se descubre así que el odio a Israel permanece, a pesar de los tres decenios de paz, como el único denominador común capaz de movilizar a los egipcios más allá de las rivalidades políticas y religiosas.

El atentado perpetrado el 18 de agosto en la frontera israelo-egipcia, en las proximidades de la estación balnearia israelí de Eilat, sobre el Mar Rojo, y las represalias israelíes posteriores que le han seguido han despertado esa triste pasión que mina el mundo árabe, al menos tanto seguramente como la pobreza, la corrupción y la dictadura. La muerte de seis militares y policías egipcios – quizás caídos bajo las balas de los terroristas – ha sido imputada inmediatamente al ejército israelí, rivalizando la opinión y los medias egipcias en su denuncia del “enemigo sionista” culpable de “violar la soberanía egipcia” y de haber hecho “correr sangre egipcia”.

Los hechos, evidentemente, no tienen mucho que ver con esta propaganda. Los terroristas, de los cuales se sabe que algunos eran egipcios, han entrado en territorio israelí a plena luz del día, a unos 200 metros de un puesto fronterizo del ejército egipcio, y han ametrallado los vehículos de civiles israelíes que atravesaban una carretera cercana causando siete muertos, todo ello antes de replegarse hacia territorio egipcio, detrás de una posición militar. Desde allá, han incluso replicado a los soldados del Tsahal que les perseguían, matando a uno de ellos, antes de caer finalmente abatidos. Además de comprobar que las organizaciones islamistas sitas en Gaza eran los organizadores y mandatarios del atentado, los responsables israelíes no han podido dejar de observar como El Cairo ya no controla el Sinaí, convertido desde el cambio de régimen en Egipto en un vivero de radicales islamistas y una base de retaguardia del terrorismo palestino. El amor propio egipcio ha sido pues la última víctima del comando terrorista.

Es así como la "calle egipcia" ha reencontrado brevemente los colores de otra primavera, la de 1967, cuando las masas alborozadas aclamaban la aventura suicida de un Nasser que prometía “lanzar a los judíos al mar”. Como gran diferencia, hace cuatro decenios se podía tranquilizar a los bienpensantes denunciando que había sido un demagogo quién habría manipulado a unas masas ignorantes. Hoy en día, son las propias masas las protagonistas: el odio a Israel es un elemento fundamental del consenso democrático egipcio.

De golpe, el Panteón revolucionario de la "Primavera árabe” no tiene las mismas hechuras que en Enero y Febrero. Los héroes del pueblo – en todo caso según la versión difundida por los medias occidentales – eran entonces Wahil Hanim, el celebre empleado de Google y sus amigos ciber-revolucionarios y bilingües. Hoy en día, el “movimiento del 6 de abril” demanda la expulsión del embajador israelí y el nuevo rostro de la revolución es Ahmad Al-Shahat, un joven parado apodado “Flagman” por haber reemplazado la bandera israelí de la embajada por una egipcia, mucho más correcta desde el punto de vista islámico.

Visionado su éxito millones de veces, su logro ha sido visiblemente apreciado al más alto nivel: su acto heroico le ha valido al joven trepador un alojamiento, un trabajo y una medalla: al menos hay un egipcio que puede decir que debe su prosperidad a los “judíos”. Esperando más acontecimientos, uno puede interrogarse sobre el papel de los generales egipcios. El mariscal Tantawi, jefe del Consejo Supremo del Ejército egipcio, y jefe de Estado de facto, creía que sacrificando a Moubarak y a su familia podía controlar la orientación estratégica del país, algo que el asombroso “Flagman” acaba de echar abajo.

El historiador griego Polibio pensaba que la democracia de las masas degeneraba necesariamente en “oclocracia”, es decir, el gobierno de las masas y el peor régimen posible. La evolución actual en Egipto nos enseña que se puede llegar a esa pesadilla sin pasar ni siquiera por la “democracia”.

robado de Safed-Tzfat